Siempre había escuchado hablar de Las Hurdes como una tierra misteriosa, casi mítica, envuelta en una “leyenda negra” que la acompañaba desde hacía siglos. Historias de pobreza extrema, aislamiento y supersticiones que se grabaron en la memoria colectiva, especialmente después de que Luis Buñuel rodara allí su famoso documental Las Hurdes, tierra sin pan en 1933. Pero lo que encontré en mi viaje fue otra cosa: una comarca llena de belleza natural, autenticidad y una hospitalidad que desarma cualquier prejuicio.
Mi ruta por Las Hurdes comenzó en coche, desde Cáceres. A medida que la carretera serpenteaba hacia el norte, el paisaje iba cambiando: montañas cubiertas de robles y pinos, valles profundos, ríos que se abrían paso entre las piedras y pueblos que parecían aferrarse a las laderas. Entrar en Las Hurdes es como atravesar un umbral, una frontera simbólica entre la historia y la naturaleza más pura.
Camino hacia la “leyenda”
Mi primera parada fue Caminomorisco, uno de los accesos más habituales a la comarca. Allí me detuve en una pequeña plaza donde los vecinos charlaban bajo el sol. Las fachadas de pizarra oscura —la característica arquitectura hurdana— me dieron la bienvenida. Ese tono terroso y gris, que absorbe la luz y la devuelve en matices dorados al atardecer, es parte del alma del lugar.
Seguí la carretera hasta Casares de las Hurdes, uno de los pueblos más pintorescos. Caminé por sus calles estrechas, con tejados de lajas y balcones de madera, y entendí por qué esta arquitectura se adaptaba tan bien al entorno: resistente, funcional y profundamente integrada en la montaña. En un pequeño bar, una mujer mayor me sirvió miel local y un trozo de pan tostado. “Aquí todo viene de la tierra”, me dijo con orgullo. Y tenía razón: el aceite, las castañas, el cabrito, el vino. Todo sabe a origen.
@clavesdemujerviajera Aquí dejo primer viaje a Las Hurdes. He encontrado parajes preciosos y un lugar con una historia increíble. Más información en www.clavesdemujerviajera.com y en mi canal de YouTube. #lashurdes #caceresextremadura #caceresturismo #cáceres #viajes #viajar #teresarey #clavesdemujerviajera #escapada #españa #pueblosdeespaña #spain #turismo #meandrodelmelero #chorrituelo #chorrituelodeovejuela #ovejuela #riomalodearriba #lasmestas #riomalodeabajo #charcodelaolla #playafluvial #casahurdana #arquitecturapopular
El Meandro del Melero, la joya del viaje
Si hay un lugar que condensa la magia de Las Hurdes, ese es el Meandro del Melero, cerca del pueblo de Riomalo de Abajo. Había visto fotos antes de ir, pero nada me preparó para la vista real. Desde el mirador de La Antigua, el río Alagón dibuja una curva perfecta, como si quisiera abrazar la isla que forma en su centro.
Llegué al atardecer, cuando el sol comenzaba a caer y el agua reflejaba tonos naranjas y violetas. El silencio solo se rompía con el murmullo del viento entre los árboles. Me quedé allí largo rato, sentada en una piedra, intentando imaginar cómo aquel paisaje había sido durante siglos sin testigos, sin carreteras, sin turismo. Hoy es uno de los lugares más fotografiados de Extremadura, y con razón.
@the_lost_hours Se trata de un peculiar campanario, porque no está asociado a una iglesia; de hecho, el campanario, que servía para llamar a los vecinos a reunión, pertenece al pueblo, mientras que la iglesia depende del obispado. Es una construcción que respeta fielmente la arquitectura tradicional de la zona. Levantado con pizarra y adobe consta de nueve peldaños y dos campanas, una pequeña y otra grande a la que le falta del badajo. Según los habitantes del pueblo y alrededores, su sonido era tan fuerte que podía oírse su repique en un radio de siete kilometros. #extremaduraturismo #hurdesparaisonatural #lashurdes #hurdes #extremadura💚🤍🖤 #caceres #extremadura
Pueblos detenidos en el tiempo
Después del Melero, continué hacia Pinofranqueado, una localidad que combina tradición y vida moderna. En el mercado compré quesos y embutidos de la zona, y aproveché para visitar el Museo Etnográfico, donde se conserva parte de la memoria hurdana: aperos de labranza, trajes antiguos, fotografías en blanco y negro.
Otro punto imprescindible fue El Gasco, uno de los pueblos más recónditos y auténticos. La carretera para llegar es estrecha y retorcida, pero el esfuerzo merece la pena. Desde allí parte una ruta a pie hasta el Volcán del Gasco, un antiguo cráter erosionado que recuerda lo poderosa que puede ser la naturaleza. En el camino, el sonido del agua acompañaba cada paso.
De la oscuridad al orgullo
Mientras recorría los valles y hablaba con la gente, entendí que la “leyenda negra” de Las Hurdes pertenece al pasado. Hoy, sus habitantes miran al futuro con orgullo. Han sabido conservar su identidad sin renunciar al progreso. La comarca se ha convertido en un destino de turismo rural, senderismo y desconexión, pero sin perder su esencia.
El último día, antes de regresar, me detuve de nuevo en un mirador improvisado, frente a un mar de montañas verdes. Pensé en cómo una región que fue símbolo de abandono hoy se reivindica como un ejemplo de resistencia y belleza silenciosa.
Volví a casa con la sensación de haber recorrido un territorio que se cuenta más por emociones que por kilómetros. Las Hurdes ya no son tierra sin pan, sino tierra con alma. Un lugar donde las leyendas se apagan al calor de una hoguera y donde el viajero descubre que, a veces, la realidad supera a los mitos.

