En 1998, cuando una columnista de Nueva York apareció en televisión con un tutú comprado en una tienda de segunda mano por cinco dólares, nadie podía imaginar que ese gesto cambiaría la forma de narrar historias: Carrie Bradshaw entraba en escena y con ella nacía un mito.
Hoy, 22 de agosto de 2025, se marca un hito: por primera vez en 27 años ya no veremos a Carrie Bradshaw en nuestras pantallas. Desde aquel inolvidable tutú que abrió Sex and the City en los 90′, hasta esta despedida de And Just Like That…, el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker ha redefinido la narrativa televisiva al convertir la moda en guion, y convertir Nueva York en una pasarela viviente.
La serie derivada And Just Like That... ha llegado a su fin con su tercera temporada y tras 12 episodios. El showrunner Michael Patrick King explicó que la ampliación del número de capítulos y el diseño del final en dos partes respondían a la necesidad de brindar a Carrie -y a los fans- un cierre acorde a su legado. Sarah Jessica Parker también se ha despedido con un emotivo adiós de su alter ego. En Instagram escribió: “Carrie Bradshaw ha dominado mi latido profesional durante 27 años; creo que la he amado más que a nadie… Cruzó calles, rompió corazones y hábitos. Amó, perdió, ganó…”. En otro mensaje añadió: “Cruzó calles, avenidas, rubicones… Envejeció, se volvió más sabia…”
La magia estuvo en lo que Patricia Field, su estilista, llamó high-low: mezclar Dior con mercadillo o un Manolo Blahnik con una falda rescatada de un montón polvoriento.
Una herejía para la época, cuando las marcas de lujo retiraban publicidad si sus piezas compartían página con ropa barata. Pero lo que para la industria era una amenaza, para la protagonista de esta historia, Carrie Bradshaw, iba de contar un relato. “El vestuario no vende vestidos, cuenta historias”, resumió Field.

Antes de Sex and the City, la moda en televisión era atrezo. Estaba en Dynasty o en Friends, sí, pero como telón de fondo. Nunca había tenido voz propia. Carrie la transformó en un personaje con diálogos, arcos narrativos y metáforas. Su collar con el nombre era identidad portátil; su vestido de periódico, ironía convertida en tela; los zapatos azules de Manolo, un capítulo sobre promesas rotas. Cada prenda, un episodio.
La estilista lo tenía claro: Carrie nunca caería en el quiet luxury, ese discreto anonimato de los ricos que visten para no llamar la atención. No. Ella estaba hecha para lo contrario: para gritar con faldas de tul, para improvisar pasarelas en las avenidas de Manhattan, para narrar sus altibajos amorosos en forma de vestidor.
El fenómeno traspasó la televisión. Cuando en 2008 llegó la primera película, con un vestido de Vivienne Westwood que acababa abandonado en el altar, la ropa volvió a ser argumento. Dos años después, en la secuela, Dior, Pucci y Halston se mezclaban con las dunas de Abu Dhabi en un exceso delirante. Y en And Just Like That…, ya con una Carrie madura, las marcas seguían allí, pero como viejas amigas de viaje.

Ahora, en 2025, ese viaje termina. Carrie Bradshaw baja el telón después de 27 años en pantalla. No se despide solo un personaje, se marcha un capítulo entero de la cultura popular: la mujer que convirtió la moda en protagonista televisiva, que enseñó que vestirse podía ser tan narrativo como escribir, y que un tutú barato podía ser más eterno que cualquier diamante.
Carrie Bradshaw ha sido un espejo generacional de mujeres explorando relaciones, éxitos, inseguridades y transformaciones personales. Su voz en off y su columnismo narrativo dieron forma a una narrativa televisiva íntima, sin abandonar el esplendor urbano neoyorquino. El final de la serie -con un mensaje poderoso de amor propio- pone fin a una narrativa en la que Carrie finalmente entiende que la relación más significativa es la que tiene consigo misma
La moda pierde a su gran protagonista. Nosotras perdemos a Carrie. Y quizá, con ella, también un poco la ilusión de que la vida -con un portátil y unos tacones imposibles- podía escribirse como una columna semanal, entre la esperanza y el desastre, pero siempre con estilo.