“Cocinar es decir te quiero pero con otras palabras”, dice con naturalidad una de las invitadas a la reunión gastronómica de Cosa Rica, un proyecto que tiene un propósito claro: conocer gente nueva mientras se comparte mesa y mantel. La impulsora de esta iniciativa es la asturiana Maria Mieres, que compagina su trabajo en finanzas con la escritura, la música electrónica y la organización de estos encuentros colectivos.
La idea surgió hace unos meses entre un grupo de amigos que de alguna u otra forma, encuentran en la cocina una manera de socializar. La peculiaridad de Cosa Rica es que no hace falta conocerse de antes porque la invitación está abierta a cualquiera que quiera sumarse. De momento la iniciativa late solo en Asturias aunque no sería de extrañar que surgieran imitadores. “Quiero hacer red, conocer gente nueva porque aunque Oviedo es pequeño, estamos un poco desperdigados”, explica María mientras se encamina hacia la tercera quedada del año.
En esta ocasión, la cita tiene lugar en un prado a las afueras de Oviedo en un domingo soleado que parece hecho a medida. Vecinos, amigos y mascota incluída, se van uniendo poco a poco. A la sombra de un limonero, el equipo de Cosa Rica monta una larga mesa central decorada con esmero gracias a flores frescas, platos de colores, velas y por supuesto, cosas ricas que llevarse a la boca. Todo el equipo está presente: la fotografía es cosa de Aída, los diseños de Raquel, la música de María y Willy y la comunicación está en manos de Yaiza y Llara.

Esta iniciativa forma parte del social dinning, una tendencia creciente, especialmente en las grandes ciudades, que propone encuentros gastronómicos entre desconocidos para compartir comidas o cenas. Más que una moda, es una respuesta a las rutinas aceleradas que dificultan crear nuevos vínculos sociales de manera más genuina.
Como explica María solo hay dos premisas: la primera es apuntarse a tiempo a través de la cuenta de Instagram en la que anuncian cuándo y dónde será la próxima reunión, y la segunda, cada invitado tiene que llevar un plato propio para compartir con los demás. A diferencia de otros proyectos, no se cobra entrada ni se paga por la comida. Lo importante es aportar algo propio, algo con lo que uno se identifique.

Eso sí, hay algunas concesiones: “no hace falta que esté cocinado por uno mismo porque no a todo el mundo le gusta cocinar. No quiero limitar a nadie, pero tiene que haber cierta sensibilidad por la cocina… que traigan algo que les apasione, que les guste mucho aunque no esté cocinado por ellos”, aclara la organizadora.
Con ese espíritu relajado, la conversación se va animando y la mesa del domingo se llena de sobaos con anchoa y salsa tzatziki – también en versión vegana – de gildas y de una quiche vegetariana. Aparece una contundente empanada gallega, también hay deliciosos tallarines de calabacín, pan pita para rebañar de una fuente de garbanzos con labneh o unos apetitosos huevos rellenos. La música también acompaña a ritmo de Nu Genea – María tiene un grupo propio y Willy es dj – mientras se brinda con un vino blanco, un cava, un culín de sidra o con una lata de cerveza.
El lado más llambión (goloso, en asturiano) tiene forma de baklava y de bizcocho casero con un excelente lemon curd mientras que las vistosas marañuelas de Avilés compiten con los clásicos carbayones asturianos. Para rematar, uno de los invitados es barista y pone a disposición de los invitados café de especialidad de Indonesia.

Estas experiencias cosaricenses, como define el equipo, cobraron vida hace unos meses en casas particulares y en los próximos meses planean ir cambiando de espacios para dar cabida a grupos de entre 6 y 10 personas con ganas de buena compañía y porqué no, de ampliar la red de contactos. “De alguna manera también es un espacio de co-creación, no solo es culinario”, añade Raquel, creadora del logo. “Es muy orgánico, hay apoyo y queremos crear un pequeña comunidad”.
Bajo esa premisa y sin grandes pretensiones ni excentricidades culinarias, Cosa Rica confirma una vez más, que la cocina compartida sigue siendo una fuente inagotable de historias.