En su nuevo libro de fotos titulado The Look, Michelle Obama comparte su perspectiva sobre cómo los medios de comunicación, durante su tiempo en la Casa Blanca, usaron su imagen y su estilo como una forma de marcar diferencias. A lo largo de sus memorias visuales, la ex primera dama reflexiona sobre cómo se utilizó su apariencia para crear una noción de “otredad” y cómo, en respuesta, ella empleó la moda como una poderosa herramienta para la visibilidad y la representación.

El poder de los brazos descubiertos
Una de las imágenes más icónicas de Obama como primera dama es la fotografía que marcó su primer retrato oficial. En él, la entonces primera dama aparece luciendo un vestido negro sin mangas de Michael Kors. Esta imagen, que más tarde se archivarían en los Archivos Nacionales de la Casa Blanca, se convirtió en símbolo de su estilo, pero también en objeto de controversia.

En The Look, Michelle Obama profundiza en cómo la “fascinación” de los medios por sus brazos descubiertos generó una reacción negativa. Según la ex primera dama, la atención sobre sus bíceps, lejos de ser una apreciación positiva de su figura, fue utilizada para descalificarla y crear una imagen de “otredad”. Esto se amplificó por las críticas de que su estilo de vestir era “inapropiado” o “informal”, especialmente cuando ella optaba por vestidos sin mangas.
El furor mediático, al que se le denominó incluso “el escándalo de las mangas”, alcanzó su punto máximo cuando Michelle Obama acompañó a su esposo, Barack Obama, en su primer discurso ante el Congreso. En ese evento, el hecho de que sus brazos estuvieran descubiertos fue interpretado por algunos como un acto de desdén hacia las normas formales de la política estadounidense.

La moda como herramienta de resistencia
A pesar de las críticas, Michelle Obama no se dejó intimidar. En lugar de rendirse ante las expectativas tradicionales, utilizó su estilo personal como una forma de expresar su identidad y sus valores. En el prólogo del libro, la académica Farah Jasmine Griffin reflexiona sobre la importancia de las elecciones de moda de Obama, señalando cómo su apoyo a diseñadores emergentes de diversas razas y orígenes, incluidos los negros, latinos y asiáticos, mostró una faceta de su personalidad que iba más allá de la imagen superficial. Obama, por su parte, destaca cómo sus elecciones de ropa no solo reflejaban su esencia, sino que también buscaban desafiar las normas y las expectativas impuestas por su posición.
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Una de las elecciones más representativas de este desafío fue la famosa decisión de Obama de no optar por un vestido de Oscar de la Renta para el baile inaugural, como se esperaba, sino por un diseño de Jason Wu, un joven diseñador taiwanés. Según Obama, su decisión de vestir el diseño de Wu, un vestido blanco de gasa con un solo hombro, no solo fue una declaración estilística, sino también un acto de resistencia ante las expectativas del “sistema”. La ex primera dama explicó que, al elegir un diseñador emergente y no uno de los grandes nombres de la alta costura, estaba enviando un mensaje: “No podemos cambiar la historia si siempre seguimos lo que se ha hecho hasta ahora”.
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Críticas dentro y fuera del equipo de campaña
En su relato, Obama también describe las dificultades que enfrentó dentro de su propio equipo de comunicación. Durante la campaña presidencial de 2008, se le sugirió en varias ocasiones que suavizara su expresión facial y su tono de voz, ya que su energía y pasión podrían ser malinterpretadas por los medios. La idea era evitar que el estereotipo de la “mujer negra enojada” se utilizara en su contra. En este sentido, Michelle Obama revela cómo su expresión auténtica fue utilizada a menudo como arma para desacreditarla.
“Me sorprendió que mi propio equipo de comunicación me sugiriera que cambiara mi manera de ser. Para ellos, mi entusiasmo y mi humor parecían ser un problema”, escribió Obama, quien también se sintió especialmente herida cuando una mujer negra de la comunidad la atacó por llevar ropa “demasiado común”, como un conjunto de pantalones cortos y camiseta de tirantes durante un viaje al Gran Cañón.
Una nueva filosofía de la moda en la Casa Blanca
En un periodo en el que Estados Unidos atravesaba una grave recesión económica, Michelle Obama adoptó un enfoque ecléctico y accesible en su estilo. Mientras que algunas primeras damas, como Nancy Reagan y Jacqueline Kennedy, se inclinaron por la alta costura, Obama se mostró a menudo con ropa de marcas más asequibles como H&M, J. Crew y Target.
En The Look, revela que, como primera dama, entendía que su papel no solo tenía una importancia ceremonial, sino que también representaba un ideal de feminidad accesible y moderna. En su caso, la moda no era una forma de mantenerse distante, sino de acercarse a la gente, de generar conexión y diálogo.
“Mi ropa debía reflejar que la Casa Blanca debía ser un lugar acogedor y abierto. Quería invitar a todos a entrar, a tener una conversación significativa”, escribió Michelle Obama. A través de su estilo, la ex primera dama no solo redefinió lo que significaba ser una figura pública en la Casa Blanca, sino que también utilizó la moda como un medio de representación auténtica y diversa.


