Orden ejecutiva

Afganas ante el veto migratorio de Trump: “Ser abandonados por América es devastador”

Entra en vigor la orden ejecutiva de Trump que impone un veto a 12 países y limita el ingreso desde otros siete, dejando atrapadas a miles de mujeres afganas que lucharon por la libertad y ahora enfrentan persecución, abandono y silencio internacional

La orden ejecutiva firmada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha entrado este lunes en vigor. A partir de ahora, se prohíbe la entrada de ciudadanos de doce países a territorio estadounidense y restringe severamente los viajes procedentes de otros siete. La medida, que entró en vigor el 9 de junio, establece que Afganistán, junto con Birmania, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen; quedan vetados completamente. Además, se limitarán los viajes desde naciones como Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela.

Según el propio decreto, la razón de esta restricción es que los países afectados son considerados “deficientes en cuanto a la detección y el control y representan un riesgo muy alto para los Estados Unidos”. Esta política será revisada cada 90 días, y cada 180 días elsecretario de Estado, Marco Rubio, deberá emitir un informe con recomendaciones para su mantenimiento, modificación o terminación.

Los pasajeros salen de la terminal internacional del Aeropuerto Internacional de los Ángeles

Este veto ha causado preocupación internacional, sobre todo por sus consecuencias humanitarias. La organización Amnistía Internacional lo ha calificado de “discriminatorio, racista y completamente cruel”, advirtiendo que “propaga el odio”. La secretaria general del organismo, Agnès Callamard, añadió que “señalar a las personas según su raza, religión o nacionalidad, de países con población mayoritariamente negra, marrón [aunque en español no usemos el término “piel marrón”, en inglés sí se utiliza “brown skin” para identificar los rasgos propios de las personas del sur de Asia] o musulmana, significa discriminación racial según los derechos humanos internacionales”.

“No somos al-Qaeda, somos quienes luchamos”

Uno de los casos más simbólicos de esta política es el de Fatima, una defensora de los derechos de las mujeres afganas que se encuentra atrapada en Pakistán a la espera de un visado estadounidense. “Desafortunadamente, las decisiones tomadas por el presidente Trump convirtieron todas nuestras esperanzas y creencias en cenizas”, declaró Fatima a Reuters. Con 57 años, después de décadas de trabajo en proyectos financiados por Estados Unidos en Afganistán, hoy teme por su seguridad y por el futuro de su hija adolescente, que ya no puede asistir a la escuela bajo el régimen talibán.

Afganistán
Niñas afganas en una escuela religiosa en Kabul, Afganistán
Efe

Fatima representa a las miles de mujeres que vieron frustrados sus sueños de libertad y seguridad. “No somos al-Qaeda, somos quienes luchamos, quienes dimos nuestra juventud, nuestra fuerza, nuestra energía física, nuestras voces, todo lo que teníamos, por el sueño de una nación pacífica, por un país en el que simplemente pudiéramos respirar, estuvimos junto a las fuerzas de la OTAN“, expresó. Y añadió: “Y hoy, ser abandonados por América no solo es trágico, es devastador. Es una fuente de profunda desesperación”.

Abandonadas por la comunidad internacional

Tras la retirada de las tropas estadounidenses en 2021, y con ella la recuperación del poder por parte del régimen talibán, EE.UU. y sus aliados prometieron ayudar a los afganos que colaboraron con ellos. Se crearon programas de reasentamiento, como el estatus SIV (Visa Especial de Inmigrante), y las prioridades P1 y P2. Sin embargo, la realidad ha sido desalentadora para muchos. Fatima, por ejemplo, se trasladó a Pakistán siguiendo instrucciones del gobierno estadounidense para completar el trámite desde un tercer país. En enero se le solicitó enviar los pasaportes de su familia, pero desde entonces, no ha vuelto a recibir noticias.

Los talibanes han impuesto restricciones severas a las mujeres: tienen prohibido viajar sin acompañante masculino y las niñas no pueden ir al instituto. El régimen afirma que respeta los derechos femeninos bajo su interpretación de la ley islámica, pero los informes internacionales y la experiencia de las mujeres indican lo contrario.

Niñas
Niñas afganas asisten a una escuela femenina de primaria en Kandahar, Afganistán
Efe

Mientras tanto, el gobierno de Pakistán intensifica su política de repatriación forzada de refugiados afganos, generando aún más temor entre quienes están esperando una oportunidad para rehacer su vida. Esta situación ha empujado a muchas familias a vivir ocultas, por temor a ser detenidas y devueltas a un país donde ya no están seguras.

“Esto es una traición”

Amnistía Internacional señala que el nuevo veto “inflige terribles sufrimientos a personas que huyen de zonas azotadas por la guerra, por las violaciones masivas de derechos humanos y otras situaciones de peligro”. Además, afirma que viola la obligación de EE.UU. de proteger a los solicitantes de asilo, según las leyes nacionales e internacionales.

La prohibición también ha sido recibida con indignación por parte de los solicitantes afganos. “Esto es una traición. Esta política cruel no solo va en contra de los valores fundamentales de Estados Unidos, también añade un dolor renovado a las vidas de miles de afganos que apoyaron a EE.UU. con valentía y lealtad”, declaró a EFE Ahmad Shakib, colaborador con medios estadounidenses durante la guerra y actualmente solicitante de una SIV.

Mujeres en Afganistán - Internacional
Mujeres afganas en Kabul
Shutterstock

Sahil Sadaat, otro solicitante SIV, lo expresó con crudeza: “Trump y su administración son opresivos y egoístas. Nos dejaron en un estado de incertidumbre, enfrentando desde la muerte literal hasta la destrucción económica”

“Un veto basado en el racismo y la xenofobia”

Además de Afganistán, los otros países afectados bajo el veto absoluto, la mayoría se encuentra en conflictos o crisis humanitarias. Aunque hay excepciones —como para quienes ya están en EE UU con visa válida, tienen “green card” o doble nacionalidad— el impacto será devastador para quienes aún esperan refugio.

Llegadas a la terminal internacional del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles

En palabras de Abdul Wasi Kandahari, beneficiario del programa P1: “Durante más de cuatro años no hemos podido trabajar porque se nos acusa de cooperar con los estadounidenses. Todo mientras enfrentamos la muerte cada día y, por otro lado, sufrimos económicamente”.

Como denuncia Amnistía Internacional, este veto es “un veto basado en el racismo y la xenofobia, no tiene nada que ver con la seguridad nacional o con garantizar la seguridad de nadie”. Y, como recuerda su secretaria general, las sociedades prosperan cuando se prioriza la seguridad de todos los seres humanos, sin importar su nacionalidad, religión o color de piel.

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