La imagen del humo blanco de la fumata papal emergiendo desde la chimenea de la Capilla Sixtina es uno de los símbolos más reconocibles de la Iglesia Católica. Este fenómeno visual, cargado de significado, anuncia al mundo que los cardenales reunidos en cónclave han elegido a un nuevo Papa. Sin embargo, no todos conocen el proceso técnico y simbólico que hay detrás de ese característico humo blanco.
Durante siglos, el humo blanco de la fumata papal se generaba de forma artesanal. Cuando no había acuerdo tras una votación, las papeletas se quemaban sin aditivos, produciendo naturalmente un humo negro. Pero si se lograba la elección de un nuevo pontífice, se añadía a las papeletas un manojo de paja húmeda. La combustión conjunta generaba ese color blanco característico que todos los fieles esperan ver sobre el cielo romano.
Este sistema rudimentario, basado en técnicas tradicionales, dio lugar a una liturgia visual muy potente. Pero el humo blanco de la fumata papal no siempre era del todo fiable. La atmósfera, la luz del día o incluso las condiciones meteorológicas podían distorsionar su color real.
Las imprecisiones del método tradicional
El humo blanco de la fumata papal, al contacto con el aire húmedo o con viento, podía verse alterado. En ocasiones, el humo negro se aclaraba ligeramente y sembraba la duda. Pero el mayor problema era cuando el humo debía salir blanco y no era lo suficientemente denso o claro. Eso provocaba confusión, sobre todo durante las votaciones matutinas, cuando la luz natural interfería con la percepción del color.
Un ejemplo paradigmático ocurrió el 19 de abril de 2005, durante la elección de Benedicto XVI. Tras la muerte de Juan Pablo II, todo el mundo estaba pendiente del cónclave. El escrutinio de la mañana, en una Roma cubierta de nubes, generó una humareda de tonalidad indefinida. Nadie sabía si se trataba del esperado humo blanco de la fumata papal… hasta que las campanas de San Pedro comenzaron a repicar, disipando la incertidumbre.

Aquel episodio llevó al Vaticano a replantearse el sistema. En la elección de Francisco, en marzo de 2013, el humo blanco de la fumata papal fue nítido y evidente. No solo porque el cielo estaba más oscuro al tratarse de una votación vespertina, sino porque se había implementado un nuevo mecanismo para asegurar la claridad del mensaje.
Benedicto XVI había ordenado la mejora del sistema, incorporando tecnología moderna. Así nació un método mixto. Se mantenía la quema de las papeletas, pero se añadía un sistema químico controlado que garantizara la visibilidad del humo blanco de la fumata papal, sin margen para el error.
Tecnología al servicio de la tradición
El nuevo sistema instalado en la Capilla Sixtina consiste en una segunda estufa, conectada a la misma chimenea que la tradicional. Esta estufa contiene cartuchos de productos químicos similares a los usados en las bengalas, capaces de generar un humo denso y perfectamente distinguible. Uno de los cartuchos emite humo negro, y otro, el tan esperado humo blanco de la fumata papal.
Este mecanismo electrónico fue explicado por sus creadores al canal France 24. Según detallaron, el sistema está diseñado para ser activado de manera muy clara y precisa. El humo negro se emite por defecto, mientras que para activar el humo blanco de la fumata papal es necesario girar una llave y pulsar un botón independiente. Así se reduce el margen de error humano.