En su primera semana como nueva ministra delegada de Francofonía, Asociaciones Internacionales y Franceses en el Extranjero, Eléonore Caroit quiere marcar una clara línea de actuación para su mandato: la diplomacia, afirma, debe ser feminista, inclusiva y firme en la defensa de los derechos fundamentales.
“En realidad, es mi primera semana como ministra”, sonríe Caroit, recién nombrada tras la crisis política que atraviesa Francia, con un récord de Gabinetes. Antes de ser ministra, ha sido diputada de la Asamblea Nacional y vicepresidenta de su Comisión de Asuntos Exteriores, en representación del partido del presidente Emmanuel Macron. Ahora, entra en escena en un momento crucial para la diplomacia francesa y para el debate internacional sobre la igualdad de género.

Desde la IV Conferencia de Política Exterior Feminista celebrada en París, Caroit sitúa la diplomacia feminista en el centro de la agenda de política exterior de Francia, haciéndose eco de un compromiso adoptado por el Gobierno galo desde 2019. “Como parte de la asociación global, contamos, en particular, con la diplomacia feminista, que Francia lleva años promoviendo”, explica durante un encuentro con periodistas extranjeras, entre las que se encontraba Artículo14. “Como ministra, me aseguraré de que todas las acciones de este ministerio integren las cuestiones de género”, promete.
Caroit insiste en que el compromiso de Francia con la igualdad de género es un principio que guía toda la política exterior. “Estamos viviendo momentos muy difíciles y algunos países están decidiendo que esto no es un tema importante. Nosotros pensamos todo lo contrario”, afirma. “Ahora más que nunca necesitamos hablar de los derechos de las mujeres, los derechos de las niñas, los derechos de las personas LGBTQ, y esto es algo que pretendemos promover y defender como parte de este Ministerio”. Insiste en que la cita en París sobre diplomacia feminista “es el núcleo de nuestra diplomacia”
El blindaje del aborto
Caroit considera que la reacción global contra los derechos de las mujeres es uno de los retos diplomáticos más urgentes de la década. Citando a Simone de Beauvoir, advierte que “siempre que se cuestionan los derechos y las instituciones democráticas, los derechos de las mujeres son los primeros en ser atacados“.
Desde los derechos reproductivos hasta la representación política, sostiene, “los derechos que creíamos conquistados y de alguna manera consagrados están siendo ahora cuestionados, en algunas partes de Europa, en Estados Unidos y en otros lugares”. Francia, recuerda con orgullo, se convirtió el año pasado en el primer país del mundo en consagrar el derecho al aborto en su Constitución, un hito simbólico en medio de esta regresión global.
“Para nosotros fue un gran paso”, admite. “Demostró que Francia se mantiene firme en la defensa del derecho a decidir, y queremos que ese mensaje resuene a nivel internacional”.
Al preguntarle sobre la creciente oposición conservadora y religiosa a los derechos reproductivos en algunas partes del África francófona, Caroit aboga por un nuevo enfoque basado en el respeto y la colaboración. “Nuestra relación con esos países está evolucionando”, informa. “Ya no se trata de una relación vertical entre Francia y África, sino de cómo garantizar que se preserven los derechos de las mujeres en todo el mundo”.

Caroit subraya que el objetivo de Francia no es crear divisiones -“Norte contra Sur, países francófonos contra otros”-, sino apoyar los valores universales. “En cada ciudad, en cada pueblo, debemos garantizar que se respeten, valoren y protejan los derechos de las mujeres. Si hoy tenemos que decirlo en voz alta es porque se están viendo amenazados en muchos lugares”.
América Latina, una fuente de inspiración
Como antigua diputada que representaba a los ciudadanos franceses en América Latina y el Caribe, Caroit habla con especial cariño de la región. Elogia movimientos como Ni Una Menos en Argentina y Es Hora de Mujeres en México por dinamizar la lucha mundial por la igualdad de género.
“América Latina es un ejemplo fascinante de cómo se trata de una cuestión global”. Para la ministra, “la región se ha mostrado muy activa y ha asumido recientemente un papel de liderazgo en materia de derechos de la mujer. No es un bloque monolítico, sino un mosaico de países con situaciones diversas, y debemos apoyar a los actores locales que trabajan sobre el terreno”, concluye.