Crisis política

Francia: ¿un gobierno técnico para curar al enfermo de Europa?

Macron sopesa nombrar un gobierno técnico para evitar el colapso institucional. El presidente busca un gabinete “sin ambiciones presidenciales” ni filiación partidista

Francia
Marine Le Pen (derecha) se aleja después de una conversación con Emmanuel Macron (izquierda), en el Palacio del Elíseo presidencial en París.
EFE/EPA/LUDOVIC MARIN

El deseo del primer ministro más breve de la V República francesa, Sébastien Lecornu, de que se forme un gobierno totalmente desvinculado de las ambiciones presidenciales ha reavivado los rumores sobre un equipo apolítico, supuestamente libre de maniobras partidistas y de segundas intenciones electorales. Ha bastado una frase de Sébastien Lecornu para que los rumores vuelvan a dispararse. Tras un inicio de carrera política accidentado que terminó con su dimisión exprés, el primer ministro dimisionario presentó a los franceses las conclusiones de la ronda de consultas que había llevado a cabo a petición de Emmanuel Macron.

Macron le ha vuelto a nombrar como primer ministro para presentar un presupuesto el lunes. Entre llamamientos a la izquierda y estabilización del bloque central, el rompecabezas chino continúa. El objetivo es claro: evitar el caos administrativo y económico garantizando un mínimo de continuidad estatal, sin tomar grandes orientaciones políticas controvertidas.

Emmanuel Macron saluda a los participantes durante una reunión ministerial sobre la implementación del plan de paz para Medio Oriente
EFE/EPA/THOMAS SAMSON / POOL MAXPPP OUT

Al término de esta “misión” de última oportunidad, el jefe del Gobierno saliente aseguraba que, en su opinión, el presidente estaba en condiciones de decidir su elección para Matignon este viernes por la noche, siempre y cuando nombrara detrás de él a un equipo “totalmente desvinculado de las ambiciones del Presidente para 2027”. Sin embargo, Macron ha insistido, él es el mejor para este puesto.

Esto va en contra de su efímero casting, que él mismo admite que carecía de “originalidad”. Esto ha reavivado las especulaciones sobre un ejecutivo técnico y apolítico, supuestamente libre de maniobras partidistas y segundas intenciones electorales.

En un punto muerto con los líderes de los partidos, Emmanuel Macron podría verse tentado por un equipo de gobierno formado por miembros de la sociedad civil, con el fin de avanzar y evitar batallas partidistas.

Un posible gobierno técnico

La crisis política francesa, caracterizada por la ausencia de una mayoría estable en la Asamblea Nacional desde la disolución de 2024 y la sucesión de primeros ministros, hasta la reciente dimisión del último Sébastien Lecornu, ha dado lugar a una solución habitualmente reservada a las democracias sumidas en un profundo fracaso institucional: la hipótesis de un gobierno técnico. Lejos de la tradición republicana francesa, esta hipótesis podría ser una de las salidas previstas por el presidente de la República como último medio de desbloquear la situación, ante la incapacidad de los bloques políticos para llegar a un acuerdo.

Un gobierno técnico, ¿qué es? Un gobierno técnico es, por definición, un gabinete compuesto no por personalidades políticas de los partidos, sino por expertos, altos funcionarios y tecnócratas de la sociedad civil, reconocidos por su competencia. Su función principal es despolitizar la gestión de los asuntos cotidianos y concentrarse en las cuestiones urgentes, la más apremiante de las cuales es la adopción de un presupuesto para el año siguiente.

La líder del grupo parlamentario Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, asiste a una sesión de la Asamblea Nacional francesa en París, Francia,.
EFE/EPA/YOAN VALAT

Sin embargo, el poder de este gobierno de transición seguiría siendo extremadamente limitado. Al carecer de apoyo político orgánico, estaría bajo la amenaza constante de una moción de censura y probablemente tendría que recurrir al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar sus textos, maniobra que alimentaría aún más la tensión democrática porque esta disposición permite al gobierno evitar la votación de dichos textos en la Asamblea Nacional. El nombramiento de un gobierno tan técnico también sería percibido por gran parte de la oposición como una elusión de la voluntad popular.

Mientras tanto, el desfile de presidentes de gobierno que nunca han conseguido gobernar Francia ilustra el estado de un sistema político en quiebra y, en definitiva, de un país paralizado ante los grandes desafíos. Francia se ha convertido en el “enfermo” de Europa. Y el médico se encuentra en un gobierno más técnico que político.

Similar al caso Italiano

En Italia, este tipo de fórmula gubernamental se ha utilizado cuatro veces desde 1993. Con una mujer al frente, Giorgia Meloni, Italia ha recuperado la estabilidad política, económica y financiera. Hace un mes, el ex Primer Ministro y presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, propuso un gobierno técnico para “salvar a Francia”. Al día siguiente de la dimisión de François Bayrou y del nombramiento exprés de Sébastien Lecornu, explicó que la tarea casi imposible de este último sólo era posible porque la búsqueda de un compromiso era la condición necesaria para la supervivencia de la legislatura. Con todas las diferencias que existen entre Francia e Italia, se trata básicamente de una perspectiva técnica de gobierno, una invención italiana.

Emmanuel Macron asiste a las celebraciones del Día de la Unidad Alemana en Saarbrücken, Alemania
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Francia, segunda economía de la Unión Europea, está a punto de ganarse el título de “enfermo de Europa”. Es un gorro de zopenco que han repetido varios países antes que nosotros: Grecia, Italia… Ahora le toca ponérselo a Francia. Probablemente en el peor momento de la historia del continente. En un momento en el que los peligros económicos, militares y estratégicos son máximos, y Francia está de rodillas.

La maniobra de gobierno político, extremadamente rara en Francia, no ofrece ninguna garantía de salida de la crisis política. Algunos dicen que si tenemos una personalidad que no es política en el sentido partidista, puede mover las líneas y, al final, permitir que el Parlamento francés llegue a acuerdos amplios. Sin embargo, esta práctica es extremadamente rara en Francia. En las últimas décadas, varias personalidades de la sociedad civil han sido nombradas miembros del Gobierno, pero nunca como presidentes de éste, y normalmente sólo como símbolos.