El nombre de Gisèle Pelicot se ha convertido en sinónimo de resistencia. La mujer que durante casi una década fue drogada y violada por decenas de hombres en el sur de Francia regresa este lunes a los tribunales. Lo hace para asistir al juicio en apelación del único de sus 51 agresores que ha decidido recurrir la sentencia.
El Tribunal de Apelación de Nimes, en el sur del país, examina desde hoy el caso de Husamettin D., condenado en diciembre a nueve años de prisión por violar a Gisèle Pelicot. El acusado, de 44 años, ya contaba con antecedentes por delitos relacionados con drogas, y ahora intenta reducir su pena ante la Justicia francesa. El proceso se prolongará hasta el jueves y volverá a poner sobre la mesa uno de los casos más sobrecogedores de violencia sexual de los últimos años.
Un caso que conmocionó a Francia
El caso de Gisèle Pelicot sacudió a Francia en 2024. La investigación reveló que su entonces marido, Dominique Pelicot, hoy de 72 años, la drogaba con somníferos para poder abusar de ella mientras se encontraba inconsciente. Lo hizo de forma continuada entre 2011 y 2020, en el domicilio familiar del pequeño pueblo de Mazan, una localidad de apenas 6.000 habitantes del sur del país.
En los primeros años, el único agresor era el propio marido. Sin embargo, con el tiempo, Dominique comenzó a contactar con otros hombres a través de una red social —posteriormente cerrada por la Justicia— para que ellos también participaran en las violaciones.

Las imágenes de los abusos quedaron registradas en miles de fotos y vídeos que el propio Dominique almacenaba meticulosamente. En muchas de ellas, los violadores aparecen posando frente a la cámara con el pulgar en alto mientras Gisèle Pelicot permanecía inconsciente. Aquellas grabaciones fueron la clave para identificar a los 51 hombres condenados por violación o agresión sexual en el primer juicio celebrado en Aviñón entre septiembre y diciembre de 2024.
Dominique Pelicot, el cerebro de los abusos
El marido de Gisèle Pelicot fue sentenciado a 20 años de prisión, la pena máxima por violación prevista en el código penal francés. No recurrió la condena. Según la investigación, administraba dosis de somníferos tan altas que su esposa caía en un sueño profundo, a veces al borde del coma, lo que le permitía cometer los delitos sin que ella tuviera consciencia alguna de lo ocurrido.
Dominique Pelicot llevaba además un registro digital de cada uno de los hombres que abusaban de su mujer, con nombres, fechas y fotografías. Ese archivo fue lo que permitió a la policía reconstruir el horror vivido por Gisèle Pelicotdurante casi una década.
Pese a haber aceptado la condena, el anciano podría volver a los tribunales próximamente. La Fiscalía lo investiga por otros dos casos: uno por violación y asesinato en 1991, y otro por tentativa de violación en 1999. En este último se halló su ADN en la víctima. En el caso más antiguo, las pruebas genéticas se perdieron, aunque el sospechoso sigue bajo vigilancia judicial.
La hija también lo denunció
La tragedia de Gisèle Pelicot se extiende a su familia. Caroline Darian, hija de la víctima y del agresor, también denunció a su padre por violación. Aunque no se logró probar ese delito, sí fue condenado por tenencia de imágenes de carácter sexual. Caroline declaró durante el primer juicio que había crecido en un entorno de violencia y manipulación psicológica, lo que añadió aún más dramatismo al caso.

El testimonio de ambas mujeres fue clave para visibilizar el alcance del abuso y el silencio que lo rodeó durante años. En este nuevo juicio, Dominique Pelicot acudirá al tribunal de Nimes el martes para declarar. Aunque su abogada, Béatrice Zavarro, ha adelantado que solo responderá a las preguntas relacionadas con el acusado que ha presentado la apelación.
Gisèle Pelicot, símbolo internacional contra la violencia sexual
Desde que se conoció su historia, Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo de la lucha contra las agresiones sexuales en Francia y en el mundo. Su testimonio, sereno pero firme, marcó el primer juicio y provocó una ola de solidaridad sin precedentes.

Durante aquellas semanas, cientos de personas la esperaban cada día a la salida del tribunal de Aviñón para aplaudirla. En redes sociales, el hashtag #JusticePourGisèle se viralizó como una muestra de apoyo y reconocimiento a su valentía. Ella misma agradeció entonces ese cariño:
“Gracias a todos vosotros tengo fuerzas para llevar esta lucha hasta el final. Esta lucha la dedico a todas las personas, mujeres y hombres, que son víctimas de violencia sexual. No estáis solos”, dijo Gisèle Pelicot durante su declaración pública.
Hoy, al regresar a los juzgados, lo hace como una superviviente que no busca venganza, sino justicia. Su caso se estudia ya en universidades y centros de investigación sobre violencia de género como un ejemplo extremo de abuso continuado, manipulación y resistencia.