La investigación en torno al “caso Koldo” en España ha topado con una maraña de presunta corrupción que se extiende más allá de los contratos públicos de emergencia hasta alcanzar, incluso, las altas esferas del poder en Venezuela. En el centro de esta compleja red de influencias y negociados se encuentra Delcy Rodríguez (Caracas, 1969), figura clave del cuestionado oficialismo venezolano, cuyo poder no se limita a su cargo de vicepresidenta.
Para comprender la magnitud de la conexión, es fundamental abordar la configuración del poder en el régimen de Nicolás Maduro. Es una hegemonía tripartita asentada en: la dupla Maduro/Cilia Flores, esposos y socios, a la manera de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en Nicaragua; Diosdado Cabello, militar retirado con el rango de teniente, cuya sombra impregna actividades irregulares de todo tipo, incluidas las órdenes de persecución, secuestro y tortura a disidentes y familiares; y los hermanos Rodríguez, cuyo poder se ha consolidado mediante su impronta en el ámbito empresarial.

El perfil de Delcy Rodríguez, en particular, es el de una figura siniestra, que no solo trabaja para Maduro, sino que también arrima el ascua a su sardina afianzando su influencia personal y pactando grandes negocios que le habrían acarreado una gran fortuna. El poder de Delcy Rodríguez es multifacético, abarca diversos sectores estratégicos en Venezuela. Su influencia se extiende a la escasa empresa que aún queda en Venezuela y al sector petrolero.
Lo rojo
Más allá de los negocios estatales, el poder de los Rodríguez se extiende a organizaciones de gran visibilidad, como la Federación Venezolana de Fútbol, la Liga Profesional de Béisbol y hasta la Cruz Roja Venezuela, intervenida en agosto de 2023 por el Tribunal Supremo de Justicia, tras lo cual el ubicuo Jorge Rodríguez, como presidente de la Asamblea Nacional controlada por el chavismo, se reunió con representantes de esa institución con la promesa de avanzar en una ley para “proteger” su función, al tiempo que la vicepresidenta Delcy jugaba en pared con su hermano pautando reuniones con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja “para explorar nuevos espacios de cooperación y reafirmar el compromiso del gobierno con su labor humanitaria”.
En suma, si además contamos la ascendencia de Delcy en Fedecámaras (asociación de cámaras empresariales, epítome del lucro y la propiedad privada), cuyas dos últimas untas directivas la han tenido de aliada cercana, tenemos un perfil en extremo influyente en distintos ámbitos de la sociedad.
Pero, quizás el aspecto más significativo de su preponderancia sea el control sobre las relaciones internacionales y aquí llegamos a la madre del cordero. A pesar de que existe un “canciller”, un tal Iván Gil, quienes en verdad llevan la agenda de tejemanejes y conversaciones diplomáticas son los Rodríguez. En la práctica, Delcy es la cara más visible de estas gestiones, aunque en las negociaciones “duras” es Jorge quien da la cara; y siempre, entre bastidores está la mano de Zapatero, a quien Delcy no se corta para darle el tratamiento de “príncipe”.
Desde el año 2013, cuando Nicolás Maduro llegó a la Presidencia, la figura de Zapatero ha sido crucial en el diálogo del régimen con la oposición y con los factores internacionales; sobre todo, en la intermediación con el gobierno español. Por ejemplo, en las decisiones de liberar presos políticos (en la actualidad pasan de mil), Zapatero tiene vara alta, de allí que el conocido periodista César Batiz lo haya aludido como “el otro canciller de Maduro”. Del hecho indudable de que Zapatero es operador del régimen da fe la circunstancia de poseer un piso de más de un millón de dólares en Caracas, que le habría cedido Maduro por servicios como el que desempeñó a la hora de facilitar la salida del presidente electo (el 28 de agosto de 20224) Edmundo González hacia España.

Lo amarillo
Es en este marco de poder consolidado se inserta la conexión con España. Un poco de contexto: en la madrugada del 19 al 20 de enero de 2020, se produjo un encuentro en el aeropuerto de Barajas, conocido como el “Delcygate”. A pesar de que Delcy Rodríguez tenía prohibida la entrada al espacio Schengen por las sanciones de la Unión Europea, ella viajó a Madrid, desde luego, en avión privado y con nutrido equipaje. En suelo español fue recibida por el entonces ministro José Luis Ábalos, acompañado de Koldo García Izaguirre, quien había trasladado a aquel al aeropuerto. No por nada, este incidente generó un escándalo político y levantó serias dudas sobre la transparencia y la legalidad de los contactos diplomáticos del gobierno español.
De manera más reciente, la investigación judicial del Caso Koldo ha evidenciado que el encuentro de Barajas no fue un hecho aislado. Las pruebas incautadas por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil revelaron un tinglado de contratos públicos, tráfico de influencias y comisiones irregulares que conectan al entorno de Ábalos con ciertos venezolanos.
Lo más sorprendente de la pesquisa fue la revelación, divulgada el 9 de septiembre de 2025, de que Koldo García mantuvo un contacto continuado con Delcy Rodríguez incluso después de la salida de Ábalos del Gobierno español. Comunicaciones registradas los días 3 y 5 de octubre de 2021, esto es, casi dos años después del “Delcygate” (y tres meses después de que Ábalos dejara su cargo), demuestran que su relación perduró más allá de su rol ministerial.
Esta conexión se vio reforzada por la implicación de Víctor de Aldama, otro de los principales investigados. Aldama, señalado como un “conseguidor” de la trama, habría mantenido negociaciones directas con Delcy Rodríguez para la compra de 104 barras de oro al régimen de Nicolás Maduro, haciendo referencia a los metales preciosos como “lo amarillo”.
Se ha destacado también Koldo García concertó la cita con Delcy Rodríguez en un momento en que la justicia española investigaba al expresidente José Luis Zapatero por supuestos pagos del régimen de Maduro. Los nexos de la trama con Venezuela se profundizan con la mediación de Jorge Jiménez, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol y agente de Delcy, quien es mencionado en las investigaciones por ser el conducto para que el entorno de Ábalos obtuviera negocios petroleros como pago de favores.
Lo oscuro
En España, las consecuencias de estas revelaciones son significativas. Aldama ha acusado a Ábalos y Koldo de presionar en el rescate de la aerolínea Air Europa y ha afirmado haber entregado importantes sumas de dinero a ambos. Por su parte, el Tribunal Supremo ha prorrogado la causa por seis meses más, demostrando la complejidad del caso y el vasto volumen de material que la UCO sigue analizando. La componenda ha salpicado a otros, como Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, cuyo papel en el caso está siendo investigado.
El “caso Koldo” y su conexión con Delcy Rodríguez no es solo un asunto de corrupción, sino un reflejo de las complejas y a menudo opacas relaciones entre esferas de poder político y económico. El escándalo ha puesto en duda la transparencia del gobierno, el cumplimiento de las sanciones internacionales y el uso indebido de los contactos diplomáticos. A medida que la investigación avanza, los hilos del conubernio se revelan más enmarañados, a poner en el mismo cuadro el rescate de empresas españolas con los negocios petroleros de Venezuela; y, en fin, corroborando el alcance global de la influencia de Delcy Rodríguez.
Lo marrón
Pero no todo es riqueza y mansiones regaladas. Delcy Rodríguez está bajo mucha presión por el pésimo funcionamiento de la “economía” venezolana. Como ella es la delegada de la trinidad en el poder para los asuntos económicos, ha sido culpada por Diosdado Cabello, el hombre duro del triunvirato, del desastre en el que está sumido el país con más reservas de petróleo del mundo.
La respuesta de Delcy ha sido como la de quien agita una linterna en un sótano en tinieblas: a quien apunte, lo manda a detener. A mediados de junio, de pronto las jaurías de secuestradores se volvieron contra varios economistas venezolanos, entre quienes se contaba el catedrático Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas de Chávez. La policía política del régimen los sometió a desaparición forzada porque, en sus análisis ofrecían datos y cifras económicas que contradecían el discurso oficial.
En los últimos días se ha hablado, sin que haya confirmación, de un supuesto arreglo por debajo de la mesa de los hermanos Rodríguez con Washington, para entregarle la cabeza de Maduro a cambio de quedarse ellos en el poder, con un empresario de su círculo íntimo como fachada en la Presidencia de Venezuela.
Este rumor corrió con mucha fuerza. Ningún indicio lo respaldó, pero a nadie le extrañó. Se da por cosa sabida que Delcy tiene ahorros y conexiones para salir bien librada, aún si a su espalda deja un paisaje de escombros humeantes.