Desde el día después de las elecciones presidenciales del año pasado, María Corina Machado, líder opositora venezolana y ganadora del Premio Nobel de la Paz, ha vivido escondida por temor a ser represaliada por el régimen de Nicolas Maduro. El mismo día en que el comité del Nobel le iba a entregar el galardón, avisó que viajaría a Oslo, aunque no llegaría a tiempo a la ceremonia.
“Estoy muy triste de comunicaros que no llegaré a tiempo, pero estaré en Oslo y estoy en camino ahora mismo”, comunicó por teléfono. Su hija, Ana Corina Sosa, recogió emocionada la distinción a la labor de su madre por la libertad de Venezuela y le puso voz. “Durante los últimos 16 meses en clandestinidad, construimos nuevas redes de presión cívica y desobediencia disciplinada, preparando a Venezuela para la transición a la democracia”, dijo Sosa durante el discurso de aceptación del premio.

Ante la mirada del mundo, la hija de la ganadora del premio Nobel insistió en que “los venezolanos pueden ofrecer al mundo la lección forjada durante este largo y difícil camino, ya que para tener democracia debemos luchar por la libertad”. Machado ha vivido bajo el constante temor de ser detenida. En enero, apareció efímeramente en una protesta tras cinco meses oculta.
La delicada situación personal y política de Machado ocurre en paralelo a la tensión desatada hace semanas con Estados Unidos, y las reiteradas amenazas de la Administración Trump de lanzar una operación militar en Venezuela bajo el pretexto de luchar contra el narcotráfico. La líder opositora venezolana dio apoyo a una intervención de Washington como mecanismo para derribar el régimen de Maduro, un posicionamiento que le generó críticas.
Trump eleva la tensión
Durante la noche del miércoles, el presidente Trump anunció que su país había interceptado y confiscado un petrolero frente a las costas de Venezuela, elevando la tensión entre Washington y Caracas.

“Acabamos de incautar un petrolero en la costa de Venezuela, un petrolero grande, muy grande, el más grande jamás incautado, en realidad“, indicó el mandatario al iniciar una mesa redonda con empresarios en la Casa Blanca.
Qué supone la salida de Machado
“Si consigue llegar a Oslo, demostraría que la dictadura no tiene tanto control sobre lo que está pasando en Venezuela como realmente intenta demostrar Maduro”, comentó a Artículo14 María Luisa Alonso, primera diputada venezolana en España. Y agregó: “Podría demostrar que a Estados Unidos le vendría muy bien que María Corina no esté dentro del país en una incursión militar terrestre, porque si la dictadura sabe dónde está, la pueden usar como rehén o para presionar al gobierno de Trump”.

¿Incursión terrestre?
Para Alonso, la salida de Machado del país “puede ser también una forma de pistoletazo de salida, una posible incursión vía terrestre por parte de Estados Unidos”. Si la Casa Blanca apuesta por la opción militar, está por ver si se limita a un operativo selectivo para dar un fuerte golpe a las bandas de narcotraficantes, o si Trump ordenaría una invasión masiva con el objetivo de destituir a Maduro. “Creo que eso es mucho menos probable y que provocaría un caos increíble y algo parecido a una guerra civil o, al menos, algún tipo de conflicto armado. No creo que vaya a dar lugar a la paz, la democracia y la creación de instituciones”, comentó la experta Rebecca Hanson a este diario.
En un artículo de opinión compartido en el New York Times, Ricardo Hausmann, ex ministro de planificación de Venezuela y José Morales-Arilla, profesor en la universidad Tecnológico de Monterrey (México), argumentaron que rebajar ahora la presión contra Maduro sería un fracaso. Admitieron que “críticos alertan que echar a Maduro podría convertir al país en un Irak o Libia del Caribe (estados fallidos con milicias enfrentadas), pero se trata de una analogía errónea”.

Para los autores, “no se comprende lo que Venezuela ha logrado y lo que está en juego para EE UU en la lucha para su futuro. En vista de la presión diplomática y los recursos militares que Washington ha comprometido en el Caribe, dar marcha atrás ahora no evitaría el desastre; al contrario, lo constituiría. Señalaría que una dictadura criminal disfrazada de Estado puede plantar cara a Estados Unidos y ganar”.
La dirigente opositora, que presuntamente llegará a Oslo este jueves, se erigió como la principal voz de la disidencia contra el gobierno de Maduro, desde que asumió el poder en 2013 tras la muerte de Hugo Chávez. En octubre de 2023 fue elegida candidata unitaria de la oposición en unas elecciones primarias, pero las autoridades le impidieron participar en las elecciones presidenciales celebradas el 28 de julio de 2024.

Hace unas semanas, el fiscal general venezolano, Tarek William Saab, advirtió a Machado que si abandonaba el país, la consideraría una “fugitiva” y buscaría arrestarla en caso de que intentara regresar. Desde 2014 pesa sobre Machado una prohibición de salida del país, impuesta por un tribunal por su presunta participación en los sucesos violentos en una marcha opositora en Caracas en febrero de 2014.
Según The Wall Street Journal, este desplazamiento a Oslo podría obligar a Machado a exiliarse definitivamente. Machado, sin embargo, ha expresado su intención de regresar “muy pronto” a su país tras su paso por Oslo. “Siempre vivimos preocupadas por donde está. La estamos esperando, mi corazón está palpitando como un niño esperando a Santa Claus”, reconoció Corina Parisca, madre de la ganadora del Nobel de la Paz.


