Las calles de Yakarta volvieron a llenarse este miércoles de manifestantes, pero esta vez con un matiz distinto: decenas de mujeres, vestidas de rosa y portando palos de escoba, encabezaron una marcha pacífica frente a la sede del Parlamento indonesio. El gesto, cargado de simbolismo, representó la primera manifestación sin enfrentamientos con la Policía desde que estallaron las protestas a finales de agosto, tras conocerse el aumento de los ingresos de los diputados hasta unos 14.000 dólares mensuales.
La iniciativa estuvo liderada por la Alianza de Mujeres de Indonesia (IWA, por sus siglas en inglés), que agrupa a 90 organizaciones y movimientos sociales. Las participantes pegaron en los muros del Parlamento fotografías de las víctimas mortales y exhibieron pancartas con exigencias claras: justicia para los fallecidos, una reforma policial y mayor transparencia en la Cámara. Una de las portavoces declaró que los palos de escoba simbolizaban su deseo de “barrer la suciedad del Estado, el militarismo y la represión policial”.

10 muertos y 4.000 detenidos
El detonante de la crisis fue la muerte de Affan Kurniawan, un joven conductor de motocicletas de la aplicación Gojek —el llamado “Uber indonesio”—, atropellado el 28 de agosto por un vehículo policial en Yakarta. Su fallecimiento desató la ira y convirtió manifestaciones inicialmente pacíficas en episodios de violencia que ya dejan al menos diez muertos, más de un centenar de heridos y cerca de 4.000 detenidos, según datos oficiales y de organizaciones de derechos humanos.
La Comisión para las Personas Desaparecidas y Víctimas de la Violencia de Indonesia (KontraS) informó que, hasta el 1 de septiembre, se habían registrado 23 denuncias de desaparecidos en cinco ciudades, de los cuales 20 seguían sin localizar. Paralelamente, la Fundación de Asistencia Legal de Indonesia reportó más de mil personas hospitalizadas en distintas regiones del país.

“Medidas firmes”
Las protestas no solo apuntan contra los privilegios de los legisladores. También han puesto sobre la mesa reclamos de fondo sobre el costo de vida, la corrupción y la desigualdad. El presidente de Amnistía Internacional en Indonesia, Usman Hamid, advirtió que “el Estado debe satisfacer de inmediato todas las demandas de la gente durante las manifestaciones antes de que se produzcan más bajas”. Por su parte, Montse Ferrer, subdirectora regional de Amnistía, calificó la represión como “alarmante” y recordó que “nadie debería morir mientras ejerce su derecho a la libertad de expresión y a la asamblea pacífica”.
El mandatario indonesio, Prabowo Subianto, reaccionó el domingo con la revocación de privilegios para los diputados, como dietas especiales y viajes de trabajo al extranjero. Además, ordenó a las Fuerzas Armadas y a la Policía “tomar medidas firmes” frente a los disturbios, lo que derivó en nuevos episodios de violencia. La Alianza de Mujeres de Indonesia, junto a otras organizaciones, denunció la criminalización de la disidencia y exigió la liberación de los detenidos sin cargos, así como la retirada de los militares de las funciones de seguridad civil.

“Rosa valiente”
La IWA reivindicó el uso del color rosa como símbolo de valentía, mientras que muchos manifestantes visten de verde en homenaje al uniforme de Gojek, en memoria de Affan. En redes sociales, la protesta ha ganado visibilidad bajo los lemas de “rosa valiente” y “verde héroe”.
En paralelo a la manifestación femenina, representantes estudiantiles se reunieron con vicepresidentes del Parlamento para exigir el cumplimiento de la promesa gubernamental de crear millones de empleos y revisar el Gabinete para combatir la corrupción. Herianto, ex coordinador de la Unión de Estudiantes de Indonesia, señaló a la BBC que “no se trata solo de un tema, sino de preocupaciones de larga data con la desigualdad, la gobernanza y la responsabilidad”. Y añadió: “El objetivo final es impulsar una gobernanza más responsable, transparente y centrada en las personas”.

Tensión y descontento
La presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Anis Hidayah, subrayó que la crisis refleja una falta de espacios reales para el diálogo. En sus palabras: “Cuando la gente quiere expresar sus problemas y dificultades, el espacio parece estar disponible, pero no de fácil acceso”.
Las protestas en Indonesia, que evocan los movimientos de reforma de 1998 contra el régimen de Suharto, han puesto nuevamente a las mujeres en la primera línea de la movilización social. Su marcha pacífica de este miércoles marca un contraste con los días previos de enfrentamientos, aunque el trasfondo sigue siendo de tensión y descontento.
En medio de la incertidumbre, la comunidad internacional ha pedido a Yakarta investigaciones rápidas y transparentes. Por ahora, los manifestantes siguen en las calles con un mensaje: las reformas simbólicas no son suficientes y la ciudadanía exige cambios estructurales en la gobernanza del país.