El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a sacudir el tablero comercial internacional al anunciar, a última hora de este jueves, un retraso en la aplicación de los nuevos aranceles de Trump. Inicialmente previstos para entrar en vigor este mismo viernes, la Casa Blanca ha publicado una orden ejecutiva en la que aplaza la medida hasta el próximo 7 de agosto a las 12:01 AM, hora del este estadounidense.
Este movimiento no solo da un respiro a varios socios comerciales, sino que plantea una serie de interrogantes sobre las verdaderas intenciones que se esconden detrás de esta decisión. ¿Se trata de una señal de apertura al diálogo o de una táctica para aumentar la presión? Lo cierto es que los aranceles de Trump se mantienen como una de las herramientas clave de su política exterior y económica.
¿Qué contemplan los nuevos aranceles de Trump?
El nuevo plan arancelario, publicado en la web oficial de la Casa Blanca, incluye modificaciones significativas al arancel “armonizado” vigente. Los aranceles de Trump establecen diferentes niveles de gravamen según el grado de alineamiento político y económico de cada país con Washington.
Los países con los que Estados Unidos mantiene una balanza comercial positiva seguirán sujetos a un gravamen del 10%, tal como se anunció el pasado 2 de abril. Sin embargo, los países que generan un déficit comercial para la economía estadounidense afrontarán un incremento mucho más severo. Un mínimo del 15%, tal como ha confirmado la cadena CNN.
Entre los países afectados por estos nuevos aranceles de Trump se encuentran Costa Rica, Ecuador, Venezuela y Bolivia. Todos ellos considerados como naciones con desequilibrios relevantes en su relación comercial con Estados Unidos.
¿Qué motiva el retraso?

La orden ejecutiva firmada por Trump especifica que algunos socios han aceptado compromisos significativos en comercio y seguridad. O están a punto de alcanzarlos. Esto sugiere que el aplazamiento podría tener como objetivo permitir que esas negociaciones finalicen antes de que los aranceles entren en vigor.
Sin embargo, no todos los países están en la misma situación. Según el propio documento, hay naciones que han participado en conversaciones pero no han ofrecido términos aceptables. Y otras que directamente no han mostrado disposición a colaborar. A todas ellas se les aplicarán los aranceles de Trump sin excepción.
Este margen de siete días puede verse, por tanto, como una estrategia de presión diplomática más que como un gesto de buena voluntad. Es una maniobra clásica del estilo Trump: endurecer el mensaje mientras se deja abierta la puerta a acuerdos bilaterales ventajosos para Estados Unidos.
Un escenario internacional tenso

La política de aranceles de Trump ha generado una fuerte tensión en los mercados y entre los principales aliados del país. En especial, los países de Hispanoamérica y el sudeste asiático han mostrado su preocupación ante la imposición de tasas que, en algunos casos, alcanzan hasta el 40 %, como ocurre con Birmania (Myanmar) y Laos.
Incluso naciones tradicionalmente neutrales o con relaciones estables, como Suiza, la República Democrática del Congo o Guinea Ecuatorial, se enfrentan a gravámenes superiores a los ya existentes. Lo que amplía el alcance geopolítico de los aranceles de Trump.
Este tipo de medidas proteccionistas no solo afectan al comercio bilateral, sino que también repercuten en la estabilidad económica global. Las empresas exportadoras temen represalias y una posible cadena de aranceles cruzados, como ya ocurrió durante la guerra comercial con China en la anterior presidencia de Trump.