La madrugada del 7 de septiembre de 2025, Rusia llevó a cabo uno de los ataques combinados más masivos contra Ucrania desde el inicio de la invasión a gran escala. Utilizaron un número récord de drones: 805 aviones no tripulados lanzados junto con 13 misiles.
Los ataques, que volvieron a tener como objetivo infraestructuras civiles, se concentraron en Kiev, Kremenchuk, Dnipró, Krivói Rog, Odesa y Zaporiyia. La defensa antiaérea ucraniana derribó 747 drones, lo que supone una eficacia superior al 92%, y cuatro misiles de crucero, pero aun así se registraron daños en 37 localidades.
Las muertes en la capital ucraniana
Los episodios más trágicos se produjeron en la capital. Un dron impactó en la ventana de un bloque residencial, provocando la muerte de una mujer joven y de su bebé de un año. La víctima fue identificada como Viktoria Hrebeniuk, trabajadora de una fundación benéfica. Otra mujer embarazada resultó gravemente herida y los médicos tuvieron que inducirle un parto de urgencia; tanto la madre como su bebé se encuentran en estado crítico. Kiev sufrió más de una decena de impactos que causaron incendios y destrucción en barrios residenciales. Por primera vez desde el inicio de la invasión rusa, se incendió el edificio de la sede del Gobierno. Para sofocar los incendios en los pisos superiores fue necesario el despliegue de un helicóptero de los servicios de emergencia, mientras la primera ministra de Ucrania, Yulia Svyrydenko, compartía imágenes del lugar atacado.
This is how the headquarters of Ukraine’s government now looks after this morning's Russian attack. Our whole team works in this building daily. Fortunately, no one was injured. Russian barbarism will not halt the work of Ukraine’s government.
The walls will be repaired, they… pic.twitter.com/Zc8aXkAtK1
— Yulia Svyrydenko (@Svyrydenko_Y) September 7, 2025
Los daños en las viviendas fueron graves: en un edificio de dieciséis plantas ardieron por completo los tres pisos superiores; en otro de nueve plantas se destruyeron parcialmente los pisos desde el cuarto hasta el octavo; en un tercer edificio se dañó el tercero y en un edificio de cuatro plantas se derrumbaron los dos pisos superiores. En los patios residenciales ardieron automóviles y los portales se llenaron de humo, configurando una escena de devastación totalmente ajena a objetivos militares. En la región de Kiev, un club hípico fue alcanzado por tres drones, lo que causó la muerte de varios animales, aunque no hubo víctimas humanas. La práctica habitual de Moscú volvió a repetirse: se lanzaron ataques sucesivos contra los mismos lugares mientras equipos de rescate y médicos trabajaban en ellos, lo que confirma la naturaleza terrorista de una estrategia dirigida a golpear barrios donde viven familias con niños.

La estrategia rusa para amedrentar a los ucranianos
El resto del país también resultó duramente golpeado. En Kremenchuk se registraron decenas de explosiones, el puente sobre el Dniéper resultó dañado, parte de la ciudad se quedó sin electricidad y fueron destruidos un edificio residencial y una instalación industrial. En Krivói Rog fueron alcanzados un polígono industrial, un edificio administrativo y una vivienda particular; varios automóviles ardieron y al menos tres personas resultaron heridas, una de ellas de gravedad. En Odesa resultaron dañados edificios residenciales, almacenes, el Palacio de Deportes e infraestructuras civiles, y ardieron coches, con un balance de tres heridos. En Zaporiyia, las explosiones afectaron a una guardería, dieciséis edificios residenciales y doce viviendas individuales, así como a una planta industrial donde se desató un incendio de aproximadamente mil metros cuadrados. Al menos diecisiete personas resultaron heridas. En Dnipró y su región, los ataques dañaron infraestructuras en varios municipios, mientras que en Nikopol una persona murió y otra resultó herida.
El ataque causó cortes de electricidad y activó los protocolos de emergencia en las regiones centrales, lo que afectó al suministro energético y al transporte. Moscú intentó interrumpir nuevamente la preparación para el invierno, dañar el sistema energético y de transporte, y aumentar el coste social de la guerra causando pérdidas económicas y dificultades cotidianas. En los barrios residenciales, centenares de ventanas quedaron destrozadas, se dañaron ascensores y escaleras, y muchas oficinas y viviendas privadas resultaron arruinadas. Muchas familias pasaron la noche en pasillos y refugios, mientras los niños se despertaban sobresaltados por las sirenas y las ondas expansivas.

Rusia juega con fuego
El mando de las Fuerzas Aéreas de Ucrania informó de que se habían lanzado varios drones desde territorio bielorruso. Uno de los drones alcanzó Polonia desde la región de Volinia y voló en dirección a Zamość, en el voivodato de Lublin. El incidente se produjo a la 01:13 de la madrugada. A la 1:41 se registró la intervención de la aviación polaca y, tras ello, el dron desapareció de los radares. No hubo confirmación oficial de su derribo. El episodio puso de manifiesto cómo Moscú juega deliberadamente al límite de los incidentes que podrían arrastrar a una región más amplia a la guerra. El ataque en oleadas de drones y misiles, incluidos balísticos y de crucero, fue una clara muestra de escalada precisamente en un momento en que se habla de “paz”. No se trató de una presión para negociar, sino de una maquinaria de destrucción continua, sin pausas.
La comunidad internacional reaccionó de inmediato. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró en la red social X que el Kremlin “vuelve a burlarse de la diplomacia y mata sin distinción”, y añadió que Rusia sigue violando el derecho internacional. Reafirmó que Europa apoya plenamente a Ucrania, refuerza a sus Fuerzas Armadas, establece garantías de seguridad a largo plazo y endurece las sanciones para presionar a Moscú. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa, Jan Lipavský, calificó a Vladímir Putin de cobarde por atacar a mujeres y niños, y recalcó que quienes hoy abogan por interrumpir la ayuda a Ucrania se alinean, de hecho, con el agresor.

La magnitud de la tragedia subraya que las condolencias deben transformarse en acciones concretas: el refuerzo urgente de la defensa antiaérea ucraniana con más baterías Patriot, IRIS-T y NASAMS, junto con misiles PAC-3 MSE y AIM-120; la ampliación de las sanciones a las cadenas tecnológicas militares rusas en sectores como la microelectrónica, la óptica y los motores, y el bloqueo efectivo de los seguros de transporte “gris” y de la logística que permite evadir sanciones mediante terceros países. El Kremlin no presta atención a las declaraciones diplomáticas, sino a dos señales concretas: la eficacia de la defensa aérea ucraniana y el coste real de las sanciones.
Rusias solo responde ante la fuerza
Los ataques masivos de julio y la ofensiva de esta madrugada demuestran que Rusia no respeta los acuerdos y solo responde a la fuerza y a consecuencias inevitables. Si cada nuevo ataque no conlleva un precio verdaderamente alto (drones y misiles derribados, fondos congelados y procesos judiciales contra las cadenas de suministro), las noches de explosiones se repetirán una y otra vez.