Opinión

Carlos Cuerpo, ministro de moda

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En este Consejo de Ministros tan plural, poliédrico, sincronizado en la opinión, fragmentado en las convicciones, purista en los valores, radical en la ideología, acerado en la declaración, elusivo en la responsabilidad; la figura serena, mesurada y dialogante, aderezada con un toque tecnocrático, que tanto gusta en economía, de Carlos Cuerpo Caballero gana enteros por días. El ministro Cuerpo demuestra su inclinación innata para abordar las cuestiones peliagudas y los momentos de mayor tensión con la calma de un veterano y el espíritu de concordia jobiano que sorprende a propios y extraños, dada la iracundez que domina la política española y el espíritu guerracivilista del jefe del Ejecutivo.

Presentemos al personaje. Carlos Cuerpo era un desconocido en la vida pública española hasta que el dedo poderoso de Nadia Calviño le designó como heredero de la cartera del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, tras su marcha como presidenta del Banco Europeo de Inversiones. Su nombramiento fue entendido como una apuesta por la continuidad en la política económica de estos últimos años. Pese a su juventud, Cuerpo ya atesoraba una sólida experiencia en el servicio público. Había sido director general de Análisis Macroeconómico y secretario general del Tesoro y Financiación Internacional, además de haber trabajado en la Comisión Europea y en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF).

Carlos Cuerpo no tiene carnet del PSOE. Supongo que es un socialdemócrata, cercano ideológicamente a aquellos que en las décadas de los ochenta y los noventa tan brillantes servicios prestaron al desarrollo de España y a su integración en las estructuras europeas. Aquellas generaciones que creyeron en la modernización del país, en su regeneración, en su incorporación al mundo desarrollado, poniendo por encima los intereses nacionales que los suyos personales o los de partido. Podríamos decir que, en este espectro tan ideologizado que encarna el Ejecutivo, estamos ante un escaso ejemplar de tecnócrata, poseedor de una sólida formación académica y una capacidad competencial adornada con una actitud conciliadora. Natural de Badajoz, se licenció en la Universidad de Extremadura, se doctoró en la Autónoma de Madrid y obtuvo un máster por la London School of Economics. Con posterioridad, ganó su oposición al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado.

Hay un par de aspectos de su vida personal que destacaría sobremanera. Es nieto de un minero de la Siberia extremeña. Y jugó al fútbol. Su posición era la de medio centro defensivo en el Puerta Palmas, de la Regional Preferente de Extremadura. Ahora se dedica a correr carreras populares. Son rasgos que infunden carácter.

Al repasar la historia de los ministros del PSOE al frente de la cartera de Economía vemos que la lista la inaugura ni más ni menos que Miguel Boyer, impulsor de reformas liberalizadoras y a quien nadie puede discutir su enorme categoría. Le siguió la inteligencia de Carlos Solchaga, vigilante del déficit y creyente en la apertura de la economía española. El siguiente, en dos etapas, fue Pedro Solbes, otro hombre sereno y concienzudo que sirvió a dos presidentes de cataduras distintas: Felipe González y el hoy prestigiado lobista José Luis Rodríguez Zapatero. Le tomó el relevo Elena Salgado, que lidió con la gran crisis financiera que llevó a España contra las cuerdas. Y la última, Nadia Calviño, cuya soberbia ha sido su peor enemigo.

La figura de Carlos Cuerpo ha ido ganando peso con el paso de los meses. Una de sus primeras decisiones, no sé si más suya o más obedeciendo una orden de Pedro Sánchez, fue la propuesta de José Luis Escrivá como nuevo gobernador del Banco de España. Lo hizo argumentando su experiencia y capacidad técnica. Nadie lo podía discutir. Pero estas innegables cualidades, corroboradas con el paso del tiempo, estaban empañadas por una dudosa independencia de criterio al saltar de la butaca del Consejo de Ministros al sillón de la calle Alcalá.

El mandato de Cuerpo se caracteriza por una apuesta por el crecimiento económico y el control de la inflación. Los datos apuntan a un crecimiento del 2,5%, animado por la marcha del turismo y por el gasto público, bastante superiores al resto de los países europeos. Sus dos grandes retos son la reducción del déficit y de la montaña de deuda pública de España. Las cifras no son buenas y los augurios tampoco lo son. El ministro cree en las mejoras sociales que conlleve el crecimiento económico, mejorando el acceso a la vivienda o limitando las desigualdades. De su boca, al menos yo no lo he percibido, no ha salido ningún ataque a las denostadas empresas privadas, ni a los bancos, ni a las energéticas, ni a esa nueva categoría social de los ultrarricos.

Cuerpo tiene por delante tres buenos morlacos. Por un lado, la financiación sostenida del aumento de los gastos para Defensa. Por otro, la gestión de la política comercial y arancelaria impulsada por el presidente Trump. Y, por último, la decisión del Gobierno sobre la OPA del BBVA sobre el Sabadell.

La financiación de los gastos en Defensa es un asunto espinoso que sigue sin resolverse. Por ahora, el Gobierno ha hecho una faena de aliño para llegar este año al 2%. Pero sigue el interrogante sobre el futuro. Financiación europea, partidas que no computen como déficit, otro hachazo a los bancos. Eso, sin tocar el gasto social. Ahí están las hipótesis. Veremos qué camino se toma.

Los aranceles son otro caballo de batalla. Cuerpo tuvo que subirse sobre la marcha a un avión para endulzar el inoportuno viaje de Sánchez a China en medio del chaparrón trumpista. En Washington lo recibió Scott Bessent, el secretario del Tesoro dispuesto a cortar el cuello del propio Sánchez. La reunión resultó bastante bien, pues tanto Bessent como Cuerpo son personas educadas y templadas, capaces de avanzar en un entendimiento para reestablecer las relaciones comerciales trasatlánticas. En España, ha estado discutiendo con Juan Bravo, el secretario económico del Partido Popular, el decreto antiaranceles del Gobierno. Bravo también es un hombre de encuentros. Durante unas semanas parecía que se abría un paréntesis en la áspera política española. Y que los dos partidos que representan al grueso de los españoles serían capaces de entenderse, pero no fue así. Una lástima.

El último morlaco de Cuerpo es la OPA del BBVA. Desde el minuto uno, el ministro se ha opuesto al movimiento por razones de concentración bancaria, merma del crédito, inclusión financiera y pérdida de oficinas. Una y otra vez, no se ha movido de su posición. El presidente, insólitamente, ha abierto una absurda consulta popular, que será la repetición chusca de la dirigida por la CNMC en la fase 2. Veremos cómo lo gestiona Cuerpo en una de esas decisiones que marcan la carrera de un ministro.

El vigésimo verso del El Cantar del Mio Cid comenzaba aseverando: “!Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor!”. Sobran comentarios añadidos.