Opinión

Mar de fondo

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Estoy muy sorprendida del éxito mediático que ha tenido la vuelta de Mar Flores a los ruedos mediáticos. No dudo que la salida de su autobiografía tiene mucho que ver con la súbita popularidad de su hijo Carlo. Nunca me quejaré de que de un famoso escriba sus memorias. Es un subgénero literario que tiene cierto interés, sobre todo cuando pasan unos veinte años de su publicación y ya se puede leer con distancia. Son libros en los que no hay que entretenerse mucho, lecturas de piscina o de trayecto en bus para gente que quiere evadirse un poco en mentiras bien envueltas.

Jimmy Jiménez Arnau, Ana Botella, Belén Esteban, Jorge Javier, Bárbara Rey, Cayetano Martínez de Irujo, Isabel Preysler, Lydia Lozano, Sara Montiel, Carmen Sevilla… la lista es muy larga. A esta liga de vidas con glamour se suma ‘Mar en calma’, sonrojante título para la autobiografía de esa mujer que fue apodada hace décadas “la flor de Usera” por el clasista, xenófobo, y misógino ex presidiario Coto Matamoros. Mar, que era de Legazpi, pasó a ser de Usera, y por ser Usera un barrio más humilde que Legazpi, sirvió de sobrenombre para una mujer cuya ambición pesó más que los orígenes. Los Matamoros siempre se han tenido por todo lo que no son.

Mar Flores pasó de no existir a ser el perejil de todas las salsas. Sobre su chepa llegaron a la televisión los hermanos alopécicos, y ella llegó a lo más alto de la prensa del corazón sin tener una belleza destacable. ¿Era guapa? Sí, pero en absoluto equiparable a otros rostros de la época: Eugenia Silva, Laura Ponte, Judit Mascó, Inés Sastre, Esther Cañadas, o Verónica Blume. Mar Flores estaba presente gracias a sus parejas, y todas fueron noticia, tanto al forjarse como al terminar. Si el villano de la vida de Tamara/Ámbar/Yurena fue Arlequín, en la de Mar Flores fue Lecquio, aunque sospecho que las 251 páginas del libro hay más villanos que héroes.

He visto un montón de entrevistas a Mar Flores a lo largo de mi vida, siempre en esos viernes o sábados en los que no había más plan que quedarse en casa y ver la tele todos juntos. No recuerdo una sola frase graciosa, ingeniosa o simpática saliendo de la boca de la flor. Sí recuerdo – y he podido corroborarlo gracias al video que alguien subió a YouTube – cuando fue la protagonista de la última película de Juan Antonio Bardem, titulada ‘Resultado final’ (un pésimo broche para su carrera). La prensa la despachó con crueldad y pitorreo, haciendo mofa y befa de las dotes actorales de la modelo, que no eran mucho peores que las de otras mujeres elegidas más por su físico que por su talento. Los animo a buscar ese video, a ver si consiguen no enfadarse.

La semana pasada, al hilo de la publicación del Mar de fondo, el programa De Viernes, en un acto de crueldad digno de la cadena en la que se emite, invitó a Carlo Constanzia (ex marido de Mar Flores y padre de tres hijos presidiarios, uno de ellos Carlo Jr.) a hablar de las memorias de la modelo. La entrevistadora era Terelu (suegra de Carlo Jr., y por lo tanto abuela del mismo niño que Mar Flores), que consintió un rosario de comentarios retrógrados sobre la vida de la abuela del que también es su nieto. La visita del inmundo Constanzia. Ya les digo que en esta historia no hay héroes, solo villanos. Y de haber víctimas – que no lo sé – son Carlo Jr. Y Alejandra Rubio (hija de Terelu), el uno por tener esos padres y la otra por estar enamorada y no haber conocido nada que no fuera la televisión. Y, por supuesto, la víctima más joven es el hijo que la por ahora pareja tiene en común.

La vida de Mar Flores es como la película ‘Showgirls’, donde la única persona que no es mezquina acaba en el hospital tras una paliza y violación múltiple. Si leo sus memorias será dentro de veinte años, para saborearla tras el paso del tiempo, como he hecho con las de Poli Díaz, Richy Castellanos, o Espartaco Santoni. No sé si la vida de esta mujer tiene algo importante que decirnos. Supongo que no. Hasta que no haya una foto de ella como la que le sacaron a La Bella Otero en Niza, cuando ya ni era bella ni vivía una vida de ensueño en París, no podré sacar conclusiones. Hasta ahora solo tengo claro que del oropel es mejor apartarse, que hiede, no abriga, y arde como la yesca.

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