Yo ya había olvidado a Nannysex, como toda España. Al enterarme de la noticia de su puesta en libertad, decidí ver un documental que tenía pendiente. De nens, dirigido por el difunto Joaquin Jordá en 2004, sigue el proceso de Xavier Tamarit Tamarit, uno de los condenados por abusos sexuales a menores en 1997. El documental, si no se tienen datos en la mano, no explica el caso. Sus virtudes – que las tiene – florecen en otros puntos. La aparición de Arcadi Espada (autor del libro Raval: del amor a los niños) en defensa de los acusados es una sorpresa para quienes no seguimos el caso en su día.
Tamarit defendía su inocencia, aunque no negó sentir atracción sexual por los menores de edad. En sus declaraciones (más emotivas que escalofriantes) decía no saber de dónde venía esta inclinación. Jordá quiso vincular la gentrificación del Raval con el caso de la red de pederastia, aunque en 2004 nadie hablaba de turistificación. Han pasado veintiún años de aquel documental. En 2004, Álvaro Iglesias Gómez, alias Nannysex, abusaba en Lo Pagán (Murcia) de cinco niños a los que, además, grabó en video. Álvaro Iglesias Gómez tuvo tres cómplices en lo tocante a distribución de pornografía infantil. Uno de ellos (José Gómez Cansino) coincidió con Xavier Tamarit en la cárcel de Valdemoro. Ambos hacían labores en la biblioteca del centro penitenciario, y allí fueron descubiertos con un discreto alijo de material pedófilo en forma de recortes, CDs y disquetes (año 2009).
Tamarit fue condenado en 2004 a 66 años de cárcel, y Álvaro Iglesias Gómez a 58. A José Gómez Cansinos (el “cerebro” informático del grupo de Nannysex) solo le cayeron 31. Lo que tienen en común estos tres varones, además de los delitos de pederastia, es la reincidencia. Con circunstancias personales dispares, se trata de tres hombres con una inclinación sexual que daña a otras personas, en este caso menores de edad (y, en el caso de Nannysex, hablamos de niños menores de cinco años). Tienen en común sentirse atraídos por niños y haber puesto, de manera reiterada y prolongada en el tiempo, todos los medios a su alcance para abusar de menores de edad y, además, grabarlo y distribuirlo. Nannysex, libre desde el viernes 16 de mayo, se escapó durante tres días en un permiso penitenciario, y no se sabe lo que sucedió en ese tiempo. Hace no tanto le sorprendieron en su celda masturbándose con un catálogo de ropa infantil. La cárcel no rehabilita casi nunca, aunque ofrece oportunidades. Hoy en día, muchos presos pueden tener móvil en la celda, nadar, hacer jardinería, o estudiar una carrera. No todo el mundo vale, ni todo el mundo puede.
En el excelente documental sobre el asesino de Pedralbes, José Luis Cerveto se lamenta (en el mejor momento de la película que, por desgracia, está totalmente fuera de foco) de no poder hacer nada para frenar sus impulsos. Escuchamos a un pederasta y asesino que sabe que lo es y que no ha encontrado ni un tratamiento ni un psiquiatra que le atienda en condiciones, o eso dice él en esta película de 1979.
Le oí decir a la crítica cultural Mery Cuesta que la “literatura carcelaria” (supongo que estos documentales caen en esta categoría) era pródiga en autocompasión. Casi todos los criminales saben dar pena. En el caso de Nannysex, ni siquiera lo intentó. Siempre se jactó de sus nefandos actos. Aun así, ha salido de la cárcel tras veintiún años, con 42 años. La mitad de su existencia la ha pasado en prisión. Hoy es ya un ciudadano libre y más pronto que tarde volveremos a saber de él, como siempre sucede en este tipo de casos. Y ahora la demagogia que la aplique otro, que yo no tengo ganas.