No ha sido Donald Trump el ganador del Nobel de este año. Si lo obtiene alguna vez, no será tan rápido. Pero por insistir no ha quedado. Trump, que se ha descrito como un “pacificador” global, ha reivindicado en estos últimos meses su papel en la resolución de conflictos y ha llegado incluso a asegurar que no recibir el Nobel sería un “insulto”. Finalmente el Comité Noruego, responsable de conceder el premio Nobel de la Paz, ha esquivado la presión manifestando que, a lo largo de su historia, ha tenido que permanecer ajeno a otras campañas y postulaciones mediáticas. Que lo reciba María Corina es una gran alegría. Por su lucha por la democracia en Venezuela y por ser una mujer tan lúcida y guerrera. Este Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a 139 personas a lo largo de la historia. De 92 hombres y 28 asociaciones premiadas, 19 de los galardones los han recibido mujeres. Como ha dicho el líder opositor venezolano y excandidato presidencial Edmundo González Urrutia, es un reconocimiento a “la lucha de una mujer y de todo un pueblo” por la “libertad y democracia” en Venezuela.
La vida de María Corina es muy dura. Se enfrenta a una dictadura sanguinaria y peligrosa. Pero su valor recibe la simpatía y el reconocimiento de muchas entidades y países. El 24 de octubre pasado, en el Parlamento Europeo, los ganadores del Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia de 2024 fueron Edmundo González y la propia María Corina Machado por «su valiente lucha para restaurar la libertad y la democracia en Venezuela». Un galardón que les fue entregado en diciembre y recogido por la hija de María Corina. También el 6 de marzo de 2025 recibió el Premio Clara Campoamor del Ayuntamiento de Madrid por «encabezar en Venezuela una enérgica defensa de los derechos humanos y la libertad frente a la dictadura».
Es triste pensar que el partido socialista hace años que está más del lado de las dictaduras que de las democracias. En mi etapa como eurodiputada, legislatura 2014-2019, entre otras comisiones y asambleas, fui miembro suplente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Lat, con atención especial a Cuba y Venezuela. Con Cuba, por ejemplo, fui «ponente alternativo» con mi compañero Pavel Telička del informe para el Acuerdo de Diálogo Político entre la Unión Europea y Cuba por Alde (liberales del PE). ¿Y por qué les cuento eso? Porque sufrimos de primera mano esa doble vara de medir que tienen los políticos progres con las dictaduras izquierdistas. A la misma Alta Representante de entonces, la sectaria Mogherini, no le escuchamos en el debate ni una sola referencia a la oposición democrática de Cuba, que son más de sesenta entidades en la isla, ni a la comunidad cubana en el exilio. También el PSOE obstaculizaba todo reconocimiento a la oposición democrática en Cuba y en Venezuela. Tuvimos tiras y aflojas tremendos, por ejemplo, con Elena Valenciano, ponente del Acuerdo de Diálogo por su grupo. Como osamos denunciar su poco decoroso papel y la tibieza de Mogherini, se enfadó y nos calificó como “la derecha y sus adláteres”. A ella le pareció un insulto.
No olvidaré tampoco un viaje en avión donde pude escuchar una conversación entre dos eurodiputados catalanes, uno convergente y el otro del PSC. Se burlaban ambos de que estuviéramos los miembros de Ciudadanos Europeos (formado por diputados de Ciudadanos y de UPYD) constantemente trayendo a colación Venezuela “como si el resto del Grupo Alde estuviera tan interesado” como nosotros. Al parecer los diputados de países educados apenas hablaban de “sus excolonias”, expresión literal del convergente asentida sin reparos por el del PSC.
No creo que les sorprenda si les digo que en Cataluña el “nacionalprogreísmo” tiene un ramalazo antiespañol considerable. Imagino que estos políticos tan ciegos sobre el papel de España en Hispanoamérica y en el mundo se sentirán ahora un poco más incómodos. Y para mí es otro motivo por el que doy la bienvenida a este premio Nobel de la Paz a Maria Corina Machado.