Con todos los puentes rotos. Así llegan Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo a la fiesta de la Hispanidad. La tensión será más que evidente entre ambos, a pesar de que el Palacio Real ofrece un entorno propicio para el encuentro. Normalmente, políticos de uno y otro signo político suelen aprovechar para relacionarse en un ambiente más distendido que el “ring político” que se ha convertido el Congreso.
El presidente del Gobierno y el líder de la oposición protagonizan un pulso que se ha ido agudizando desde las pasadas elecciones generales. La distancia entre ambos es ahora irreversible, según coinciden sus partidos, y se ha incrementado al calor de las investigaciones judiciales que cercan al PSOE por corrupción.

El punto de inflexión, además, ha llegado esta semana, cuando el líder del PP ha anunciado que llevará a Sánchez a declarar a la comisión política de investigación sobre la corrupción del PSOE en el Senado. El hecho de que el propio Feijóo haya vinculado al socialista con la prostitución no ha ayudado tampoco a que el Ejecutivo haya intentado rebajar el diapasón contra la oposición.
Alejado un atisbo de entendimiento, uno de los objetos de los fotógrafos este domingo será el de retratar cualquier muestra de acercamiento. Una esperada foto que no se produjo el año pasado. Elocuente fue la imagen de Sánchez y Feijóo separados por escasos metros mientras se criticaban mutuamente. El líder del Ejecutivo llegó a llamar “torquemada” a su homólogo de oposición por sus denuncias tras conocerse los primeros titulares sobre el “caso Koldo”.
Sánchez y Feijóo llegaron a estar un año completo sin hablarse. La última reunión entre ambos fue en marzo de este año cuando el primero convocó una ronda de reuniones con todos los partidos para hablar sobre seguridad europea y gasto en Defensa. Ese fue el primer contacto que mantuvieron en casi 500 días, cuando PSOE y PP se sentaron para desbloquear la reforma del artículo 49 de la Constitución.
Su última llamada remonta a la crisis generada a raíz de la crisis derivada por el apagón. Un día y medio después de que sucediera.

Con estos mimbres, cualquier posibilidad de acuerdo entre Sánchez y Feijóo queda en agua de borrajas. Solo han sido posibles dos durante toda la legislatura: el acuerdo para renovar la cúpula del Consejo General del Poder Judicial y la reforma de la Constitución para eliminar el término “disminuido”. En papel mojado queda el pacto de Estado contra el cambio climático anunciado por Pedro Sánchez tras los incendios.
Y todo en un escenario nacional e internacional en el que el consenso entre los grandes partidos impera. El reto de la Defensa, después del tirón de orejas de Donald Trump a España, o la necesidad de remar a favor de la paz en la guerra en Oriente Medio o en Ucrania suponen algunos de los grandes desafíos en la política internacional.
Hablan los expertos
No es, sin embargo, un caso excepcional, advierte el Director de Asuntos Públicos de Atrevia, Manuel Mostaza. “La polarización es generalizada en Occidente”, advierte.
La ausencia de pactos de Estado, eso sí, actúa en detrimento de las instituciones. “Que los dos principales partidos, que podrían hacer reformas de altura, no se hablen, no es bueno para la democracia”, reflexiona. “La política afecta a la institucionalidad y a la percepción o credibilidad de las instituciones. Y esto es preocupante”, confiesa Pedro Marfil profesor en la Universidad Camilo José Cela y miembro directivo de ACOP.

A su juicio, el clima de polarización existente en la política contribuye a la “merma de las instituciones”. Advierte de que después será “muy difícil restaurar” esa credibilidad en las instituciones. “Es un búmeran por el sistema político que tenemos”, reflexiona.
Este distanciamiento político contribuye a una ciudadanía “harta y cansada”, según analiza Allende Martín, consultora política y analista, Ceo de CompoLider, que recientemente ha recibido el Premio a Mujer influyente del Año 2025 por los Napolitans. Esa lejanía se comprobará con toda seguridad en los abucheos de la ciudadanía a la clase política. “Veremos como el distanciamiento es real”, asegura.
La politóloga denota en España la irrupción de un nuevo fenómeno que serían los “depravadores políticos”, en palabras del escritor Giuliano da Empoli. “Políticos a nivel mundial que tratan estar en el poder a costa de todo o vaciar las instituciones en su favor”, define tras repasar algunos de los casos judiciales que afectan al Gobierno. “Este tipo de política hace que la ciudadanía piense que los políticos no resuelven sus problemas”, dice.
El papel de Illa
A la falta de interlocución política, se une la deteriorada unidad nacional. Por partidos, ni Podemos, ERC ni Bildu asistirán al desfile nacional ni a la posterior recepción organizada por Casa Real. Los morados han organizado unas jornadas bajo el lema “Nada que celebrar” y lo propio hace Bildu con unas jornadas “antiespañolistas”. Tampoco estará presente el presidente de Vox, Santiago Abascal. Ni en el desfile, ni en la recepción real. Así se lo comunicó ayer al Rey. Solo compartirá espacio con Sánchez donde pueda “denunciar la corrupción”, en referencia al PSOE. Seguirá el desfile desde la calle. “Debería ser una celebración en la que todos los partidos estén a la altura”, lamenta la politóloga Allende Martín.
Por comunidades autónomas, registrarán ausencia los presidentes del País Vasco, Imanol Pradales; de Canarias, Fernando Clavijo; y de La Rioja, Gonzalo Capellán. Los presidentes de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, y de la Región de Murcia, Fernando López Miras, tampoco acudirán y han escusado ante el Rey su ausencia con motivo de las fuertes lluvias que viven sus comunidades. Desde que la Generalitat de Cataluña la preside el socialista Salvado Illa, su presencia es habitual.