Un 13 de Diciembre, hace exactamente 550 años, Isabel de Trastámara se proclamó reina de Castilla en Segovia. Tras arrebatarle el trono a Juana la Beltraneja en la guerra de sucesión, llegó a culminar, junto a Fernando de Aragón, la reconquista que inició Don Pelayo en el año 722. Pese a que la primera mujer en reinar en la península fue Urraca I de León, ella fue la primera soberana tras la reunificación de los territorios que constituyen España y la primera gran reina de Europa: nunca una mujer había acumulado tanto poder. Ninguno del dos integrantes del matrimonio conocido como Los Reyes Católicos se convirtió en consorte, sino que tras el acuerdo de Concordia de Segovia en 1475, conservaron la titularidad común por derecho propio. De ahí el dicho: “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”.
Desde entonces, sólo otras dos mujeres han reinado en nuestro país: la hija de Isabel y Fernando, Juana, apodada “la loca” por su obsesión con Felipe el Hermoso, e Isabel II, perteneciente a la rama de los Borbones que impera en nuestro país. En un futuro, si el curso institucional mantiene la línea actual, será la Princesa Leonor la tercera Reina de España y la primera en democracia.
Las formas de reinado desde tiempos de Isabel la Católica hasta el que ostentará la Princesa de Asturias han cambiado radicalmente, como es lógico según los tiempos.
Pese a las sombras respecto a la gestión de la abuela de Carlos I de España, V de Alemania, como la expulsión de los judíos de la Península o el establecimiento del Tribunal del Santo Oficio (La Inquisición), Isabel de Castilla consiguió convertir un territorio en una situación económica crítica y en continuos enfrentamientos internos en una potencia mundial. Enterró políticamente el concepto de Edad Media para dar la bienvenida al Estado Moderno. Entre sus muchos logros, como apoyar a Cristóbal Colón en el descubrimiento de América pese a que sus asesores desconfiaban de él, o conquistar el reino de Granada, a nivel estructural además consiguió sanear las cuentas y someter a la nobleza a la Justicia, en un antecedente del actual sistema de separación de poderes que tenemos hoy en día.
Una altura de miras por la que consiguió ganarse el respeto por los que la despreciaban en aquella época por ser mujer, una gesta que alcanza mayor significado porque además se alzó con la Corona a los 18 años de edad. Tenía un año menos de los que tiene ahora la Princesa Leonor.
La Monarquía de Isabel la Católica era absolutista, a diferencia de la de la hija de Felipe VI, que será Constitucional. Un sistema precedente en la época de Isabel II, quien reinó (1844-1868) bajo un sistema de liberalismo político y consolidación del Estado parlamentario. Reina desde casi los tres años de edad, a los 13 contrajo matrimonio con Francisco de Asís, en unos años de sucesivas regencias y un trono muy cuestionado que finalmente le fue arrebatado por la revolución La Gloriosa en 1868.
Isabel II, como la Princesa Leonor, también juró la Constitución. Lo hizo en el hemiciclo del Senado en 1843, igualmente al alcanzar la mayoría de edad. Es destacable que pudo reinar gracias a que se abolió el sistema de sucesión de 1713 por el que imperaba la ley sálica que impedía a las mujeres gobernar. En la actualidad, España es el único país dentro de la UE que mantiene preferencia el varón respecto a la mujer a la hora de reinar. Sólo los micro Estados de Liechtenstein y Mónaco priorizan también al hombre en la sucesión, las demás monarquías europeas sí han acometido sus reformas.
La Princesa Leonor, salvo que el Rey se inhabilitara del cargo por algún motivo o muriera, llegará a ser Reina dentro de muchos años. No lo será tan joven como sus antecesoras, y alcanzará la Jefatura del Estado con mayor madurez.
Lo que no quita para que, a sus 19 años, la Princesa esté completando una formación, siguiendo los pasos de su padre, para estar preparada cuando llegue el momento. En la actualidad, la Princesa está centrada en completar su formación castrense, y cuando la termine cursará una carrera universitaria. Está por ver si, al igual que Don Felipe, la hará en una universidad pública en España y después hará un máster en el extranjero.
“Me debo desde hoy a todos los españoles, a quienes serviré en todo momento con respeto y lealtad. No hay mayor orgullo”, afirmó en la jura de la Constitución ante las Cortes, donde asumió “plenamente” los valores constitucionales. Es difícil predecir cómo será la situación política de España cuando la Princesa llegue a reinar, pero a día de hoy lo hará en un país democrático en el que tendrá que ceñirse a las funciones que le asigna la Carta Magna, como el “símbolo de la unidad y permanencia del Estado”, y convertirse en “árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones”.
Las funciones que deberá asumir la Princesa cuando se convierta en Reina
La primogénita de los Reyes deberá manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes, declarar la guerra y hacer la paz -previa autorización de las Cortes Generales-, asumir la más alta representación del Estado en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica.
También deberá proponer el candidato a Presidente del Gobierno, convocar a referéndum en los casos previstos en la Constitución, ser informado de los asuntos de Estado, presidir las sesiones del Consejo de Ministros, ser el mando supremo de las Fuerzas Armadas, expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros, ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, que no podrá autorizar indultos generales y asumir el Alto Patronazgo de las Reales Academias.