Análisis

Cuota femenina: ¿por obligación o por convicción?

Analizamos con un panel de expertos qué está pasando en las formaciones políticas. ¿Y si la primera zancadilla la ponen ellos dentro de los partidos?

Las mujeres y la política
Kiloycuarto

Mujer y política. El binomio, tantas veces usado para plantear las razones del escaso impulso femenino en lo más alto del poder, es el primer atajo que toma nuestra mente para dar por sentada esta inclinación. A partir de este sesgo, interpretamos que, al menos en España, donde nunca ha habido una presidenta de Gobierno, habría que dar un salto al vacío para que una mujer asuma el mando. Aun siendo así, ¿lo daríamos?

Ante la situación política actual, donde solo se escucha a quien grita más fuerte, hay mujeres preparadas que podrían indicar otra salida. La conversación exige un largo hilo que vaya cosiendo muchos razonamientos, interrogantes y posibilidades. Desde Artículo14 la iniciamos con varios politólogos, poniendo sobre la mesa lo más elemental: ¿La estructura que soporta el poder sigue siendo masculina? ¿Qué lógicas internas llevan a que, salvo excepciones, los primeros espadas sean hombres? Es verdad que hay ministras, vicepresidentas, concejalas… pero son cargos secundarios, a menudo simbólicos. El liderazgo realmente fuerte sigue copado por hombres. Una cuestión más: ¿las cuotas no deberían sonarnos a rancio?

No imponer “equilibrios forzados”

Carolina San Miguel, asesora en comunicación política y marca personal, indica que ha llegado el momento de comprometerse realmente con la meritocracia. “No se trata de poner mujeres, como una idea impuesta. Hay que apostar por quienes valen, sean hombres o mujeres. Si para un puesto el perfil más adecuado es el de una mujer, debe ser ella quien lo ocupe; si encaja mejor un hombre, lo mismo. Lo que no tiene sentido es imponer equilibrios forzados: no porque un líder sea hombre el segundo debe ser mujer por obligación, o al revés. Debe primar el mérito, la valía y la idoneidad del perfil”.

No está de acuerdo con que se hable de la falta de liderazgo femenino como algo generalizado. “El Partido Popular, por ejemplo, lleva más de dos décadas contando con grandes líderes mujeres. Tuvimos una alcaldesa con luz propia en Valencia, presidentas en comunidades autónomas como Madrid y también una presidenta del Congreso de los Diputados, y no hace dos o cinco años, sino más de veinte. Las mujeres líderes no son algo nuevo: abrieron camino hace tiempo y hoy pisan fuerte, no por cuotas, sino por méritos propios”.

Estas mujeres están ayudando a romper ese otro sesgo que persiste, no solo en España, asociando una situación de crisis con un liderazgo con rasgos considerados tradicionalmente masculinos, como la autoridad, la firmeza o la frialdad emocional, cuando realmente no hay una evidencia objetiva que confirme que sería lo más efectivo. Al contrario, en la pandemia, por ejemplo, los ciudadanos valoraron mejor a aquellos políticos que actuaron con empatía, capacidad de escucha y el cuidado de todos los colectivos. Es el caso de Jacinda Ardern, en Nueva Zelanda, o Isabel Díaz Ayuso, en la Comunidad de Madrid.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el congreso nacional del PP

“Es posible que aún quede algo de ese sesgo, pero está cambiando -indica San Miguel-. El liderazgo femenino se abre camino cada vez más gracias a cualidades como la empatía, la sensibilidad, la capacidad para resolver conflictos, la cercanía y la naturalidad”. Lo que sí cree es que las cuotas pueden acabar perjudicando. “Las personas deben llegar arriba por su capacidad, actitud y valía, no por cumplir un porcentaje. Las cuotas, al final, pueden convertirse en una traba más que en una herramienta útil”.

Algunas mujeres se enfrentan al prejuicio de que están ahí “por cuota y no por mérito”, lo cual puede debilitar su legitimidad siendo perfectamente capaces. “Las mujeres ya están liderando desde hace años y lo seguirán haciendo. No es cuestión de imponerse, sino de demostrar cada día que están más que preparadas para liderar”, añade.

El politólogo Pablo Simón está de acuerdo con que la elección de mujeres no debe hacerse por cumplir un porcentaje o rellenar una lista, pero considera que las cuotas han ayudado a equilibrar la balanza tanto en política como en otros ámbitos que estaban muy inclinadas hacia el hombre. Para explicar cómo han ayudado a romper las redes de poder masculinas, recurre a un experimento de la London School of Economics, basado en Suecia, que mostró cómo la introducción de cuotas de género desbarató el dominio de las élites de hombres mediocres.

Mujeres en el nuevo organigrama popular

“En política o en los consejos de administración -argumenta-, cuando el poder está en manos de hombres, la elección de líderes y cargos y la promoción de talento corre el riesgo de realizarse por confianza o amiguismo, no por meritocracia”. En este experimento se vio cómo la implantación de cuotas de género afecta especialmente a los líderes masculinos mediocres, que caen lógicamente al introducir un número de puestos femeninos. “Los puestos que quedan libres para esos hombres que habrían sido designados sin mérito, solo por formar parte de su círculo cercano, se reducen en esa misma proporción”.

Desde esta lógica, las cuotas de género pueden reducir el amiguismo masculino, dificultando que los hombres sigan promocionando a sus allegados. “El resultado -continúa Simón- es el acceso a los puestos de liderazgo de mujeres con un alto nivel de formación, más competentes, más tecnócratas y más cualificadas”.

¿Podemos concluir entonces que España está preparada para una presidencia femenina? ¿Lo están los políticos? “Rotundamente, sí -responde Carolina-. Habrá quienes aún crean que deben protegernos o que nos necesitan para cumplir con la cuota de igualdad, pero eso está cambiando. Estoy convencida de que más pronto que tarde España tendrá una presidenta, y será porque se lo ha ganado con su trabajo y capacidad, no porque toca”.

A Simón no le cabe la duda de que hay mujeres perfectamente aptas para gobernar el país y con los atributos suficientes. “Otra cosa será que la oportunidad no se vea nuevamente truncada desde los propios partidos, como ocurrió con Soraya Sáenz de Santamaría, Carme Chacón o Susana Díaz”.

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