Frustración entre los ministros por la filtración de mensajes: “Es salsa rosa, morbo”

En el Gobierno interpretan que Ábalos está "enfadado" por no haberle "defendido" cuando estalló el caso Koldo. Pese a que la crisis no amaina afirman que Sánchez “no está preocupado"

Pedro Sánchez.
KiloyCuarto

Cuatro días seguidos de publicaciones, preguntas en ruedas de prensa e intervenciones de la oposición arremetiendo contra el Gobierno gracias a las conversaciones privadas entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, publicadas por El Mundo.

La comparecencia de la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, en el Congreso de los Diputados, para explicar algunos datos -aún sin “conclusiones”-, sobre el origen del apagón del 28-A, ha sido una suerte de paréntesis, un oasis durante escasas horas. El resto del tiempo, la agenda pública se ha visto monopolizada por las novedades sobre las conversaciones filtradas entre el presidente del Gobierno y el que fue su secretario de Organización y ministro de Transportes hasta julio de 2021.

Las conversaciones filtradas están en todas partes, para frustración de algunos de los ministros. Sostienen que el presidente no tiene “ninguna preocupación” por lo que pueda salir; insisten en que no hay nada con relevancia penal, y aclaran que Sánchez lo sobrelleva porque “se controla un montón”.

Y porque, cuando se tomó sus cinco días “de reflexión” hace un año, ya se mentalizó de que sería objeto de una “campaña de acoso” y derribo “por tierra mar y aire”, esgrimen. “No es agradable”, sintetizan.

Su impotencia radica en que no pueden desplazar los focos que ya están puestos sobre unas conversaciones que, a su entender, son “salsa rosa”. Puro “morbo”, “cotilleo político”.

La historia tiene todos los ingredientes para acaparar clicks, reconocen: un exdirigente que fue todopoderoso caído en desgracia, cesado sin que Sánchez explicase los motivos que le llevaron a apartarlo, y que hoy está imputado por su supuesta vinculación con una trama corrupta.

Y una serie de comentarios privados del presidente, que han pasado a ser públicos, sobre dirigentes socialistas críticos o socios de coalición como Pablo Iglesias. Mucho ruido, insisten en Moncloa, que no tapa la invasión de la “intimidad” del presidente. Ni proporciona contenido particularmente “noticioso”, apostillan.

“Casquería”, que diría Sánchez el miércoles, en su primera mención a este asunto en sesión de control. “Se está filtrando sin consentimiento de las partes”, aunque “no tiene nada que ver con la cuestión judicial”; “Si hubiera habido mensajes de Air Europa, hubieran salido”, esgrimen desde el Gobierno. De momento, no consta que existan.

Aunque le resten hierro, no les gusta que trasciendan mensajes en los que el presidente llama “petardo” o “pájara” a dirigentes políticos de su partido, pero tampoco que algunos de los aludidos escenifiquen su supuesto malestar por las palabras que les dedicaba en privado el presidente (Susana Díaz es la más citada).

Ni saben aclarar cuántos mensajes más van a salir a luz, ni se atreven a establecerse plazos para actuar. Tampoco se atreven a señalar más claramente el origen de la filtración. Hasta ahora, la tesis del Ejecutivo ha sido que fueron la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil o el propio juzgado que investiga el caso Koldo quienes filtraron estos mensajes. Hoy precisan que no pueden “descartar” que fuera Ábalos, al que han resguardado hasta ahora, quien desvelase estos mensajes. Repiten que, incluso en ese caso, es probable que la filtración constituyese un delito.

La “vendetta” contra Ábalos; dice que consintió la publicación de parte de los mensajes

El exnúmero tres del PSOE, hoy diputado raso en el Congreso, ha dado distintas explicaciones sobre el origen de las filtraciones en algunos medios. Según La Sexta, Ábalos ha reconocido que consintió la entrega de parte de las conversaciones de 2023 (no así las de 2021) a una persona vinculada a su defensa. Justificó la decisión argumentando que está “muy dolido”, “desolado”, “como la pelota a la que todos golpean”. En Moncloa eran incapaces de explicar sus palabras.

Antes de que trascendieran estas declaraciones, en el Ejecutivo asumían que el exministro de Transportes “está enfadado”. Fuentes de Moncloa interpretan que el exdirigentes socialista cree que no le han “defendido” con el estallido del caso de corrupción, e incluso que sus excompañeros de partido y de Consejo de Ministros han impulsado una suerte de “vendetta” contra él.

Pese a esto, en el Gobierno se resisten a contemplar que él filtrase las conversaciones para presionar a Sánchez. “No necesita hacer esto para mandar un aviso”. “Siempre hay formas de hacer llegar una amenaza”, apuntan. Y estas filtraciones “no le interesan”.

Si en el Ejecutivo pueden esperar una “vendetta” por parte de Ábalos, ellos hacen lo posible por no irritarle más. Además de estar almacenados en el móvil del presidente y del exnúmero tres socialista, los mensajes supuestamente están recogidos en dos memorias externas incautadas a Koldo García, exasesor del exministro, tras su detención por el caso mascarillas.

Por una parte, en el Ejecutivo y en el PSOE insisten en que no pueden tener seguridad de que el propio Ábalos todavía conserve una copia de los mensajes, pese a que en su día los copió en un disco duro externo. La explicación que ha dado a La Sexta es que almacenaba esta información para poder escribir sus memorias.

Por otra, ellos mismos reconocen que, pese a haber apuntado inicialmente a la UCO o al juzgado, no pueden asegurar que todas las conversaciones estén almacenadas en los dispositivos incautados. Ábalos ya ha dejado claro que, las que son posteriores a 2021, no están recogidas en esos dispositivos.

La hoja de ruta de Moncloa, sin plazos conocidos, pasa por dar opción a que se abra una investigación, pero con la advertencia de que recurrirán a la Justicia si no hay movimientos en este sentido.

Irónicamente, el sindicato ultra Manos Limpias denunció este miércoles la filtración de estos mensajes. Es la misma entidad que hace algo más de un año dio pie a la causa por la que hoy está siendo investigada Begoña Gómez, esposa del presidente. Esa misma denuncia fue la que llevó a Sánchez a anunciar el periodo de “reflexión” al que aludían los suyos este miércoles. El Gobierno asiste con resignación al devenir de los acontecimientos, a menudo sin capacidad ya de explicarlos.