Pedro Sánchez concluyó el curso político más complejo de su legislatura sustentado por una mayoría parlamentaria numéricamente suficiente, pero inestable y sujeta a constantes tensiones. Si bien logró mantenerse en la Moncloa, su Gobierno funcionó al borde del abismo, dependiendo de negociaciones al límite y acuerdos de última hora. Y pese a ello, ha sufrido sonoras derrotas en el Congreso, con Junts y Podemos como sus socios más inestables.
Desde Sumar hasta Junts, pasando por Podemos o el BNG, todos los socios de investidura ejercieron presión sobre el Ejecutivo. El ejemplo más reciente fue el acuerdo de última hora entre el PSOE y Sumar para ampliar los permisos parentales. Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y líder de Sumar, vinculó su continuidad al cumplimiento de medidas sociales, y exigió la aprobación del real decreto que incrementó los permisos por nacimiento y cuidado.
El acuerdo contempló el aumento de 16 a 17 semanas del permiso por nacimiento, así como dos semanas retribuidas adicionales hasta que el menor cumpliera ocho años. También incluyó el compromiso de llegar a 20 semanas totales. Además, las familias monoparentales -en su mayoría encabezadas por mujeres- pasaron de 16 a 32 semanas de permiso. Díaz defendió la medida como un avance irrenunciable y recordó que España ya pagaba una multa de 9.000 euros diarios por no adaptar su legislación a la directiva europea, una cifra que ascendía a 43.000 euros desde el 1 de agosto.
La fragilidad del bloque de investidura quedó en evidencia en el último pleno del curso, con el rechazo del decreto antiapagones, presentado tras el gran apagón del 28 de abril. A pesar de incluir medidas como la rebaja de peajes eléctricos a la industria y nuevas facilidades para las renovables, el Congreso lo tumbó. Votaron en contra el PP, Vox, UPN y también tres socios de investidura: Podemos, Junts y el BNG. Incluso el diputado de Chunta Aragonesista, Jorge Pueyo, integrado en Sumar, votó en contra. ERC, PNV, Bildu y Coalición Canaria le respaldaron, pero no fueron suficientes apoyos.
Entre todos los socios, Junts se ha consolidado como uno de los aliados más rebeldes. Consciente de ello, Pedro Sánchez confirmó este lunes que sopesa reunirse con Carles Puigdemont, aún huido de la Justicia, para tratar de recabar su apoyo a los Presupuestos Generales de 2026. En varias ocasiones, los de Junts han coqueteado con el Partido Popular, aunque sin materializar un giro de bloque. Los enfados del Gobierno con los independentistas catalanes han sido una constante.
Por otro lado, Podemos también se ha desmarcado por completo del Ejecutivo. Su secretario de Organización, Pablo Fernández, acusó este lunes a Sánchez de mentir para ocultar corrupción y de mantener a España en un “régimen de guerra y rearme”, por poner un ejemplo reciente. Además, consideran que la legislatura había muerto políticamente en clave progresista, denunció el incumplimiento del mandato constitucional de presentar presupuestos y acusó al PSOE de participar en un “juego lamentable” de reproches cruzados con el PP en torno a la corrupción. La ruptura es total y explícita.
No esperamos nada de Pedro Sánchez, que miente para tapar la corrupción, el régimen de guerra y el rearme impuesto por Trump.
El Gobierno está atrincherado en Moncloa sin ninguna propuesta concreta para solucionar los problemas de la gente de nuestro país.📽 @_PabloFdez_ pic.twitter.com/UR6p9eGweW
— Podemos (@PODEMOS) July 28, 2025
ERC, en cambio, ha mantenido su apoyo al Gobierno, aunque con reservas. Votó a favor del decreto eléctrico y ha sostenido al Ejecutivo en momentos clave, pero también presionó por mayores avances en la agenda catalana y mejoras en la financiación autonómica. Lo mismo ocurrió con partidos como Bildu, Coalición Canaria o el PNV, que en mayor o menor medida han respaldado al Gobierno de coalición.
Formaciones como el BNG o Compromís también han ido endureciendo su discurso, principalmente por la corrupción, pero sin romper la cuerda. Han criticado la falta de inversiones territoriales y se desmarcaron de algunas políticas sociales y energéticas. Ellos tampoco han acercado posiciones al Partido Popular, lo que de momento deja a Alberto Núñez Feijóo sin margen para articular una mayoría alternativa.