La puesta en escena del primer discurso del Rey Felipe VI ha marcado un punto de inflexión. No solo por el contenido del mensaje, sino por la forma. Por primera vez desde 2014, el monarca se ha dirigido a los españoles de pie, un detalle nada menor desde el punto de vista de la comunicación no verbal. Así lo analiza para Artículo14 la experta en sinergología Eva García Ruiz, directora del Instituto Español de Sinergología, que desgrana con precisión los gestos, movimientos y microseñales que acompañaron las palabras del Rey.
“No solo es un rey de pie, es un rey que se aproxima”, explica García Ruiz. Según su análisis, el hecho de abandonar la posición sentada supone pasar “de algo estático a algo dinámico”, con una clara intención de cercanía. Los gestos de avance con las manos refuerzan esa idea de acción y de proximidad. Nada es casual: “Digo deliberadamente porque todo eso está pensado y está programado”.
Más el lado izquierdo del rostro que el derecho
Sin embargo, más allá de lo ensayado, la experta subraya la aparición de movimientos no conscientes que aportan una lectura especialmente reveladora. Durante el discurso, Felipe VI muestra en varias ocasiones más el lado izquierdo del rostro que el derecho. Se trata de lo que en sinergología se denomina “rotativos”, un gesto que nace directamente del tronco encefálico y que está asociado a la cercanía emocional. “Es un movimiento totalmente no consciente”, señala García Ruiz, que destaca lo significativo que resulta que aparezca cuando el interlocutor no es una persona física, sino una cámara. Para que se produzca, apunta, “tiene que ser realmente muy sentido”.

Otro de los elementos clave del análisis es la jerarquía corporal. En distintos momentos del discurso, el Rey se eleva ligeramente, “como si se pusiese de puntillas”. Este gesto, también no consciente, aparece vinculado a aquello de lo que se siente especialmente orgulloso. García Ruiz lo identifica cuando el monarca habla de la transición basada en el diálogo -una palabra que la experta califica de “importante”-, cuando se refiere a las personas que trabajan y concilian en su día a día, y cuando menciona el trabajo responsable de millones de españoles. La repetición de este movimiento refuerza la relevancia emocional de esos pasajes.
Los gestos al pronunciar convivencia, confianza, escucha o ejemplaridad
La emoción contenida es otro de los ejes del análisis. Hay palabras y conceptos ante los que el Rey frena, modula y contiene. “Su boca se va a cerrar y va a decir que tendría mucho más que decir y en ese momento no lo hace”, indica García Ruiz a Artículo14. Ocurre, por ejemplo, al afirmar que ni con retórica ni con voluntarismo se resolverán los problemas. También cuando pronuncia términos como convivencia, confianza, escucha o ejemplaridad. Son, según la experta, conceptos que le afectan especialmente y ante los que muestra un mayor control emocional.

El cuerpo vuelve a hablar cuando el discurso entra en los bloques dedicados a la transición y a la Constitución. En ambos casos aparecen movimientos laterales y de nuevo los rotativos de cabeza. Para García Ruiz, son “dos hitos muy importantes para él” que el Rey quiere destacar “por encima de otras cosas”.
“Es más difícil comunicar de pie que sentado”
Pese a tratarse de un discurso leído y cuidadosamente preparado -lo que dificulta la aparición de deslices-, la experta insiste en que lo más interesante no son los errores, sino los momentos en los que la emoción se impone ligeramente a la racionalidad. Más aún teniendo en cuenta la dificultad técnica de la puesta en escena. “Es muchísimo más difícil comunicar de pie que sentado y mucho más difícil comunicar de pie que detrás de una mesa”, recuerda.
En suma, Felipe VI ha logrado un discurso cercano, acompañado de forma eficaz por los gestos de las manos, sin signos de tensión y con una imagen de franqueza y proximidad. Un mensaje en el que el cuerpo, tanto como las palabras, ha tenido mucho que decir.



