La ira nunca ha sido bien vista socialmente. Y en el caso de las mujeres, menos aún, sufriendo una estigmatización muy dura. Esto ha llevado a una represión silenciosa o a una explosión sin control de la rabia. No obstante, es posible entender y aprender a gestionar la ira.
Una vez entiendes que es una emoción esencial, tan válida como otra, es posible convertirla en una herramienta de autoconocimiento, e incluso de empoderamiento personal.
Cómo gestionar la ira: de “la mala” a “la mensajera”

El primer paso en la gestión de la ira es dejar de asociarla una emoción “negativa” o “mala”, al igual que tratar de esconderla sin más.
La psicóloga Harriet Lerner, en su obra La danza de la ira, afirma que la ira es crucial para definirse a una misma, para identificar lo que se quiere y lo que no, y para proteger la dignidad e integridad.
La rabia reprimida no desaparece, asegura. Se queda atorada, y puede manifestarse como ansiedad, culpa, tristeza profunda o incluso problemas de salud física. La explosión de rabia, por su parte, consiste en un mecanismo reactivo que disocia y daña las relaciones con los demás y con una misma.
La gestión de la ira, por lo tanto, no se trata de controlarla o sofocarla, sino de entenderla y transformarla.
Transformando la rabia a tu favor

Una clave para saber cómo gestionar la ira es entender qué hay detrás de ella. Muchas veces, puede ser una injusticia, un límite que se ha cruzado, o algún daño emocional sufrido. Detrás de todo esto, hay emociones más profundas, como la decepción, el miedo o la tristeza.
Hay tres pasos para empezar a transformar esa rabia en autoconocimiento, recomendados por los especialistas como los de Mayo Clinic y otros. Estos son:
El primero es reconocer el sentimiento sin juzgarse a una misma. Pregúntate qué es lo que te pasa y qué estás sintiendo. Después, trata de identificar el porqué de ese sentimiento: ¿Qué es lo que te ha llevado a encontrarte así?
Y para facilitar esa autorrespuesta, date un momento. Respira profundamente, aléjate del lugar donde te has empezado a sentir así, y descarga la rabia a través de una actividad (deporte, escritura, juegos, etc.). Una vez hayas hecho esto, verás cómo entiendes mejor el porqué tras un ataque de ira.

Además, estarás dando el primer paso hacia el empoderamiento. Esa fuerza interna de la rabia que no podías controlar, se empezará a convertir en una acción constructiva. Eso sí, la clave para esa conversión reside en la comunicación asertiva.
Si es algo que implica algo con otra persona, o incluso contigo misma, trata de no descargar la ira en ese momento sin más. Expresa cómo te sientes en el mismo momento (Me siento enfadada / frustrada/ decepcionada…), o cuando estés más calmada.
Después, explica qué crees que es lo que causa esa ira (Me pasa/ha pasado cuando/porque…), siempre en busca de una posible solución (¿Lo hablamos?/¿Cómo podemos solucionarlo o mejorarlo?).
Una buena gestión de la rabia te da la determinación necesaria para transformar las relaciones, estableciendo los límites necesarios para llevar los sentimientos complejos hacia los demás (o una misma) de una manera mucho más sana.