La reincorporación laboral tras la baja por maternidad es uno de los periodos más complejos en la vida de una mujer. La conciliación familiar se complica considerablemente, y pone sobre las nubes la carga mental. Este es un peso invisible que afecta a la salud psicológica y a la productividad laboral.
Esta sobrecarga cognitiva, que muchas veces no cuenta con la ayuda suficiente, se traduce en lo que los expertos comienzan a identificar como “absentismo silencioso”. Es una desconexión laboral que impacta directamente en la productividad y el bienestar personal.
La carga mental que complica la conciliación familiar (y laboral)

Cuando la vida familiar y la laboral se entrecruzan, se forma una sobrecarga mental que lleva a pensar a una mujer que no llega a todo. Que no se es buena madre, ni tampoco buena trabajadora. Un sentimiento sobrecogedor, compartido por millones de mujeres en todo el mundo.
Este se suele dar, por un lado, por la lista interminable de tareas. Las citas médicas, la compra, las comidas, el cuidado del bebé, la ida y vuelta al trabajo… Todas estas responsabilidades son demasiadas, y no llegar a todas hacen que la madre se sienta muy mal consigo misma.
Por otro lado, existe aún un desequilibro en el hogar por las labores domésticas y las relacionadas con el bebé. Los hombres dedican casi dos horas menos de media a estas tareas, frente a las mujeres.
Esto ha llevado a estadísticas como las analizadas por la asociación Yo No Renuncio, del Club de Malasmadres. Según sus estudios, cerca del 60% renuncia a su carrera profesional al convertirse en madres.
Además, prácticamente la mitad de ellas asumen la mayoría de las tareas domésticas y las “invisibles” para la sociedad. Apenas un 30% de ellos lo hacen. Esto aumenta su sentimiento de culpa, al sentir que no pueden dar el 100% ni en el ambiente laboral, ni el familiar.
De la gestión personal al apoyo del entorno y de la empresa

Cuando la conciliación familiar y laboral llevan a una mujer a sentir esta sobrecarga, muchas veces es difícil saber qué hacer, o incluso sentirse comprendida.
Las claves principales de esta conciliación al volver a la vida laboral residen en la planificación, en el diálogo en familia para la distribución de tareas y alcanzar acuerdos en todo aquello que sea importante, en la redefinición de las prioridades y en encontrar otras madres trabajadoras con las que relacionarse y compartir experiencias.
Por otra parte, es vital hablar con Recursos Humanos o con una persona encargada si la empresa para la que se trabaja es pequeña. Pedir una flexibilización y una mejor compatibilidad no es ni demasiado exigente, ni muestra un bajo rendimiento. Simplemente, la nueva vida en familia requiere de unos ajustes tanto por parte de la madre como del lugar que la emplea.
En definitiva, las madres que se reincorporan el trabajo afrontan todo un sinfín de estrés y de tareas en los dos ámbitos, que les ponen las cosas muy difíciles. Mientras se esperan mejoras sociales en este apartado, establecer una línea de diálogo en familia y con la empresa puede ser de gran ayuda frente a esta dura sobrecarga.