La maternidad actual guarda una de las paradojas más desgarradoras: la sensación de una soledad profunda en medio de una constante compañía, la del hijo/a. Esta sensación acompaña en silencio a muchas madres. Y tiene que ver con factores emocionales y sociales, principalmente.
Según las voces expertas, una etapa que debería ser de plenitud y alegría, puede llegar a ser un camino intenso y aislado, a menudo muy difícil de sobrellevar. Pero existen métodos para combatirlo.
Maternidad y soledad, una paradoja empujada por varias causas

Esta soledad materna no tiene que ver con una ausencia física de personas. Más allá de la propia presencia del hijo, muchas veces también hay una pareja, o una persona que viene a echar una mano o que queda con la madre para hablar. Pero sus aportes muchas veces son insustanciales, breves o fugaces.
Ese sentimiento viene dado también por una desconexión de la identidad previa a la maternidad, especialmente del entorno habitual.
Así lo explican los últimos estudios científicos, los cuales también achacan este padecimiento emocional a la sobrecarga mental, a las múltiples tareas, y a la falta de apoyo cercano y social.
Todo esto se da especialmente en las madres con hijos menores de tres años. Estos primeros meses de vida son los momentos de mayor dependencia emocional, y ante la falta de respaldo, las madres dedican su vida entera a sus infantes.
La presión de la sociedad y las ideas patriarcales hacen que las madres que no son en apariencia “perfectas” sientan aún más profundamente este dolor emocional. El cual, por cierto, puede acompañarse de picos de tristeza y de ansiedad, comprometiendo aún más su salud mental.
Consejos para combatir este sentimiento

La carga mental y física que hacen sentir soledad durante la maternidad forma parte de un círculo vicioso. Este se retroalimenta principalmente por el agotamiento, la desincronización con la identidad adulta previa y la autoexigencia (ligada a la culpa por no llegar a todo).
Romper este ciclo es posible de diferentes maneras. Lo primero es abandonar el ideario de la “madre perfecta” que no puede fallar en nada.
Es muy importante tratar de hacer bien las responsabilidades, pero sin la presión de cumplir con estándares esperados. Hacer lo imprescindible como medianamente bien se pueda, es más que suficiente.
También es recomendable, desde una perspectiva profesional, dedicarse tiempo a una misma para no abandonar la identidad personal, en los espacios donde esto sea posible.

Además, alejarse de los espacios donde no se valoren las dificultades que atraviesa una madre, es también imprescindible. Trata de rodearte de personas que sí te apoyen y traten de entender tus problemas.
No obstante, a nivel social también es necesario ayudar a romper este bucle y facilitar el bienestar de las madres. Los expertos indican que hacen falta políticas de conciliación familiar, así como brindar sistemas de apoyo más fuertes hacia las madres.
Esto ayudaría a reducir su sobrecarga mental, y a llevar una vida más organizada y digna.
Visibilizar este tipo de sentimientos es el primer paso hacia un sistema más justo con las madres.