El movimiento islamista Hamás, fundado en la Franja de Gaza en 1987, fue desde su fundación cosa de hombres. Desde su impulsor, el jeque Ahmed Yassin, hasta sus líderes más recientes en la franja y en el extranjero, como Ismail Haniye, Yihie Sinwar o Khaled Mashal, es casi imposible encontrar figuras femeninas en sus altas esferas de poder.
La dinámica cambió el 14 de marzo de 2021, cuando primera vez en la historia una mujer palestina integró el comité político de Hamás: Jamila al-Shanti. Residente del campo de refugiados de Jabaliya, era profesora en la universidad de Gaza y formó parte del Consejo Legislativo islamista desde 2006. Anteriormente, fue ministra de asuntos de la mujer en la franja. Su nombramiento fue interpretado como un intento de Hamás de mejorar su imagen ante el mundo.

Shanti ganó popularidad en el movimiento, tras impulsar una marcha de mujeres gazatíes en 2006 para protestar por el cerco israelí sobre una mezquita al norte de la franja donde se escondían 70 integrantes de Hamás. Durante años, parte de la sociedad gazatí demandó mayor presencia femenina en el comité político del grupo, que ganó las elecciones internas en 2006 y expulsó a la fuerza a sus rivales políticos de Fatah de la franja.
Pese a la simbólica entrada de Shanti, las mujeres no podían votar a los miembros del comité ni presentarse a la presidencia. “El nombramiento de una mujer en la oficina política de Hamás es un avance notable que refleja la creencia del movimiento en la importancia del papel de las mujeres y su capacidad para ocupar puestos de decisión”, declaró entonces la política islamista a Al-Monitor.
Sobre el terreno, mujeres gazatíes denunciaban lo contrario: el régimen islamista imponía un riguroso control sobre la libertad de las mujeres, que difícilmente podían renunciar al velo, organizar encuentros mixtos con hombres o disfrutar en el cine o conciertos musicales, que paulatinamente fueron censurados.

La autora Islah Jad, que escribió la tesis “Mujeres islamistas de Hamás: entre feminismo y nacionalismo”, apuntó que “Hamás permitió la participación de mujeres tras la creación en 1995 del Partido Islámico del Salvamento Nacional, su brazo político tras los Acuerdos de Oslo. Esto abrió espacio para la visibilidad de mujeres islamistas, sobre todo en Gaza, a través del Departamento de Acción Femenina”.
El “Departamento de Acción Femenina”
Las mujeres islamistas consolidaron su influencia sobre todo en campos de refugiados y sectores empobrecidos de la sociedad gazatí. El “Departamento de Acción Femenina” trató de vender la imagen de la “nueva mujer islámica” como moderna, educada y políticamente activa, sin renunciar a su tradicional rol de madre y esposa.
Acorde a la tesis de Jad, “activistas islamistas cultivaron nuevas lecturas feministas del islam (ijtihad), empleando estrategias de reinterpretación de textos religiosos y de diálogo con grupos seculares y nacionalistas. Sin embargo, muchas mujeres de Hamás rechazan el término feminista por considerarlo occidental y ajeno a su identidad religiosa y nacional”.
Desigualdad
Pese a que Hamás incluyó mayor representación femenina en sus estructuras en comparación con otras facciones palestinas, persiste la ideología islamista conservadora en lo referente a la interpretación de la shari’a (ley islámica) y el derecho penal, “donde los líderes hombres tienden a frenar demandas de mayor igualdad”, recuerda Jad.

Antes del 7 de octubre de 2023, aproximadamente el 20% del funcionariado público bajo el gobierno de Hamás en Gaza eran mujeres, y algunas llegaron a ser portavoces y líderes en organizaciones afines al movimiento. La participación política solía limitarse a mujeres con alto nivel educativo, mientras que las que venían de sectores populares eran activas en laborales sociales vinculadas a la caridad. Para Hamás, parte de su “resistencia” pasaba por que la mujer preservara los valores familiares tradicionales.
El primer atentado perpetrado por una mujer
Sin embargo, el papel de la mujer en Hamás comenzó a cambiar por su participación militar durante la segunda intifada entre 2000 y 2005, en particular cuando Reem Riyashi se inmoló entre soldados israelíes en el cruce de Erez, en el norte de Gaza, en enero de 2004, en el primer atentado ejecutado por una mujer afiliada al movimiento. Anteriormente, Ahlam Tamimi fue colaboradora esencial para el sangriento atentado en el restaurante Sbarro de Jerusalén, en que 16 israelíes fueron asesinados y 130 heridos.

En 2007, Hamás formó su primer batallón femenino y entrenó a decenas de mujer en el uso de armas y técnicas de combate. También era habitual el enrolamiento de mujeres en la policía y fuerzas de seguridad internas en Gaza.
“Las mujeres dentro de Hamás son capaces de lograr una importante movilización popular y promover un discurso religioso que influye en las mujeres palestinas en general. La herencia conservadora de las palestinas concuerda con las dimensiones religiosas del discurso político de Hamás”, consideró el autor Adnan Abu Amer en un artículo de 2015. Con el grupo islamista en horas críticas y la franja arrasada, el rol de la mujer en el incierto futuro de Hamás está en el aire.