Perder grasa de forma eficaz no siempre requiere largas horas de gimnasio, máquinas complejas ni rutinas imposibles. A veces, los ejercicios más sencillos son los que ofrecen mejores resultados. Uno de ellos es el skipping, un movimiento básico, pero potente, que puedes hacer en casa, sin materiales y en solo unos minutos al día.
Este ejercicio de cardio, que consiste en correr en el sitio elevando las rodillas de forma alterna, es una herramienta perfecta para activar el cuerpo, aumentar el gasto calórico y mejorar tu condición física sin salir de tu salón. Y sí: también te ayuda a quemar grasa de forma rápida.

¿Qué es el skipping y por qué es tan eficaz?
El skipping es un ejercicio clásico en el mundo del entrenamiento funcional y deportivo. Aunque suele utilizarse como calentamiento, bien ejecutado puede convertirse en una rutina cardiovascular completa.
Basta con correr en el lugar, llevando las rodillas hacia el pecho a un ritmo alto, y mantener el tronco recto y el abdomen activado. A nivel técnico, se considera un ejercicio pliométrico, ya que implica un trabajo explosivo de piernas, pero además trabaja el equilibrio, la coordinación y el sistema cardiovascular de forma simultánea.
Es precisamente esa combinación la que lo hace tan efectivo: activa numerosos grupos musculares, eleva las pulsaciones en pocos segundos y ayuda a quemar calorías incluso tras haber terminado la sesión. Y todo eso sin necesidad de equipamiento ni grandes espacios.
¿Cómo se practica el skipping correctamente?
Para que el skipping sea realmente efectivo es importante prestar atención a la técnica:
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Postura: Mantén la espalda recta, el pecho abierto y la mirada al frente.
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Core activo: Contrae los abdominales para mantener la estabilidad del tronco.
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Rodillas arriba: Sube las rodillas hasta la altura de la cadera o lo más cerca posible.
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Apoya solo la punta de los pies: No dejes que los talones toquen el suelo.
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Coordina brazos y piernas: Acompaña el movimiento con los brazos, como si estuvieras corriendo, con el codo flexionado a 90°.
Una buena forma de empezar es realizar 4 series de 30 segundos de skipping activo, con 20 segundos de descanso entre cada una. A medida que ganes resistencia, puedes aumentar el tiempo o reducir los descansos.
Variantes para aumentar la intensidad (o hacerlo más divertido)
Una de las ventajas del skipping es su versatilidad. Puedes adaptarlo a tu nivel o incluso modificarlo para no caer en la monotonía:
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Skipping alto: Lleva las rodillas aún más arriba para exigir más al abdomen.
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Con lastres: Añade peso en tobillos o muñecas para potenciar el trabajo muscular.
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Con cuerda: Combina skipping con salto de comba para un cardio más técnico.
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Skipping lateral: Desplázate hacia los lados mientras mantienes la elevación de rodillas.
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Formato HIIT: Alterna 30 segundos de skipping con 30 segundos de otro ejercicio (como sentadillas o planchas) para un entrenamiento a intervalos más completo.
Beneficios del skipping: mucho más que quemar grasa
Aunque su principal reclamo es la quema de grasa rápida y efectiva, el skipping ofrece una larga lista de beneficios que lo convierten en una excelente opción para entrenar de forma integral:
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Mejora la salud cardiovascular: Aumenta la capacidad pulmonar y fortalece el corazón.
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Fortalece piernas y glúteos: Trabaja cuádriceps, gemelos, psoas y músculos estabilizadores.
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Activa el core: Requiere mantener el abdomen contraído para una ejecución correcta.
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Potencia la coordinación y el equilibrio: Especialmente útil en personas mayores o deportistas.
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Cuida tus huesos: El impacto controlado favorece la densidad ósea, especialmente en la cadera y columna lumbar.
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Reduce el estrés: Como toda actividad cardiovascular, mejora el estado de ánimo y ayuda a liberar tensiones.
Además, al ser un movimiento que se puede hacer prácticamente en cualquier lugar y momento, es ideal para personas con poco tiempo, que teletrabajan o que no pueden acceder a un gimnasio.