La costumbre de recetar betabloqueantes se remonta a los años 70 y 80 del siglo XX, cuando la cardiología era muy distinta. En aquel tiempo, los infartos solían dejar secuelas graves porque no existían las técnicas actuales para abrir arterias con rapidez. En ese contexto, estas pastillas tenían pleno sentido: reducían la tensión sobre un corazón debilitado y ayudaban a prevenir arritmias potencialmente mortales. Fueron un avance, un pequeño escudo en un terreno médico todavía precario.
Pero cinco décadas después, el escenario ha cambiado. Hoy la mayoría de los pacientes reciben atención urgente, los cateterismos se realizan en cuestión de horas y las terapias posteriores son mucho más sofisticadas. La cardiología moderna ha conseguido que muchos corazones salgan prácticamente intactos de un episodio que antes era mortal. Aun así, la receta de betabloqueantes sigue repitiéndose casi como un ritual médico.
El estudio REBOOT: la duda entra en juego
Esa inercia acaba de ser cuestionada por el estudio REBOOT, coordinado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) junto con hospitales de España e Italia. Presentado en el último Congreso Europeo de Cardiología, el ensayo pone en entredicho la validez de un tratamiento que durante décadas se ha considerado incuestionable.
Los investigadores reclutaron a más de 8.500 pacientes de 109 hospitales de ambos países. La mitad recibió betabloqueantes y la otra mitad no. Tras un seguimiento cercano a los cuatro años, los resultados fueron sorprendentes: no había diferencias significativas entre ambos grupos. Ni menos muertes, ni menos reinfartos, ni menos ingresos hospitalarios entre quienes tomaban la pastilla y quienes no.
El hallazgo rompe con décadas de práctica clínica y abre un debate incómodo: ¿es hora de jubilar una de las recetas más comunes en cardiología?
Los cardiólogos piden prudencia
El impacto del estudio fue inmediato. El titular, de entrada, asusta. Y mucho. Sin embargo, cardiólogos consultados por Artículo14 -que prefieren mantener el anonimato para evitar conflictos con el CNIC- piden cautela.
“En el mismo Congreso se presentó un estudio noruego, con un diseño distinto, que llegaba a la conclusión opuesta: que los betabloqueantes sí son útiles. Cuando un trabajo apunta en una dirección y otro en la contraria, la realidad no cambia de golpe: habrá que esperar a que se acumulen más evidencias y a que lo reflejen las guías clínicas”, señalan a este periódico.
El dato ha sorprendido a la comunidad médica. “Aunque los resultados del ensayo español son interesantes, las diferencias reales son mínimas. Presentarlas de manera tan tajante puede resultar engañoso y hasta peligroso”, advierte uno de los especialistas consultados.
Otro cardiólogo es aún más crítico: “Las conclusiones del ensayo se han contado de manera muy agresiva. El mismo resultado podía haberse explicado con más prudencia. Así como se ha difundido, se corre el riesgo de convertir un hallazgo científico en un problema de salud pública”.
La preocupación no es menor. El debate ya ha saltado a las consultas: “Se está generando cierta alarma entre los pacientes, que preguntan si deben dejar la medicación”, reconocen los especialistas.
Las mujeres en el centro del debate
Uno de los aspectos más relevantes del REBOOT es su perspectiva de género. Históricamente, los ensayos clínicos han estado sesgados hacia la población masculina, y muchas decisiones terapéuticas se han extrapolado después a las mujeres sin tener datos específicos.
El ensayo español aporta precisamente ese enfoque diferencial: al analizar de manera separada los resultados en mujeres, detectó un posible aumento de complicaciones. Un hallazgo que abre la puerta a replantear la necesidad de ensayos más inclusivos y representativos.
Como recuerda una cardióloga consultada, “la medicina de precisión empieza por reconocer que hombres y mujeres no responden igual a los mismos tratamientos. Y lo que puede ser útil para unos, puede ser dañino para otras”.
Un mensaje de calma y prudencia
Ante el ruido mediático, tanto los autores del estudio como los cardiólogos entrevistados por Artículo14 insisten en un mismo mensaje: nadie debe dejar la medicación por su cuenta.
Los resultados del REBOOT no significan que los betabloqueantes deban desaparecer ni que todos los pacientes deban de abandonarlos. Lo que plantean es que, en aquellos que no tienen secuelas en el corazón tras el infarto, quizás no sean necesarios. Y que los médicos deberán replantear, caso por caso, a quién recetarlos y a quién no.
El debate está abierto y la investigación continúa. Mientras tanto, la recomendación es clara: calma, prudencia y confianza en los médicos.