Crónica negra

Columpia a su hijo durante 2 días hasta matarlo

Durante 48 horas, una madre columpió a su hijo en un parque. Sin comida ni agua, hasta que el pequeño murió de agotamiento y frío

Una mañana de mayo de 2015 en Maryland, alguien llamó a la policía porque una mujer llevaba “demasiado tiempo” empujando a un niño en un columpio. Cuando los agentes llegaron el pequeño, de 3 años, estaba muerto. Su madre seguía allí, atrapada en la misma escena que dos días atrás.

Según la investigación la madre -Rochelia de 24 años- y su hijo Lee, llegaron al parque el lunes sobre las 11 de la mañana. El aviso a emergencias se recibió el miércoles a las 7 de la mañana. El niño falleció por deshidratación e hipotermia tras pasar dos días a la intemperie.

Cronología de una tragedia

La historia de Romechia ya venía rota. Unos meses antes le habían diagnosticado esquizofrenia, con ingresos hospitalarios y un notable deterioro.

En los días previos, varios familiares habían pedido ayuda. La abuela del pequeño insistió a servicios sociales para que alguien interviniera. El padre había intentado tener la custodia ante los episodios de inestabilidad: “tengo un hogar estable para él”.

Después de la tragedia la familia impulsó una ley para reforzar el sistema de salud mental. “Es tarde para él. Pero quizá pueda salvar a alguien”.

La tragedia

Imaginemos el cuerpo de un niño de tres años sometido a tres castigos simultáneos: el balanceo incesante de un columpio, el frío, y la falta de comida y agua. Una tortura fisiológica silenciosa.

El movimiento pendular constante, durante horas y horas, sobrecarga el oído interno. Primero llega el mareo, las náuseas, la descoordinación motora. Después el cerebro se confunde: desorientación y alucinaciones visuales. El cuerpo se tensa para contrarrestar la inercia del vaivén, lo que agota la musculatura y aumenta el estrés metabólico.

A eso se suma el verdadero verdugo: 48 horas sin agua ni alimentos. En un adulto ya es duro, pero en un niño es un callejón sin salida que provoca debilidad extrema y somnolencia. La deshidratación avanza con rapidez: la pérdida de apenas un 5 % del agua corporal genera fatiga y mareos. En un 10 % se entra en riesgo de fallo orgánico. El corazón late con dificultad y los riñones empiezan a colapsar.

Lo que vivió Lee fue la suma de estos efectos: el vaivén que confunde y agota, la falta de agua y comida, y al final la hipotermia que remata un cuerpo debilitado.

Voces alrededor del columpio

El barrio quedó marcado por la ausencia del columpio infantil que las autoridades retiraron para poder sacar el cuerpo. Un adolescente que cruzó el parque dos días antes declaró que el niño “estaba llorando” mientras la madre intentaba mantenerlo en el asiento.

Texto: Romechia, la madre del pequeño

La madre fue imputada por homicidio imprudente, abuso infantil y negligencia. Los informes psiquiátricos coincidieron en que Romechia tenía un cuadro psicótico con alucinaciones. La defensa explicó que dejó la medicación porque “creía que no le funcionaba”. Alegaron que se quedó bloqueada, esperando “a alguien” que, según las voces, llegaría. Fue declarada no responsable penalmente debido a su trastorno mental.

Detrás del titular hay una familia rota. Un padre que llevaba meses advirtiendo. Una abuela que peleó para no llegar a este final. Y una madre que, aún absuelta de culpa penal, carga con una condena: “No quise que esto pasara”. La frase no devuelve a Lee, pero sí retrata algo esencial: la enfermedad mental puede convertir un día cualquiera en una escena de crimen.

TAGS DE ESTA NOTICIA