Nuevo pontificado

Diez retos del nuevo Papa León XIV: de la reforma económica a los abusos

Tras la muerte de Francisco en abril de 2025, el Colegio Cardenalicio se reunió en doce Congregaciones Generales para trazar la hoja de ruta de la Iglesia. En estas sesiones –que ya en 2013 perfilaban al futuro Papa– los purpurados debatieron los temas que marcarán el nuevo pontificado

Las Congregaciones Generales son reuniones formales de todos los cardenales (electores y no electores) que se convocan en la sede vacante, tras la muerte o renuncia de un Papa. Su fin es mantener la dirección provisional de la Iglesia y preparar lo necesario para la elección papal (organizar liturgias, seguridad, alojamientos, etc.). Por ejemplo, en la primera sesión tras el fallecimiento de Francisco (22 de abril de 2025) los cardenales juraron respetar la Constitución Universi Dominici Gregis, planificaron el traslado y funeral del Pontífice y fijaron fechas para las siguientes reuniones. En la quinta congregación (con unos 180 purpurados presentes) se acordó iniciar el cónclave el 7 de mayo de 2025.

Ya en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, las congregaciones previas al cónclave se centraron en el perfil del sucesor; varias sesiones discutieron las cualidades deseables y marcaron el camino hacia la elección de Jorge Mario Bergoglio. Reuters destacó entonces cómo Bergoglio “parece tener las dos cualidades que los cardenales dijeron que buscaban”: “herramientas pastorales para revitalizar a la Iglesia” y “potencial para poner en orden la disfuncional Curia”. Hoy los cardenales repiten ese énfasis misionero y de apertura; como resumió el portavoz vaticano, los purpurados apostillaron en estas reuniones una visión de la Iglesia “muy cercana a la que tuvo Jorge Mario Bergoglio”.

Una monja camina junto a unas cabinas telefónicas en la Ciudad del Vaticano mientras los cardenales se encaminan a las congregaciones generales de preparación del cónclave. EFE/ Riccardo Antimiani
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1. Evangelización y misión

La misión evangelizadora fue un tema recurrente en las congregaciones. Los cardenales subrayaron que la Iglesia debe vivir un “carácter misionero” y no encerrarse en sí misma. Recordaron que «la evangelización» fue centro del pontificado de Francisco y destacaron la necesidad de que el próximo Papa impulse «salir del cenáculo» para llevar luz a un mundo cansado. Varias intervenciones insistieron en comunicar el Evangelio en todos los ámbitos de la Iglesia, desde parroquias hasta la Curia, y en la importancia del amor mutuo como primer testimonio cristiano. También se mencionó que los medios de comunicación y los mismos periodistas ayudan a difundir el Evangelio: su masiva cobertura del cónclave fue considerada “un signo de que el Evangelio tiene sentido” en el mundo de hoy. En resumen, los purpurados reafirmaron el compromiso de la Iglesia con la evangelización, instando a un pontífice con “espíritu profético capaz de liderar una Iglesia que no se encierre en sí misma, sino que sepa salir y llevar luz a un mundo marcado por la desesperación”.

2. Sinodalidad y colegialidad

La sinodalidad –el estilo de Iglesia compartida y en diálogo– ocupó un lugar destacado. Se habló de la necesidad de una “eclesiología de comunión” en la que todos escuchen y disciernan juntos. Los cardenales discutieron el camino del Sínodo de la Sinodalidad, reflexionando sobre él como expresión de corresponsabilidad conectada a la colegialidad episcopal. En varias intervenciones se vinculó sinodalidad con misión: una Iglesia sinodal es más capaz de superar el secularismo y de vivir la fraternidad universal. Los purpurados señalaron el valor de la colaboración y solidaridad entre las Iglesias particulares y entre los obispos, resaltando que la sinodalidad y la colegialidad son ejes del camino eclesial. También se abordó la participación de las mujeres en la sinodalidad y el papel de los obispos en el ejercicio colegial del ministerio petrino. En definitiva, los cardenales abogaron por fortalecer los procesos sinodales iniciados en el pontificado de Francisco, y por un nuevo Papa que promueva la escucha mutua y la corresponsabilidad en la Iglesia.

3. Reformas económicas y transparencia

Las cuestiones financieras del Vaticano suscitaron especial atención. En la congregación del 30 de abril, varios cardenales explicaron la situación económica de la Santa Sede: Reinhard Marx actualizó desafíos y propuestas de sostenibilidad; Kevin Farrell describió el trabajo del Comité de Inversiones; Christoph Schönborn habló sobre el IOR; y el Cardenal Krajewski y Vérgez Alzaga reportaron sobre caridad y propiedades vaticanas. Concluyeron que se debe continuar profundizando las reformas promovidas por Francisco. Como resumió Matteo Bruni, “muchas de las reformas promovidas por el Papa Francisco deben continuar: \[…] la transparencia económica, la reorganización de la Curia”. En concreto, subrayaron la urgencia de mayor rendición de cuentas y control de gastos en los dicasterios y organismos vaticanos, así como cambios en entidades como el IOR para garantizar su misión financiera. Los cardenales vinculaban esta transparencia con la fidelidad a la misión pastoral: en palabras de Bruni, las finanzas del Vaticano “no deben ser un ‘contra-testimonio’ de la fe”. Se reclamó, en suma, una gestión económica prudente y abierta, acorde con la misión evangelizadora y el compromiso con el bien común.

4. Abusos sexuales y escándalos financieros

La lucha contra los abusos sexuales fue otro tema de preocupación constante. En varias sesiones –especialmente el 2 de mayo– los cardenales reconocieron que estas heridas siguen “abiertas” en la Iglesia y urgieron conciencia y acciones concretas para su sanación. Matteo Bruni destacó la necesidad de “concienciación y caminos concretos para la sanación” frente a las víctimas. Paralelamente, se habló de los escándalos financieros recientes (Vatileaks, casos internos) como “contra-testimonios” que han dañado la credibilidad eclesial. Los purpurados volvieron a expresar que la tolerancia cero por los abusos es indispensable: piden que el próximo Papa y los obispos mantengan políticas férreas de prevención, acompañamiento a las víctimas y castigo a los culpables. En síntesis, exigieron que la justicia y la reparación sean prioridad, reclamando “un espíritu profético” que purifique la Iglesia de todo abuso moral o económico.

5. Perfil del nuevo Papa

Uno de los ejes centrales fue delinear el perfil deseado para el próximo Pontífice. Los cardenales enfatizaron que debe ser un pastor cercano al pueblo, “puerta de comunión” entre todos. Lo idealizaron como “constructor de puentes, maestro de humanidad, rostro de Iglesia samaritana” que ofrezca misericordia y esperanza en tiempos de guerras y polarizaciones. También advirtieron que no se necesita “un burócrata frío y distante”, sino un líder espiritual profético. Acordaron que el Papa futuro deberá saber unir a una Iglesia dividida y ser signo de unidad; en particular, celebraron que sea capaz de dialogar fuera de los propios confines culturales o religiosos. En resumen, los purpurados vislumbran un Pontífice pastor, humilde e incluso profético –como fue Bergoglio– capaz de continuar la “Iglesia en salida” que anhelaba Francisco.

6. Paz y conflictos globales

La paz mundial fue una de las grandes preocupaciones. Cardenales de regiones en conflicto (Orientales, de Medio Oriente, Ucrania, etc.) relataron el sufrimiento que padecen sus fieles. En las congregaciones se insistió en el rol del Papa y la Iglesia en promover el diálogo y la reconciliación: se pidió alto el fuego en Ucrania y Gaza, y se reflexionó sobre el deber cristiano de orar y trabajar por la paz. También se conectó el mandato social del Papa con la solidaridad: recordaron la Jornada Mundial de los Pobres y reclamaron un líder que acompañe especialmente a refugiados y emigrantes, tildándolos de “un don para la Iglesia” y urgidos a ser apoyados en el camino de la fe. En esta línea, los cardenales subrayaron que un futuro Pontífice debe estar atento a los grandes conflictos globales, llamando a la justicia internacional y rezando por negociaciones pacíficas. Como expresó Bruni, preocupa la “fragmentación del mundo” por la guerra, lo que motiva a los purpurados a buscar un Papa pacificador.

7. Desafíos ecológicos

El cuidado de la creación y los retos ambientales también fueron parte del debate. Varios cardenales recordaron la urgencia de luchar contra el cambio climático, al igual que hizo Francisco, y pidieron que esa preocupación sea firme en el pontificado próximo. En las sesiones se reafirmó que el compromiso ecológico es un desafío «global y eclesial». Se vinculó el medio ambiente con la justicia social: señalaron que la protección de la naturaleza va de la mano con la defensa de los pobres (p. ej., a través de Cáritas) y del obsequio de la creación para todas las generaciones. Asimismo, se recordó que el próximo Papa debe cuidar los bienes de la Iglesia (sus edificios y terrenos) de manera sostenible, continuando proyectos de renovación comprometidos con el entorno. En definitiva, los cardenales instaron a mantener el legado verde de Francisco, entendiendo la ecología integral como parte esencial de la misión eclesial.

8. Educación y formación

La educación cristiana y la formación del clero fueron temas trasversales. Los purpurados remarcaron que la educación –desde la catequesis hasta la formación académica– es «un valor fundamental en la acción pastoral». Varios cardenales abogaron por revitalizar la iniciación cristiana (bautismo, confirmación, eucaristía) en un mundo cambiante, promoviendo programas educativos más sólidos en parroquias y escuelas católicas. Del mismo modo, se habló de la formación de los futuros sacerdotes: se recordó la importancia de seminarios bien estructurados y de la formación continua de los religiosos como auténticos actos misioneros. En sus intervenciones se destacó la necesidad de cuidar las vocaciones: por ejemplo, hubo alusiones a la pastoral familiar y a cómo educar mejor a los hijos en la fe. En síntesis, los cardenales enfatizaron que la renovación de la Iglesia pasa por la evangelización en la educación, confiando al próximo Pontífice la tarea de impulsar la catequesis, la formación de laicos y sacerdotes, y la evangelización en las escuelas y universidades.

9. Diálogo interreligioso y ecumenismo

El diálogo con otras religiones y confesiones se planteó como prioridad para un mundo globalizado. En las congregaciones se pidió que el Papa sea “pontífice, es decir constructor de puentes” más allá de la Iglesia católica. Varias intervenciones resaltaron la urgencia de fomentar relaciones con “otros mundos religiosos y culturales”. A su vez, se analizó la situación de las Iglesias hermanas: se recordó el sufrimiento de los cristianos perseguidos en el Medio Oriente y África, y se instó a redoblar esfuerzos ecuménicos, por ejemplo reflexionando sobre la unidad pascual tras el Concilio de Nicea. Los cardenales coincidieron en que un próximo Pontífice debe seguir la senda de Francisco en el diálogo interreligioso y en la reunión con líderes de otras confesiones, promoviendo la armonía entre cristianos, judíos, musulmanes, etc. En definitiva, se vislumbra un nuevo Papa como mediador mundial, comprometido con la paz religiosa y el respeto mutuo, continuando la apertura global de los años recientes.

10. Continuidad y renovación tras Francisco

Finalmente, en todas las congregaciones se subrayó la necesidad de dar continuidad al legado de Francisco a la vez que renovar la Iglesia. Los cardenales coincidieron en que no deben retroceder las reformas en marcha: el portavoz Bruni enfatizó que «muchas de las reformas promovidas por el Papa Francisco deben continuar» (lucha contra abusos, transparencia, reorganización de la Curia, sinodalidad, paz, cuidado de la creación). En la última sesión se esbozó el perfil de un Papa pastor y “maestro de humanidad” que sepa encarnar la misericordia y la unidad deseadas por Francisco. También surgieron reflexiones sobre cómo armonizar la tradición con las necesidades actuales: por ejemplo, se habló de la «hermenéutica de la continuidad» entre Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco en temas como la Eucaristía y la misión, y de no aislar a la Iglesia de la realidad social. En suma, los cardenales reclaman un sucesor de Pedro capaz de «unir a una Iglesia dividida» y de prolongar la «Iglesia en salida» que caracteriza al pontificado saliente.

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