El reto familiar para este verano: sobrevivir a las vacaciones con niños

Estás a tiempo de tomar nota para llegar a septiembre con suficiente reserva energética y sin la espalda hecha trizas, aunque la playlist infantil siga sonando como una tortura en tu cabeza

Fotograma de la película 'Verano 1993'.
SOCIEDAD AUTONOMÍAS CULTURA INICIA FILMS / AVALON P.C.

A los españoles el verano nos vuelve disfrutones. Nos entran unas ganas locas de exprimir nuestra infinita capacidad de disfrute. Chanclas, cervecitas, tapas, paella, sobremesa, siesta y el cuerpo a la parrilla, sin más movimiento que vuelta y vuelta. Si acaso, entre birra y birra, una sentadilla. ¡Qué arte! Por cierto, ¿y los niños? ¿o solo estábamos bromeando?

Poca guasa. La desigualdad en el reparto de tareas y el cuidado de los hijos viaja con la familia, de manera que la madre sigue llevando la mayor carga. Gestiona, recoge, limpia, cocina, prevé, provee, consuela, cuida, cura, juega, corre mucho, duerme poco y hasta se ríe de sí misma cuando observa que se dejó sus uñas a medio pintar. “Las vacaciones son para descansar”, escucha a modo de serenata. Y para rematar, la apostilla: “¡Relájate, mujer!” Si no fuese porque hay niños delante, dónde estaría ya su chancla.

El asunto empeora si hablamos de la generación sándwich, la de aquella que hace malabares para cuidar a los hijos y a los padres o suegros, con lo que es fácil imaginar su desgaste físico y emocional en vacaciones. Sigue siendo la mujer quien lleva el peso principal de los cuidados en la mayoría de las familias, aunque empieza a haber un cambio de tendencia.

¿Hay manera de encontrar un momento de placer en medios del caos? Según el informe Babaria Sun Lovers 2025, el 64% de los españoles se define como “disfrutón del verano” y asocia esta época al bienestar, la convivencia familiar y el descanso emocional. El verano es una válvula de escape colectiva y el sol el hilo conductor para conectar con uno mismo. ¿Para todos por igual? Vamos a tratar de repartir la alegría en partes iguales:

  1. Planifiquemos el verano dividiendo las responsabilidades entre todos los miembros de la familia, cada uno según su edad o capacidad, asegurándonos que nadie se lleva una sobrecarga. De lo contrario, crearemos una fuente adicional de tensión y conflicto.
  2. Creemos canal de comunicación abierta y empática que permita intercambiar impresiones y buscar soluciones de una manera pacífica.
  3. Busquemos espacios de conexión e intimidad en pareja.
  4. ¿Algo divertido que implique a los niños? Practiquemos el house working. Es el reparto de tareas de toda la vida, pero dicho así, en inglés, suena muy bien. Lo pueden hacer desde casi bebés, recogiendo juguetes, colocando su ropa en el cajón o poniendo las servilletas sobre la mesa. Son tareas sencillas con las que aprenden que la limpieza es cosa de todos. Además, se sentirán orgullosos y felices de poder colaborar.
  5. Los niños necesitan cierta rutina, incluso en vacaciones, sobre todo para dormir, aunque nos permitamos horarios más flexibles. A ellos les da seguridad y a los padres bienestar.
  6. Escojamos actividades para toda la familia. Una excursión, una visita a un parque, un paseo por la ciudad, una película en el cine… Sobre todo, contacto con la naturaleza. Es el mejor bálsamo para nuestro sistema nervioso.
  7. No hay tarea más importante que jugar y conversar con nuestros hijos. El resto puede esperar.
  8. Pongamos límites. Los niños también necesitan su juego autónomo o incluso sus ratos de aburrimiento. No es necesario acabar extenuados cada día tratando de ser monstruo, caballo, pirata y Ronaldo al mismo tiempo, aunque nos los agradezcan con sus impagables carcajadas. El verano no nos convierte en animadores socioculturales.
  9. Encontremos un tiempo diario para el autocuidado físico y mental: un paseo, una tabla de ejercicios, un libro, una serie, yoga, meditación, música…
  10. Deleguemos unos días en los abuelos, los tíos o un campamento. Existen muchas alternativas y resultarán muy beneficiosas para todos. Además, los niños se crían mejor en tribu.
  11. Respiremos, bajemos el nivel de autoexigencia y sacudámonos la culpa. No es necesario que las cosas salgan tal y como esperábamos. Es maravilloso saber burlarse de las imperfecciones e improvisar a partir del error.
  12. No renegaremos de las pantallas, pero sí es bueno limitar su uso de forma realista. Una parte de ese tiempo puede ser compartido, escogiendo un programa, un juego o cualquier otro contenido interesante.
  13. Aprovechemos el momento. Sin prisas, sin trabajos pendientes, sin obligaciones. Todo eso que ahora resulta tan agotador algún día lo echaremos de menos.
  14. Cuidar los detalles básicos evitará muchos sobresaltos: comidas ligeras, hidratación, crema solar, buen descanso, higiene, vigilancia extrema en el agua y un pequeño botiquín.
  15. No descuidemos la posibilidad de buscar ayuda profesional. Una videollamada o una conversación telefónica con nuestro psicólogo puede salvarnos de mucha angustia.
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