La familia de la tele ha abierto una profunda brecha en RTVE. Lo que comenzó como un experimento de entretenimiento con nombres populares como Belén Esteban y María Patiño se ha transformado en una tormenta institucional de grandes proporciones. El rechazo al programa no solo viene de la audiencia, sino también del interior de la propia casa.
Más de un centenar de extrabajadores han firmado un manifiesto contra su emisión, adhiriéndose al duro comunicado publicado por el Consejo de Informativos de TVE el pasado viernes.
La misiva no deja lugar a dudas. La familia de la tele “no cumple los mínimos de calidad y principios exigibles a un medio obligado siempre a ser servicio público”. Esta afirmación ha encendido todas las alarmas en la Corporación pública, donde el presidente José Pablo López comienza a quedar acorralado por las críticas.
Una crisis de credibilidad interna y externa
La crítica al programa La familia de la tele no se limita al entorno mediático. La crisis ha escalado a nivel político y sindical. El Consejo de Administración de RTVE ya ha manifestado su preocupación, al igual que sindicatos como CCOO en Cataluña y la Unión Sindical Obrera (USO). El rechazo al programa también ha encontrado eco en varios partidos representados en el Congreso y el Senado.
El detonante fue una cobertura que rozó lo grotesco: el envío de una colaboradora del programa al Cónclave en Roma para cubrir la elección del nuevo Papa. El Consejo de Informativos denunció con contundencia este hecho, calificándolo como una acción que “merma la credibilidad de nuestros servicios informativos y perjudica nuestra imagen de marca”.
En su comunicado, exigieron respeto para los profesionales y espectadores de RTVE, subrayando que La familia de la tele no representa los valores de una televisión pública.

A la crisis institucional hay que sumar la fría acogida de la audiencia. En su estreno, La familia de la tele apenas alcanzó un 6% de cuota de pantalla. Una cifra decepcionante para un espacio emitido en el primer canal de RTVE y que contaba con una producción ambiciosa. La caída de espectadores ha sido tan drástica como simbólica. Ni siquiera los rostros conocidos han logrado frenar el rechazo generalizado.
Este fracaso se percibe también entre los trabajadores. La plantilla está visiblemente molesta. Dos sindicatos han alzado la voz de forma rotunda. CCOO en Cataluña ha denunciado la gestión de los recursos, señalando el contraste entre la precariedad de áreas técnicas, como los equipos de vídeo, y la inversión en programas como el de Andreu Buenafuente o La familia de la tele.
“La familia Monster de la tele”: críticas internas sin filtro
Las críticas internas a La familia de la tele no se han limitado al tono o los contenidos. USO ha publicado un comunicado demoledor. En él, califica el programa como “una mezcla de espectáculo sin rumbo”, con “fallos técnicos importantes” y una “deriva sin control” dentro de RTVE. Incluso lo han rebautizado como La familia Monster de la tele, evidenciando la percepción de desorden y falta de dirección que proyecta la producción.
La situación no es menor. Para muchos profesionales, La familia de la tele es solo el síntoma más visible de una crisis estructural más profunda. RTVE atraviesa momentos delicados. Y las decisiones editoriales recientes no han contribuido a mejorar la imagen del ente público.

El programa ha terminado por agravar la posición de José Pablo López, que ya había lidiado con varios escándalos recientes. El más sonado fue el pago de un millón de euros a Loterías y Apuestas del Estado, como penalización por mover el sorteo diario para favorecer la emisión de La Revuelta, el espacio de David Broncano que también está en entredicho.
A ello se suman los problemas financieros de RTVE y la polémica generada por el documental 7291, sobre las residencias de mayores durante la pandemia, acusado de sesgo ideológico.