Crianza

La tiranía del posparto: el precio de recuperar la figura con Ozempic

A la presión que sufren las mujeres por perder peso después del embarazo se ha sumado el fácil acceso a medicamentos agonistas del GLP-1

Madre amamantando a su bebé
CSIC

La presión social sobre la madre para volver a la figura que tenían antes del embarazo no nos sorprende: mensajes en páginas webs, tutoriales de celebridades, consejos de influencers, ofertas de clínicas estéticas, coaching nutricional… Toda una legión de especialistas sale en su auxilio sin necesidad de que ella se pronuncie. De una forma u otra, el cuerpo posparto es tema recurrente de conversación. Es tan tóxica la presión que, ceda o no, la sensación que deja va a ser siempre de culpabilidad.

Cada vez es más difícil no dejarse embaucar por alguna de las opciones que llevan sus cuerpos al límite de manera poca segura, como entrenamientos vigorosos y fajas abdominales cuando sus órganos aún están sin recuperar o dietas estrictas durante la lactancia. A la cultura de la recuperación se ha unido peligrosamente la moda de adelgazar con Ozempic y otros medicamentos similares, conocidos como agonistas del GLP-1, que imitan a una hormona que regula la glucosa en sangre induciendo el aumento de la secreción de insulina desde el páncreas.

Los más populares, aparte del Ozempic, son Mounjaro y Wegovy, indicados para tratar la diabetes y la obesidad. Consiguen una reducción del 10% al 20% del peso corporal en un tiempo récord al suprimir el apetito, ralentizar la digestión y aumentar la saciedad. En las farmacias de nuestro país, sus ventas superaron los 4,8 millones de envases en 2024, un 51% más que el año anterior.

La pérdida de peso después de dar a luz debería ser progresiva

Entre sus consumidores cada vez hay más mujeres que amamantan a sus hijos recién nacidos o que han abandonado este tipo de lactancia, aconsejada tanto por la OMS como por todas las sociedades pediátricas como la más recomendable para un correcto desarrollo del bebé, con el fin de bajar peso rápidamente mediante inyecciones.

El precio de la urgencia

En el Reino Unido, donde más de un millón y medio de personas adelgazan usando estos medicamentos, el Servicio Nacional de Salud (NHS) ha emitido una alerta sobre el GLP-1 durante la lactancia. Son fármacos fáciles de conseguir y está aumentando el número de madres que, por priorizar su figura, descuidan estos riesgos.

Lo cierto es que es difícil burlar lo que ya se parece más una imposición que una sugerencia. Con el Ozempic, las madres se quedan sin argumentos para seguir cargando con los kilos ganados durante el embarazo. Frente a esta nueva generación de fármacos, incluso el boby positive, el movimiento que promueve la aceptación y el aprecio por todos los cuerpos, se ha quedado pequeñito. Hasta Serena Williams hizo campaña publicitaria para un proveedor privado con este mensaje: “Como siempre lo he hecho, estoy tomando decisiones informadas para mi salud y mi cuerpo”.

 

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Las indicaciones médicas que los desaconsejan durante el embarazo, la lactancia e incluso durante los meses en lo que se busca la concepción son claras. La lactancia prolongada es una etapa natural y beneficiosa tanto para la madre como para el bebé. Según las fichas técnicas oficiales de estos medicamentos y las recomendaciones actuales de las agencias reguladoras de los diferentes países, no se ha establecido su seguridad. Faltan estudios en humanos. Ninguno de estos medicamentos ha sido evaluado adecuadamente en mujeres lactantes, por lo que no existe evidencia sólida sobre su seguridad en este grupo.

Plumas de Ozempic

Aunque no hay datos concluyentes, se sospecha que estos fármacos, al ser moléculas relativamente grandes (análogos de GLP-1 y GIP), podrían pasar a la leche materna en pequeñas cantidades. Y dado que su acción afecta a hormonas reguladoras del metabolismo, no se  descarta un riesgo potencial para el lactante.

Existen alternativas para perder peso durante la lactancia, siempre con asesoramiento nutricional individualizado y planes adaptados al gasto energético de la lactancia. El ejercicio físico moderado y regular permite, además, mejorar el estado de ánimo y el tono muscular.

“Extremadamente grave”

Para hacernos una idea de la dimensión que está tomado, según la Red de Lactancia Materna británica, el número de consultas de madres lactantes sobre pérdida de peso, especialmente relativas a las inyecciones, ha aumentado un 145 % entre el verano de 2024 y el de 2025. La respuesta que le dan es la siguiente: “Hay muy pocos datos en humanos sobre si se absorben en la leche materna y se transmiten al bebé, pero existen estudios en animales. No son muy exhaustivos, pero algunos muestran que podría tener un posible efecto en el crecimiento del bebé, por lo que es extremadamente grave. Si una mujer recurre a los agonistas del GLP-1 porque se anuncian constantemente y todos los toman, no va a consultar a un médico que comprenda los cambios metabólicos después del embarazo.

Un artículo de The Guardian expone testimonios de mujeres británicas que se han inyectado Mounjaro mientras daban el pecho a sus hijos haciendo caso omiso a las recomendaciones del NHS. “Investigué mucho, leí artículos científicos todo lo que pude entender y hablé con mi marido al respecto”, afirma una madre encantada con sus 22 kilos menos. Cuenta que el proveedor privado al que le compró su Mounjaro le preguntó si estaba amamantando. Marcó una casilla para decir que no y nunca se verificó la veracidad de la información que proporcionó.

El 47% de las españolas amamanta a su hijo
Shutterstock

Tampoco para la madre el uso de fármacos análogos del GLP-1 está exento de efectos adversos para la salud. Si bien puede reducir el riesgo de trastornos cardiometabólicos, aumenta la probabilidad de sufrir afecciones gastrointestinales o hipertensión. Son las conclusiones de un estudio publicado en Nature Medicine por el epidemiólogo estadounidense Yan Xie. Los hallazgos se basan en el análisis de datos de 2,4 millones de participantes.

A pesar de todo, las madres se han abonado peligrosamente a esta nueva moda actual de la delgadez extrema conseguida, sobre todo, por el uso indebido de fármacos GLP-1. Los psicólogos están también alertando de algunos efectos inesperados sobre la salud mental. Si bien los aspectos positivos de los medicamentos incluyen su capacidad para mejorar la salud y aliviar el estigma de no poder perder peso, traen consigo el riesgo de medicalizar los cuerpos más grandes y avergonzar a las personas tanto si toman la salida fácil como si la ignoran, según observa A. Janet Tomiyama, psicóloga clínica de la Universidad de California. Se han detectado, además, mayores niveles de ansiedad y depresión y un riesgo ligeramente mayor de conducta suicida.

Puede que los estudios sean aún poco concluyentes, pero en mujeres lactantes el consejo es inequívoco: la leche materna es claramente la mejor alimentación durante los primeros meses de vida, un periodo incompatible con el uso de inyecciones con GLP-1 o medicamentos milagro. Cualquier deseo de mejorar la imagen corporal habrá que gestionarlo con paciencia y comportamientos más saludables.

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