¿En qué momento pasó? Los bebés que hace nada rompían a llorar si cometías la osadía de ir al baño sin ellos hoy son jóvenes que piden distancia. “Mami, a finales de agosto nos vamos de vacaciones a Ibiza con amigos”. Te lo plantan así, de sopetón, y lo sientes como una bofetada directa al corazón con mano de seda. Mucho amor, pero quedas fuera del grupo y de sus planes.
Crecer lleva consigo este tipo de cosas, y se hace más crudo si eres madre soltera, separada o divorciada. Bienvenido al club de los dos millones, no de euros, sino de familias monoparentales, en su mayoría encabezadas por mujeres. Aunque sabes que toca guardar la compostura, no les dejarás marchar sin antes hacer un poquito de drama. Una lagrimita, un comentario lastimero, un lamento por las vacaciones tan estupendas que quedarán en el aire.
¿Y ellos? Felices, como tiene que ser. Mochila y libertad. Y a esperar que, en algún momento, te envíen alguna foto. Si no, siempre está la opción de seguirles en Instagram. Te quedas de Rodríguez, pero vamos a quitarle todo lo casposo que tiene esta figura que retrató con humor Pedro Lazaga en los sesenta. Entre otras cosas, los resultados de alguna encuesta que dice que los hombres que pasan el mes de agosto solos en casa se entregan a los placeres nocturnos, mientras que las mujeres en modo Rodríguez aprovechan para limpiar y darle literalmente la vuelta a la casa.
Hay placeres tan sencillos que una mujer puede regalarse en el transcurso de una semana —o de esos quince días sin hijos que saben a tregua—, que bastan unas horas para comprender cuánto anhelaba un respiro vital. Tu propia playlist a todo volumen, despertar sin prisas, desayunar en silencio, una lectura sin interrupción, reservar una noche de hotel con spa o caminar sin destino, dejando que los pies decidan por ti.
Ana Castro Liz, psicóloga sanitaria y terapeuta de parejas, admite que es difícil plantearse la posibilidad de disfrutar de unas vacaciones sin los hijos. “Solo el hecho de pensarlo les hace sentir mal a algunas mujeres”, dice. Pero inmediatamente añade sin titubeos: “Tomarse un tiempo para desconectar de la rutina diaria y para descansar debería ser obligatorio para las madres”. Por otra parte, incluso a 450 kilómetros de distancia, una madre lo sigue siendo y sigue ejerciendo como tal. Esta separación no puede ser un drama, sino “unos días bien merecidos para ti sola”.
Si tus hijos tienen edad para viajar solos y no descalabran tu bolsillo, poco puedes objetar. Es la evolución natural si desde pequeños fomentamos su autonomía y les dejamos que vayan ganando confianza. Tómalo como un paso más en ese tránsito a la madurez, mucho más fácil si hay una buena comunicación.

Es conveniente saber qué tipo de viaje hacen y quién les acompañarán, tener el contacto de alguno de ellos e incluso de las familias, asegurarse de que sabrán administrar su dinero, insistirles en mantenerse siempre en el grupo y mostrarse disponible para lo que necesiten. Transmíteles confianza, aunque por dentro mantengas todas las alarmas encendidas. A pesar de ser muy tentador, no podemos caer en la sobreprotección ni proyectar sobre ellos nuestros miedos.
¿Cómo cubrir el vacío de los hijos? La psicóloga aconseja dedicar la marcha de los hijos a “descubrirse desde una perspectiva diferente aprendiendo a enfrentarse a nuevos desafíos por cuenta propia”. A menudo usamos la maternidad y la crianza como excusa para no avanzar. Sin ellos en casa, nada impide ya salir de nuestra zona de confort. “Al hacerlo -señala Castro Liz-, empezamos a confiar más en nuestras propias habilidades y a sentir mayor seguridad en nosotras mismas. Cambiando de rutinas, te permitirás ser más autónomo“.
Por otra parte, esa bocanada de aire fresco puede ser muy beneficiosa para las relaciones maternofiliales. “Tomarse un descanso ayuda a relajar la dinámica familiar. Al permitir que todos tengan sus propios espacios, todos valorarán mucho más el tiempo que luego se va a tener en conjunto”. Si seguimos los consejos de la psicóloga, más vale no desperdiciar ni un minuto. “Son días para olvidarte de tus responsabilidades y conectar con tus propias necesidades, cargar las pilas y aprender a enfrentarte a tu vida actual de ahora en adelante”.
Si te apetece viajar sola, hazlo, aunque sea un destino cercano. “Puede ser una oportunidad para empezar a trabajar el sentimiento de culpa o la falsa creencia de ser mala madre por disfrutar sola y sin tus hijos. Merecerse un tiempo de descanso es darle importancia a tu salud mental. Descubre el turismo child free y acude a sitios donde la entrada de los niños no esté permitida. El ambiente relajado te ayudará mucho más a descansar”.