Cada 31 de agosto, la Iglesia católica conmemora la festividad de San Ramón Nonato, una figura especialmente venerada por su vida de entrega y sacrificio, así como por los milagros que se le atribuyen.
Su historia, marcada por la fe y la compasión hacia los demás, lo ha convertido en patrono de las mujeres embarazadas, de las parturientas y de las personas que sufren injusticias. En este domingo 31 de agosto de 2025, la tradición vuelve a recordarlo en templos, parroquias y localidades donde su figura sigue muy presente.
La vida de San Ramón Nonato
San Ramón Nonato nació en el año 1204 en Portell, un pequeño pueblo de la provincia de Lérida, en el seno de una familia humilde. Recibió el sobrenombre de Nonato —“no nacido”— porque fue extraído por cesárea tras la muerte de su madre durante el parto, un hecho que marcó desde el inicio su historia y su espiritualidad.
Desde joven, mostró una gran inclinación por la vida religiosa y acabó ingresando en la Orden de la Merced, fundada por San Pedro Nolasco. Su misión principal dentro de la orden era la redención de cautivos, lo que lo llevó a arriesgar su vida en varias ocasiones para liberar a cristianos que se encontraban prisioneros en tierras musulmanas del norte de África.
Su sacrificio por los cautivos
Uno de los episodios más recordados de su vida ocurrió en Argel. San Ramón Nonato, al no tener dinero suficiente para pagar la liberación de algunos prisioneros, se entregó a sí mismo como rehén a cambio de la libertad de otros. Durante su cautiverio, predicaba el Evangelio a los musulmanes, lo que le valió duros castigos.
Se cuenta que, para impedirle hablar de su fe, sus captores llegaron a atravesarle los labios con un candado de hierro, un gesto que simboliza su firmeza y su resistencia ante la adversidad. Tras su liberación, continuó con su labor pastoral hasta ser nombrado cardenal por el papa Gregorio IX, aunque falleció en 1240, con apenas 36 años.
Patronazgo y devoción
La figura de San Ramón Nonato ha quedado especialmente vinculada a las mujeres embarazadas y a las parturientas, en recuerdo de las circunstancias extraordinarias de su nacimiento. Muchas familias, a lo largo de los siglos, le han encomendado la protección durante los partos y los embarazos complicados.
También es invocado como patrono de los confesores, ya que sufrió en carne propia el silencio forzado cuando le colocaron el candado en los labios. Asimismo, se le recuerda como protector de los inocentes y de quienes padecen injusticias o persecuciones.
Fiestas y celebraciones en su honor
El 31 de agosto es una fecha señalada en varios municipios de España que celebran a su patrón. En Portell, su localidad natal, se realizan actos religiosos y culturales para conmemorar al santo. Asimismo, otras localidades catalanas y de Castilla y León mantienen tradiciones en su honor, que incluyen procesiones, misas solemnes y actividades populares.
En muchos lugares, las iglesias que llevan su nombre acogen celebraciones especiales. Es habitual que en este día se bendigan a mujeres embarazadas, se recen novenas y se organicen ofrendas en las que los fieles agradecen favores atribuidos a la intercesión del santo.
San Ramón Nonato en la actualidad
Aunque vivió en el siglo XIII, la figura de San Ramón Nonato mantiene una vigencia espiritual en la actualidad. Su ejemplo de sacrificio personal, de entrega hacia los más necesitados y de resistencia ante la persecución lo convierten en un referente de fe y compromiso.
En un contexto moderno, muchas personas siguen viendo en él un símbolo de esperanza y de fortaleza en momentos de dificultad, especialmente en el ámbito familiar y en los procesos de maternidad.
Una figura que trasciende los siglos
La conmemoración de San Ramón Nonato cada 31 de agosto recuerda no solo a un hombre de fe, sino también a una vida marcada por la compasión y la valentía. Su historia, nacida en circunstancias extraordinarias, se convirtió en un ejemplo universal de sacrificio y entrega por los demás.
En este domingo 31 de agosto, miles de fieles vuelven a invocar su nombre, manteniendo viva una devoción que ha atravesado los siglos y que sigue presente en la tradición cristiana.