El jurado popular ha declarado este martes, por unanimidad, culpable de asesinato con agravante de parentesco a Manuel Quero Sánchez, acusado del atropello mortal en Marmolejo (Jaén), en junio de 2021, de la reportera gráfica onubense, Alicia Rodríguez, su novia en el momento de los hechos. Quero se enfrenta a penas de cárcel de entre dos y 28 años.
En el juicio, además del Ministerio Fiscal y la acusación particular estaban personados como acusación popular el Ayuntamiento de Huelva, que pedía 25 años de cárcel por un delito de asesinato con grado de parentesco, y la Junta de Andalucía, que pedía 15 años al considerarlo un delito de homicidio doloso, al que en las conclusiones finales añadió el agravante de parentesco. El jurado popular ha considerado, por lo tanto, que los hechos son constitutivos de un asesinato, y considera que hay agravante de parentesco, que era una de las cuestiones que se dirimían en este juicio.
El acusado estaba “nervioso y alterado”
Según expusieron en testificales los agentes de la Guardia Civil que llegaron primero al lugar de los hechos, el acusado estaba “nervioso y alterado“, llegando uno de ellos a apuntar que también “con actitud agresiva”. Asimismo, indicaron que la noche era “oscura” y que el cuerpo de la víctima estaba “en medio del coche”, con la cabeza “en dirección a la parte delantera, con la mano derecha hacia adelante y la izquierda hacia la izquierda del coche”, así como que el cuerpo estaba “completamente plegado y con la pierna derecha arriba, flexionada en V hacia la parte delantera”.
De otro lado, han explicado que a su llegada comprobaron que “no tenía pulso” y que tuvieron que sacarla de debajo del coche levantaron el mismo con un gato ya que “estaba atrapada”, al tiempo que han manifestado que el terreno “no era desnivelado”, sino “relativamente llano”.

“Intención de pisar el acelerador”
Por su parte, el agente del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Jaén que realizó la inspección ocular de la zona y el atestado inicial del accidente al día siguiente del atropello mortal indicó que de la investigación practicada en la zona se desprende que “tuvo que haber intención de pisar el acelerador” para “sobrepasar el objeto” del atropello.
Al respecto, el agente apuntó que había huellas de “fricción” por aceleración del coche, un Opel Insignia, y que esas huellas iban en “línea recta” y “hacia adelante”, así como que no se observó “intento de esquivar el obstáculo para salvarlo” y que “tuvo que acelerar al tenerlo debajo”. Por ello, indicó que “tuvo que haber intención de pisar el acelerador” ya que “si no se pisa con fuerza el coche no hubiera avanzado por el obstáculo”, por lo que el movimiento “era intencionado”.
De la misma manera, el agente apuntó que, “si en lugar de ir el coche hacia adelante hubiera girado, las lesiones hubieran sido menores“. Asimismo, a preguntas de la acusación particular, tanto este agente como otros dos señalaron que por la distancia del chasis del vehículo hasta el suelo “no cabía una persona” debajo del mismo.
Este mismo agente de tráfico indicó que se hizo una prueba en el lugar del atropello para comprobar si había un desnivel en el terreno y el coche podría haberse movido solo, ya que el acusado dijo en un primer momento que salió a orinar y al volver la halló debajo, de forma que colocó una furgoneta “en punto muerto” y comprobó que “si alguien se colocaba delante, con la inclinación que había, se podía parar el vehículo”, por lo que ha reafirmado que si el coche seguía hacia delante “tienen que acelerar para sobrepasar el objeto”.
“Ningún fallo mecánico”
Con respecto a las pruebas periciales, los agentes del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (ERAT) de la Guardia Civil declararon que el vehículo de M.Q.S “no presentaba ningún fallo mecánico“, en referencia al sistema de seguridad activa del mismo (sensores acústicos de movimiento para detección de objetos), así como que “no había posibilidad” de que el coche avanzara sin freno de mano y se ratificaron en las conclusiones del informe emitido tras la reconstrucción del atropello.
Los agentes señalaron que, conforme al relato del acusado, quien en una de sus declaraciones dijo que maniobró marcha atrás y luego hacia adelante, se hizo una reconstrucción de los hechos. De esta forma, tras colocarse uno de los agentes como conductor y dar primero marcha atrás, los sensores de la parte trasera se activaron con “un pitido fijo”, activando también los de la parte delantera, toda vez que explicaron que probaron el sonido de la radio puesto a máxima potencia y los sensores “siempre se escuchaban por encima de la música”.
La postura de Alicia Rodríguez
En cuanto a la visibilidad, realizaron pruebas con una agente con las mismas características de la víctima, de manera que “parte de su cabeza era visible desde el interior” en la postura en la que se dedujo que podía estar Alicia Rodríguez en el momento del atropello (en cuclillas o agachada en el lado derecho del vehículo de forma oblicua).
Asimismo, indicaron que para que el cuerpo sufriera las lesiones que refleja el informe forense con respecto al aplastamiento “tuvo que haber una aceleración compaginada con un ligero parón y con el juego del embrague para sobrepasar el cuerpo e introducirlo en los bajos”, ya que ese espacio que era “muy cerrado” y “no había posibilidad de que el coche avanzara sin el freno de mano” y sobrepasara el objeto, sino que “había que acelerar”. “Como el coche no puede superar el objeto retrocede y vuelve a embestir”.
Versiones “incoherentes”
Por otra parte, un agente de la unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil manifestó que las versiones de M.Q.S sobre lo que había ocurrido eran “incoherentes“, por lo que, con ello y las pruebas observadas, se determinó su detención ya que creían que “el coche no se podía haber movido solo”.
Así las cosas, en su declaración en sala, el acusado afirmó que no la vio “en ningún momento” cuando movió el coche, así como que “no notó” que hubiera algún obstáculo que impidiera el avance del coche más que “los típicos de terreno, ondulaciones y piedras”, pero “nada fuera de lo común”, toda vez que dijo que no escuchó “ningún pitido” de sensores, “solo el de la puerta abierta”.
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