Libertad o estereotipo: la hipersexualización de los disfraces de Halloween

Ellos suelen vestir disfraces aterradores y ellas algo más sexy. ¿Sexualidad libre o condicionada a estereotipos? Una experta nos responde

La hipersexualización de los disfraces de Halloween
KiloyCuarto

El 31 de octubre, fecha marcada en el calendario. Y aunque Halloween no sea una tradición propia de nuestro país, lo cierto es que la hemos adoptado con entusiasmo. Casi ni tiempo nos da para despedir el fin del verano cuando los escaparates desplazan las cremas solares y bikinis por las telarañas, máscaras o calaveras.

Y ahí, entre tanto maquillaje y lentejuelas, salta algo a la vista. Mientras los pasillos se llenan de disfraces que lucen descripciones como “zombis ensangrentados” o “vampiros aterradores”, en las perchas de al lado aparecen sus versiones femeninas: “bruja sexy”, “diablilla en minifalda” o “enfermera provocativa”.

Fiesta de Halloween
Shutterstock

Hipersexualización femenina

La psicóloga Amaya Navarro, especializada en terapia sexual, tiene claro lo que sucede, “Halloween se ha convertido en una de las fiestas más esperadas del año, una noche para disfrazarse, divertirse y evadirse. Sin embargo, con el tiempo, esta celebración ha puesto en evidencia un fenómeno que va más allá de la diversión: la hipersexualización, sobre todo en los disfraces femeninos”.

El fenómeno, explica Navarro, no es nuevo, pero cada vez resulta más evidente. “Esta hipersexualización podría definirse como esa tendencia a valorar a las personas principalmente por su atractivo o por comportamientos asociados a la seducción (especialmente a las mujeres). Esto lo que hace es reforzar la cosificación, donde el cuerpo deja de ser una parte de la identidad para convertirse en un objeto de consumo”.

Los disfraces de ellos aterradores, los de ellas sexys

No hay que hacer un estudio sociológico para comprobarlo. Basta con abrir cualquier catálogo online en octubre. “Mientras que los disfraces masculinos tienden hacia lo aterrador, lo poderoso o lo humorístico: el ‘médico sangriento’, el ‘zombi aterrador’, el ‘vampiro oscuro’; los femeninos suelen adoptar versiones ‘sexy’ de esas mismas figuras: ‘enfermera sexy’, ‘zombi sensual’, ‘bruja seductora’. Y aquí el mensaje es claro: la mujer, incluso en contextos de miedo o fantasía, debe mantener un componente erótico y deseable”.

Lo paradójico es que, en una fiesta que celebra lo grotesco, lo feo y lo monstruoso, el cuerpo femenino parece estar blindado frente al horror. No se le permite ser feo, ni aterrador, ni siquiera descuidado. Debe seguir siendo bonito, moldeado y, sobre todo, deseable. Como si el miedo y la sensualidad no pudieran coexistir en igualdad de condiciones.

“Jugar con la sensualidad es perfectamente válido y saludable”

Navarro insiste en que no se trata de demonizar el deseo ni el disfrute del cuerpo. “El problema no radica en el deseo de mostrarse atractiva o de jugar con la sensualidad, que es perfectamente válido y saludable, sino en la presión social que supone asociar tu valor personal con la apariencia o con la aprobación externa. Esto, en adolescentes y jóvenes, puede llegar a contribuir a una baja autoestima, a una relación conflictiva con el cuerpo o a una comprensión distorsionada de la sexualidad, basada más en la imagen que en el placer, la intimidad y el consentimiento”.

Un ejemplo de maquillaje de Halloween.

En otras palabras: no se trata de censurar los disfraces, sino de hacerse preguntas. ¿Por qué las niñas tienen menos opciones? “La hipersexualización no surge espontáneamente, añade Navarro, sino que tiene raíces culturales y sociales muy profundas, alimentadas por los medios de comunicación, la publicidad o la industria del entretenimiento, donde los modelos a seguir para las niñas son modelos que asocian su valor a su atractivo físico y su ‘capacidad de gustar’. Así que Halloween se convierte en un reflejo de esa presión”.

Esa presión, claro, no afecta a todas por igual. Hay mujeres que eligen conscientemente un disfraz provocativo y lo viven como un gesto de libertad y seguridad con su cuerpo. Y eso también está bien. Navarro lo deja claro: “Existen mujeres que disfrutan y se empoderan al usar disfraces más provocativos, interpretándolos como una expresión de libertad y seguridad con su cuerpo, cosa que es muy válida. El problema aparece cuando esa es la única opción ofrecida o socialmente aprobada, cuando la libertad se confunde con la obligación de ser atractiva”.

¿Sexualidad libre o condicionada a estereotiposs?

Su propuesta no pasa por prohibir nada, sino por reflexionar. “Lo importante no es censurar los disfraces ni negar el juego, sino poder reflexionar sobre lo que representa cada decisión y desde dónde la tomamos”.

Así que la pregunta no es por qué existen “brujas sexys”, sino por qué hay tan pocas “brujas aterradoras”. “Considero que es importante promover una educación sexual integral, que incluya la reflexión crítica sobre los mensajes culturales que recibimos, donde se distinga entre una sexualidad libre desde el autoconocimiento, la comunicación y el respeto; y una sexualidad condicionada a los estereotipos y desigualdades de género”, apunta la psicóloga.

Porque, al final, Halloween no solo habla de miedo. Habla también de máscaras: de las que llevamos por fuera… y por dentro. “La sexualidad es una parte natural de cada persona, pero pierde su sentido cuando se reduce a una imagen. No consiste en mostrarse más, sino en poder decidir cuándo, cómo y por qué hacerlo”, concluye Navarro.

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