“No se puede ir animando a los chavales para luego decirles que no”. Esa fue una de las frases que una médico forense del Instituto de Medicina Legal de Sevilla dirigió a una joven que acababa de llegar a Urgencias denunciando una violación. La chica, entre lágrimas y bajo un ataque de ansiedad, terminó desistiendo de la denuncia. Su agresor quedó impune.
No es un caso aislado. La Fiscalía de Sevilla acusa a esta forense de tres delitos contra la integridad moral, al entender que sus comentarios, reiterados, despectivos y culpabilizadores, vulneraron de manera grave la dignidad de tres mujeres que acudieron al hospital tras haber sufrido agresiones sexuales. Un juicio que ya tiene fecha; será el próximo 18 de noviembre en el Juzgado de lo Penal número 4.

“Llora, llora que tienes que llorar”
Los hechos descritos en el escrito de acusación son demoledores. En septiembre de 2019, una joven que buscaba ayuda tras una agresión sexual escuchó de boca de la forense: “Si no fueras de madrugada, no te hubiera pasado. ¿Estás segura de que quieres denunciarlo? Porque le vas a destrozar la vida a este chico”. La víctima, devastada, optó por no seguir adelante.
Tres años después, en octubre de 2022, otra joven llegó semiinconsciente al hospital, sin ropa interior y con la firme intención de denunciar. La respuesta de la profesional volvió a dejarla en el suelo emocional: “Decís que se la encontraron sin bragas, pero no sabemos si salió con bragas porque ahora es la moda, salir sin bragas. ¿Tú sales así vestida? (…) Mona, lo que te ha pasado es que estabas borracha, te has sentado a hacer pis y te has quedado dormida”.
Cuando los facultativos plantearon hacerle pruebas de sumisión química, la acusada las descartó. La joven, confusa y hundida, llegó a pensar que “quizá no había pasado nada”. Y una vez más, el agresor quedó impune.
Con la tercera víctima, en noviembre de 2022, tampoco encontró un mínimo de empatía. Tras relatar que había huido del domicilio de un hombre con el que no quiso mantener relaciones, la forense la increpó: “¿No será que querías, pero no te acuerdas? ¿Por qué no le empujaste? ¿Por qué subiste al taxi?”. La mujer, que dudaba si denunciar, acabó convenciéndose de que no tenía sentido, porque claro, si la profesional que debía velar por ella no la creía, ¿quién lo haría?

Tres delitos, tres mujeres silenciadas
Para la Fiscalía, no hay dudas: la forense quebrantó su deber profesional y dañó gravemente la integridad moral de las víctimas, en un contexto de extrema vulnerabilidad. Por ello pide tres años de cárcel, la inhabilitación durante tres años y una indemnización de 1.000 euros a cada una de las jóvenes.
El Ministerio Público recuerda que los protocolos médicos obligan a los forenses a actuar con rigor, neutralidad y respeto, algo que, a su juicio, la acusada despreció al introducir juicios morales sobre la vestimenta, la conducta o la credibilidad de las víctimas.
Una forense aún en activo
El caso llegó a la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía a principios de 2023, después de que las propias ginecólogas del Hospital Macarena denunciaran lo ocurrido. Se abrió un expediente disciplinario, pero quedó suspendido a la espera del proceso penal.
A día de hoy, la forense sigue trabajando en los juzgados de Sevilla. La única limitación es que ya no atiende guardias ni explora a víctimas de violencia sexual.
Más allá del proceso judicial, el relato refleja una cuestión de fondo: ¿qué ocurre cuando la revictimización parte de quienes deberían sostener a las mujeres? Expertos en violencia sexual subrayan que los comentarios que culpan o minimizan son una de las principales causas por las que las víctimas desisten de denunciar. Y sin denuncia, los delitos quedan impunes.
La voz de estas tres jóvenes, recogida en el escrito de la Fiscalía, habla de angustia, dudas y culpa. Habla de una herida que no deja cicatriz física, pero que erosiona la confianza en la justicia.
A la espera de justicia
El 18 de noviembre, un tribunal tendrá que decidir si aquellas frases constituyeron algo más que una falta de empatía: si fueron delitos contra la integridad moral. Mientras tanto, las palabras de la forense siguen resonando como un eco amargo: “La próxima vez tienes que escribir con tu sangre la palabra NO”.
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