Aunque España entera abrasa, la uniformidad de ese rojo intenso del mapa es engañosa. El calor aprieta más para quien menos tiene y los datos de este verano lo reflejan con toda su crudeza. “En las familias con rentas más bajas, los bebés han perdido ya dos kilos en los últimos quince días”, nos indica Conrado Jiménez, presidente de la Fundación Madrina. “Tres kilos en menos de un mes. También los recién nacidos están perdiendo peso, con el efecto devastador que esto supone en un cuerpo tan pequeño”.
El calor extremo golpea más duro a quienes tienen menos recursos porque sus viviendas están mal aisladas, no tienen ventilación y, a menudo, se encuentran en zonas con una población muy densa que hace que se acumule aún más calor. “A veces un simple ventilador supone un coste inasumible. Los niños se deshidratan, no comen y se muestran apáticos. Es una cuenta atrás que no podemos ignorar”, explican desde el equipo médico de la Fundación Madrina. Su última campaña, Aire y agua, reparte esos dos elementos esenciales para la vida.
Casas convertidas en hornos
“El calor es un enemigo silencioso. No hace ruido, pero agota, deshidrata y puede llegar a ser letal. La situación es igualmente crítica para sus madres. Mujeres embarazadas que viven hacinadas en viviendas sin ventilación están sufriendo aumento de contracciones, partos prematuros, lipotimias y caídas por golpes de calor. Estos episodios no solo ponen en peligro su propia salud, sino que comprometen la vida del bebé que llevan dentro. El calor extremo convierte sus casas en hornos”, señala Jiménez.
En mujeres con estrés crónico o situación de precariedad, el riesgo de enfermedad es mayor por la bajada de defensas. Este verano ha desbordado cualquier previsión de la fundación. Solo en Madrid, tenía previsto atender a 600 familias con ventiladores y botellas de agua y ya van por 900. Jiménez calcula que llegarán a 1.400. Más del 40% son españolas.
Es un verano más cálido de lo normal y también la organización Save the Children ha hecho saltar las alarmas: uno de cada cuatro niños vive en hogares sin capacidad para enfriar su vivienda en épocas de calor. Más de dos millones, tomando como referencia la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE. Solo el 23 % de las viviendas en España disponen de un aislamiento térmico adecuado; en los hogares de rentas altas esa cifra alcanza el 62 %, lo que evidencia una fuerte brecha por ingresos.
“Esto es ya nuestra nueva normalidad. Este calor extremo solo nos vuelve a mostrar la necesidad de actuar para mitigar los efectos de la crisis climática, y especialmente en la infancia, la más vulnerable”, explica la responsable de incidencia de Save the Children, Carmela del Moral. “La infancia que vive en familias con dificultades económicas es la más afectada por las consecuencias de la crisis climática. Sus condiciones materiales, como la adecuación de sus viviendas, les hacen especialmente vulnerables a eventos como las olas de calor” añade.
Los niños andaluces, los más perjudicados
Según la Encuesta de Condiciones de Vida, el impacto por la crisis climática y la pobreza, una doble fragilidad, es mayor en los niños de Andalucía (39%), Murcia (37%) y Extremadura (35%). Andalucía, Canarias y la Comunidad Valenciana son las que presentan más problemas para enfriar su casa. Del Moral añade que el calor afecta también al descanso infantil y a la calidad de su ocio, “agravando riesgos que ya padecen en términos de salud o rendimiento escolar”. A la pobreza energética, que impide tener sus casas a una temperatura adecuada, suma que el parque de viviendas está especialmente envejecido en barrios de rentas bajas, con edificios energéticamente poco eficientes.
Si observamos los datos del sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), las cifras son desoladoras. Entre el 16 de mayo y el 13 de julio de 2025, se registraron 1.180 muertes atribuibles al calor, un incremento del 1 035 % respecto al mismo periodo en 2024 (114 muertes). El análisis del perfil demográfico de los fallecimientos muestra que el 95,08% de las personas fallecidas tenía más de 65 años. Del total, el 59,24% eran mujeres.
Esta distribución responde tanto a la mayor presencia de mujeres en las edades más avanzadas como a factores fisiológicos que les hacen especialmente vulnerables a los efectos del calor. En cuanto a la distribución territorial de la mortalidad atribuible a las olas de calor, las comunidades autónomas más afectadas han sido Galicia, La Rioja, Asturias y Cantabria. Estas regiones, que históricamente han experimentado veranos de temperaturas moderadas, presentan actualmente un incremento notable en la vulnerabilidad climática. Entre otras causas, por su menor adaptación.
Qué verán las nuevas generaciones
Las previsiones no son buenas. En su análisis “Nacidos en la crisis climática”, Save the Children recuerda que vamos de camino a un aumento de 2,7 °C de la temperatura media global. “Si este escenario se hace realidad, en España significaría que el 94 % de los niños y niñas nacidos en 2020 se enfrentarían a una exposición sin precedentes a las olas de calor, en comparación con el 26 % de los nacidos en 1960. Sus abuelos experimentaron las olas de calor, las inundaciones, las sequías o los incendios forestales como sucesos excepcionales y poco comunes; las nuevas generaciones, sin embargo, “tendrán que enfrentarse a estos fenómenos con una frecuencia, intensidad y duración cada vez mayores”, advierte Del Moral.
Ante estas expectativas, Save the Children pide planes de adaptación al cambio climático que tengan perspectiva de infancia y que se dé prioridad a una financiación climática que beneficie a la infancia, proteger el derecho de la infancia a vivir en un planeta seguro y sano.