Cuando el calor aprieta y el cuerpo se entrega a la pereza del verano, pocos placeres resultan tan estimulantes como perderse en una buena historia de crimen, secretos y oscuridades humanas. Las novelas negras muy adictivas tienen ese magnetismo casi hipnótico que convierte la evasión en necesidad y la página siguiente en un destino ineludible.
Este verano, tres títulos recientes destacan por su intensidad narrativa, su calidad literaria y su capacidad para enganchar desde la primera línea. Tres universos distintos. Tres maneras de explorar el crimen, la culpa y la verdad.
‘Lo que oculta la tierra’, de Leticia Sierra
Leticia Sierra se ha convertido por méritos propios en una de las autoras más destacadas del thriller nacional. En Lo que oculta la tierra, nos sumerge en una historia brutal, cargada de memoria histórica, ambientada en la cuenca minera asturiana. Esta es una de esas novelas negras muy adictivas que no solo atrapan por la intriga, sino por la carga ética y política que arrastran sus páginas.

Corre el año 1995. En una carretera secundaria del valle de Turón, aparece el cadáver de un anciano en una escena macabra. Manos y lengua cortadas, tiro en la nuca, cuerpo dispuesto como un penitente. El único testigo es Tomasín, un discapacitado que no puede comunicarse. Todo apunta a una ejecución simbólica. Lo que sigue es una investigación que desentierra más que un crimen: desvela una fosa común, literal y metafórica, en la que la violencia de la Guerra Civil y sus ecos aún resuenan.
Sierra documenta con rigor una historia real que pone los pelos de punta. Su estilo directo, con una cadencia narrativa que no concede tregua, hace de esta una de las novelas negras muy adictivas más poderosas del momento. No es solo un crimen: es un ajuste de cuentas con la historia.
‘El hombre de cristal’, de Anders de la Motte
Si prefieres el frío nórdico al calor del sur, Anders de la Motte ofrece un cambio de aires tan envolvente como inquietante. El hombre de cristal es la segunda entrega de su exitosa saga de la Unidad de Casos Perdidos, pero puede leerse de forma independiente. Y eso es parte de su encanto. Cada historia brilla por sí misma. Por algo está considerada una de las novelas negras muy adictivas más elegantes y entretenidas del año.

La jefa Leonore Asker vuelve al primer plano tras resolver su caso anterior, pero esta vez lo personal se entrelaza con lo profesional. Su padre, con quien lleva quince años sin hablar, aparece vinculado a un cadáver hallado en sus terrenos. Al mismo tiempo, Martin, amigo de la infancia de Leonore, acepta escribir la biografía de un magnate que vive en una isla remota, habitada por sombras y recuerdos deformados. La historia se bifurca en dos líneas que acaban confluyendo en una red de secretos, traiciones y asesinatos.
Con un ritmo narrativo absorbente, una ambientación sofisticada y una protagonista carismática, esta es una de esas novelas negras muy adictivas que no necesitan fuegos artificiales para inquietar al lector: basta con sus silencios, sus paisajes neblinosos y sus personajes rotos.
‘El principio de incertidumbre’, de Sònia Guillén
Pocas veces se cruza la ciencia con el thriller de una forma tan original como en El principio de incertidumbre, la sorprendente ópera prima de Sònia Guillén. En una escena literaria donde abunda el déjà vu, Guillén se atreve a presentar una de las novelas negras muy adictivas más inclasificables del momento, construida alrededor de una premisa perturbadora: un asesino en serie que se rige por los principios de la física cuántica.

El criminal, que firma como Squark (en alusión a las partículas elementales), secuestra a personas que viven en “superposición”, es decir, que llevan una doble vida, como si sus átomos no se hubieran decidido aún por una sola identidad. La primera víctima conocida es una pintora anónima que resulta ser la grafitera más famosa del mundo. La investigación recae en una pareja de policías que, desbordados, recurren a Berta Fernández, doctora en física cuántica y mujer en plena crisis personal.
Lo que sigue es una trama retorcida y brillantemente escrita, donde los grandes experimentos de la física se convierten en trampas mortales. Una exploración del caos, la doble identidad y la fragilidad de nuestras certezas. Sin duda, una de las novelas negras muy adictivas más originales y arriesgadas que han aparecido recientemente en el panorama literario español.