El estreno de Expediente Warren: El último rito en un cine de Texas no fue un evento cualquiera. Lo que debía ser una velada de terror cinematográfico se convirtió en una escena digna de la propia película: un hombre convulsionando en plena sala, un supuesto exorcismo improvisado y un obispo rociando agua bendita frente a decenas de espectadores atónitos.
El suceso, que rápidamente se hizo viral en redes sociales, ha abierto un debate que va mucho más allá del género de terror. ¿Fue un auténtico episodio paranormal? ¿O la estrategia de marketing más retorcida de Hollywood?
Una premiere marcada por el miedo
La película Expediente Warren: El último rito llegaba a las pantallas envuelta en expectación. James Wan y Michael Chaves habían prometido un final inolvidable para la saga de Ed y Lorraine Warren. Y los fans acudieron al estreno con la certeza de vivir una experiencia intensa.
Nadie imaginaba, sin embargo, que lo más comentado de la noche no estaría en la pantalla, sino en la platea. Durante la proyección, un espectador comenzó a sufrir convulsiones violentas, cayó al suelo y, según varios testigos, gritaba frases incoherentes en mitad del caos.
El ambiente se volvió aún más inquietante cuando un hombre vestido con sotana —identificado posteriormente como un obispo local invitado al evento— se levantó y comenzó a rezar en voz alta, mientras esparcía agua bendita sobre el supuesto “poseído”. La escena, registrada por varios móviles, circuló en cuestión de minutos por redes sociales, multiplicando las teorías y disparando la popularidad de Expediente Warren: El último rito.
¿Realidad o montaje?
El debate no tardó en dividir a la opinión pública. Para algunos, lo ocurrido fue un caso genuino de posesión demoníaca. Un episodio que encajaba de manera escalofriante con la temática de Expediente Warren: El último rito. Para otros, en cambio, se trataba de una maniobra publicitaria orquestada para generar ruido mediático.
La propia Warner Bros. Pictures no ha emitido un comunicado oficial aclarando el incidente, lo que ha alimentado aún más las sospechas. Expertos en marketing cinematográfico han señalado que la viralidad de la escena encaja con las campañas modernas de promoción, en las que la línea entre ficción y realidad se difumina deliberadamente para mantener la atención del público.
Sin embargo, la crudeza del episodio y la implicación de un hombre de la Iglesia hacen difícil confirmar que todo haya sido una representación.