Mujeres históricas

De coleccionista a protagonista: Isabel de Farnesio y el poder femenino

La tercera edición del proyecto recupera la influencia política y cultural de la reina, cuya colección personal y visión estratégica ayudan a reescribir la historia del museo desde una perspectiva feminista

'La reina Isabel de Farnesio', de Louis-Michel van Loo
'La reina Isabel de Farnesio', de Louis-Michel van Loo
Museo del Prado

“¿Cómo sería el Prado sin las mujeres?”. La pregunta, lanzada por el museo en un vídeo institucional hace dos años, vuelve a resonar en la tercera edición de El Prado en femenino. Y esta vez, la respuesta apunta a una figura que nunca ocupó el centro del relato, pero que moldeó silenciosamente parte del canon: Isabel de Farnesio.

Reina consorte de Felipe V en el siglo XVIII, no fue una reina pasiva: su carácter firme y su formación intelectual le permitieron ejercer una influencia decisiva en la corte y, sobre todo, en la política cultural de su tiempo. En los periodos en que el rey estuvo enfermo, su papel se volvió más importante, pues eligió, negoció y adquirió obras que no solo responden a su gusto, sino a una estrategia de legitimación y prestigio.

Isabel de Farnesio, en el centro de la corte borbónica, símbolo de poder y legitimidad por Louis-Michel van Loo
Isabel de Farnesio, en el centro de la corte borbónica, símbolo de poder y legitimidad por Louis-Michel van Loo

Según Noelia García Pérez, directora científica del proyecto desde 2021, su legado debe entenderse “no sólo como una colección de obras, sino como un relato de influencia y legado cultural” que demuestra cómo las mujeres podían moldear el canon artístico desde los márgenes del poder oficial.

Una de sus marcas de autoridad fue la flor de lis, sello personal con el que distinguía cada adquisición de las compras del monarca. De ese modo dejó constancia de que las más de mil piezas reunidas eran fruto de su criterio y, en muchos casos, de sus propios recursos: el llamado “bolsillo de la reina”. Entre ellas no solo hubo pinturas, sino esculturas de enorme valor. El conjunto de La reunión de las musas, adquirido por Cristina de Suecia, es uno de los ejemplos más reveladores: una mujer comprando a otra mujer las guardianas de la inspiración artística.

La sala 54 del Museo del Prado

La colección y un Murillo robado

El nuevo itinerario reúne 45 obras. Cinco salieron de los almacenes, dos regresan de depósitos externos —la Universidad de Zaragoza y la Embajada en Londres—, y un boceto de Murillo, robado en el siglo XIX y recuperado por el Museo de Pau en Francia. La predilección de Isabel por Murillo fue decisiva para que el pintor alcanzara gran difusión y entrara en la colección Real.

Su apuesta por la pintura flamenca, con nombres como Teniers y Rubens, consolidó un núcleo esencial del Prado. Esa capacidad de reunir y seleccionar obras fue reconocida por el director del museo, Miguel Falomir: “Si cogiéramos solo las obras que ella reunió y las lleváramos a un edificio aparte, tendríamos uno de los mejores museos de Madrid y de España”.

Las mujeres llenan los lienzos, pero apenas firman los cuadros

En el siglo XVIII el acceso a la formación estaba vetado para ellas. Solo unas pocas lograron ingresar en academias o talleres. Dentro de las 45 piezas, las más destacadas hechas por mujeres son Sofonisba Anguissola y Clara Peeters, reconocida por sus bodegones flamencos. El resto son de artistas hombres, pero el recorrido se articula para mostrar cómo Farnesio y otras mujeres dieron forma al patrimonio del museo, a la vez que se reconoce el papel de las mujeres en otros roles como el de coleccionistas, curadoras y mecenas.

'Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II', de Sofonisba Anguissola
‘Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II’, de Sofonisba Anguissola

Cristina Hernández Martín, directora del Instituto de la Mujer, valora el esfuerzo del Museo del Prado por contar la historia de mujeres como la de Isabel, pues para ella “un museo educa, la cultura transmite valores, y si las mujeres no estamos en la cultura y en los museos, el relato que transmitimos es parcial”. Y Pérez lo confirma: El Prado en femenino abre camino a nuevas lecturas que permiten entender el pasado de forma más completa e igualitaria”. Así, esta tercera edición no es una exposición cerrada, sino un recorrido vivo que atraviesa distintas salas y se acompaña de charlas y actividades hasta el 26 de mayo de 2026. Una invitación a volver a la pregunta inicial y a repensar la historia del arte desde un lugar más feminista.

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