Qué hacer

Letras, memoria y resistencia: la nueva exposición de Casa Árabe, donde hablan los hijos de la diáspora

Casa Árabe organiza, desde el 25 de septiembre en Madrid, esta exposición dedicada a la caligrafía árabe de vanguardia, comisariada por Toufik Douib. La muestra reúne la obra de diez artistas de la región y la diáspora cuyas obras subrayan la versatilidad y la riqueza de la representación árabe contemporánea

La artista francesa de origen marroquí Sarah Smahane
La artista francesa de origen marroquí Sarah Smahane
María Serrano

Impacta, conmueve, interroga. La exposición “Del álif a la zain. Arte caligráfico en movimiento”, en la Casa Árabe hasta enero de 2026, es una muestra que celebra la fuerza transformadora de la caligrafía árabe contemporánea. Comisariada por Toufik Douib, la exposición reúne la obra de diez artistas de la región y de la diáspora, incluyendo a figuras como Sarah Smahane, Mosa One, Shareef Sarhan y Samir Abdalla. Sus trabajos exploran las posibilidades estéticas y conceptuales del árabe, trascendiendo los códigos tradicionales de la caligrafía para transformar letras y palabras en gestos de identidad, memoria y resistencia cultural.

Más allá de su valor estético, “Del álif a la zain” propone un diálogo entre pasado y presente, entre tradición y experimentación, donde la escritura se convierte en vehículo de reflexión social y política. La exposición es, sin embargo, mucho más que una muestra de caligrafía árabe contemporánea. Para Douib, la selección de las piezas no fue un proceso lineal, sino un “viaje”, que comenzó tras su primera colaboración con Casa Árabe en 2019 y se consolidó durante la pandemia. La intención era reunir diferentes perspectivas sobre la lengua árabe y su uso en el arte, pero también fomentar un diálogo interno entre artistas de la región y la diáspora, cada uno con su propia identidad y experiencia vital. Algunos trabajan aún en sus países de origen, otros han crecido en Europa, y todos comparten el vínculo común de la lengua árabe, que se convierte en un hilo conductor capaz de trascender fronteras culturales y geográficas. “Los temas pueden ser universales y conectarse con cualquier público, ya sea que comprenda el árabe o sienta curiosidad por la caligrafía”, explica el comisario.

Para los visitantes, incluso aquellos que no conocen la lengua ni el alfabeto, la muestra ofrece una experiencia directa de emoción y comunicación. Sarah Smahane destaca que el arte tiene un poder “sin fronteras”: permite conectar y encontrarse, incluso en momentos de guerra o desesperanza. Sus obras, como la serie In the Stream, buscan traducir la complejidad de identidades multiculturales, reflejando su propia experiencia entre Marruecos y Francia. En ellas, la migración y la memoria familiar se entrelazan con la caligrafía y la fotografía; los espejos incorporados en sus instalaciones permiten al público verse reflejado, estableciendo un vínculo íntimo con los temas que aborda. “Quería que el público se encontrara con estas identidades, que viera cómo están entrelazadas, y se reconociera en ellas”, señala Smahane, quien busca también reivindicar que no hay que avergonzarse de la propia herencia cultural.

El comisario, nacido en Argelia y residente en Londres, coincide en la riqueza que supone vivir entre culturas. Su experiencia le ha mostrado que, incluso entre diferencias de dialectos y perspectivas dentro del mundo árabe, el arte y la lengua pueden actuar como puentes que unen a las personas. “No necesitas entender cada palabra; basta con sentarte y escucharte mutuamente. Esa es la conexión que crea la caligrafía”, reflexiona Douib. Para él, la complejidad del árabe es una espada de doble filo: comunica y conecta, pero también puede generar malentendidos. Su labor como curador busca precisamente equilibrar estas dimensiones, creando un espacio donde el público y los artistas puedan explorar la riqueza de la lengua y la cultura árabe.

En cuanto a la relación personal con la caligrafía, Smahane subraya su valor como vehículo de identidad. En sus obras conviven tres alfabetos —latino, árabe y bereber— que representan las múltiples capas de su formación y su historia familiar. “Es una manera de apropiarme de todas esas identidades y mostrarlas en el papel”, explica. Para ella, el arte es también un acto de resiliencia frente a los estereotipos y los comentarios que recibía en la infancia por ser “demasiado marroquí o demasiado francesa”. “Nunca he sentido amargura por lo que he vivido; al contrario, me ha hecho más fuerte y ha alimentado esta serie”, concluye.

Toufik Douib es el comisario de la exposición “Del álif a la zain. Arte caligráfico en movimiento”, en la Casa Árabe hasta enero de 2026
Toufik Douib es el comisario de la exposición “Del álif a la zain. Arte caligráfico en movimiento”, en la Casa Árabe hasta enero de 2026

Douib también subraya la riqueza generacional que atraviesa la exposición. “Podemos no entender el acento egipcio o el norteafricano, pero usamos la lengua árabe como un punto de conexión, un denominador común poderoso”, explica. La caligrafía se convierte así en un lenguaje que trasciende edades, geografías y experiencias: las obras de ayer y hoy dialogan en igualdad de condiciones, mostrando que la identidad árabe es diversa, compleja y dinámica. Para el comisario, las distintas técnicas —desde lo abstracto hasta lo digital, pasando por la tipografía y la ornamentación— reflejan no solo la pluralidad del mundo árabe, sino también el puente que muchos artistas construyen entre Oriente y Occidente.

Sarah Smahane, por su parte, destaca el valor del encuentro y del diálogo entre artistas. Compartir la experiencia de la lengua árabe en la exposición le ha permitido constatar cómo, incluso con orígenes distintos, esta lengua actúa como un puente que une sensibilidades, emociones y relatos de migración. Sus obras, además, incorporan la performatividad, una novedad para ella, que refuerza la idea de que la caligrafía no es solo estética, sino también un vehículo de compromiso social y político. “Más allá de la belleza, hay un compromiso y una resistencia”, subraya, recordando que el arte puede transformar percepciones y generar conciencia.

Sarah Smahane, junto a alos retratos intervenidos con caligrafía de sus familiares migrantes. La última foto es la suya
Sarah Smahane, junto a alos retratos intervenidos con caligrafía de sus familiares migrantes. La última foto es la suya

El compromiso de los artistas y del comisario también se hace presente ante los conflictos actuales. Douib reflexiona sobre la situación en Gaza: “Son tiempos difíciles, una prueba para la humanidad y nuestra responsabilidad. Esta exposición recuerda que podemos unirnos pese a las adversidades y diferencias. Mostrar a un artista palestino es más que un gesto político; es un acto humano: el reconocimiento de su derecho a vivir libre, como todos los demás”.

“Del álif a la zain” no solo celebra la fuerza estética de la caligrafía árabe, sino que visibiliza sus múltiples capas de significado: identidad, memoria, resistencia y diálogo intergeneracional. Las letras, combinadas con la diversidad de técnicas y la experiencia performativa, muestran que la lengua árabe sigue siendo un recurso creativo que conecta culturas, desarma estereotipos y resalta la universalidad del arte como vehículo de encuentro y reflexión.