En el especial de Artículo14 por la Feria del Libro, cada redactor comparte una obra que ha dejado huella. Hoy le toca el turno a Itziar Elizalde, jefa de Economía del medio, una periodista acostumbrada a moverse entre cifras, presupuestos y reformas estructurales… pero que, al hablar de literatura, revela una sensibilidad desbordante. “Hamnet —dice— es prosa hecha poesía, hasta saltar las lágrimas”. Y añade: “Su lectura, como todos los que he leído de su autora, ha sido un autorregalo”.

Publicado en 2020, Hamnet consagró a la escritora norirlandesa Maggie O’Farrell como una de las grandes narradoras contemporáneas. La novela imagina la vida y muerte del hijo de William Shakespeare —Hamnet, nombre que comparte raíz con Hamlet—, pero lo hace desde una perspectiva inesperada: la de su madre, Agnes (en quien se inspira el personaje de Anne Hathaway), una mujer magnética, intuitiva, libre, que sostiene con sus manos el dolor de una pérdida inconsolable.
Maggie O’Farrell despliega una escritura sutil, hipnótica, lírica sin excesos, capaz de contener el duelo, la maternidad y la fragilidad del tiempo en cada frase. Su capacidad para dar profundidad emocional a los detalles mínimos —una piel, un temblor, una decisión silenciosa— convierte la lectura de Hamnet en una experiencia casi física. No hay en ella ni rastro de academicismo shakespeariano; en su lugar, encontramos una historia íntima, honda, que desborda belleza.

Hamnet es una novela sobre la pérdida, el amor y la memoria. Ambientada en la Inglaterra del siglo XVI, narra la breve vida del hijo de William Shakespeare, que murió a los 11 años de edad, y cómo esa muerte marcó para siempre a su familia. Pero más allá de los hechos históricos, Maggie O’Farrell construye una historia profundamente humana: la de Agnes, una madre que intuye la tragedia antes de que ocurra, que ama de una forma salvaje y que, tras la pérdida, encuentra una forma de transformar el dolor en resistencia. La novela avanza entre lo doméstico y lo simbólico, y plantea cómo el duelo se transforma en arte —en este caso, en la escritura de Hamlet—. Es también una meditación sobre lo invisible: el cuidado, la maternidad, los vínculos silenciosos que sostienen el mundo incluso cuando se rompe.
Una elección que confirma lo que intuimos cada año por estas fechas: los mejores libros no son solo los más vendidos, sino los que, sin buscarlo, se convierten en una brújula emocional. Y Hamnet —como bien recomienda Itziar Elizalde— es uno de esos libros que no se olvidan.