La piloto suiza de GT, Laura Villars, ha llevado a los tribunales a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y a su presidente, Mohammed Ben Sulayem, tras denunciar que el proceso electoral previsto para el 12 de diciembre no ofrece una competencia justa entre los candidatos. La demanda, presentada ante la justicia francesa, ha sido admitida a trámite, y un tribunal de París ha programado una vista de urgencia para el 10 de noviembre, donde se analizarán las supuestas irregularidades del sistema electoral del máximo organismo del motor.

Una candidata sin opciones
Para Laura Villars, competir por la presidencia de la FIA es, sencillamente, imposible bajo las reglas actuales. El reglamento exige que cada aspirante presente un equipo de gobierno con representantes de los cinco continentes, un requisito que en teoría busca diversidad, pero que en la práctica se ha convertido en una barrera infranqueable.
El caso más llamativo se da en Sudamérica, donde la única representante reconocida por la FIA es Fabiana Ecclestone, esposa del histórico dirigente de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, y miembro del círculo más cercano de Mohammed Ben Sulayem. Su posición hace que ningún otro candidato pueda cumplir con las condiciones exigidas.
A esto se suma un plazo de inscripción cerrado el 24 de octubre, semanas antes de las elecciones, lo que dejó fuera de juego a todos los aspirantes alternativos. Villars, el excomisario estadounidense Tim Mayer y la empresaria Virginie Philippot intentaron formalizar sus candidaturas, pero las normas lo hicieron inviable. Mayer fue aún más contundente: calificó al presidente de la FIA de “autoritario” y denunció que el proceso electoral es “una ficción democrática”.

Reglamento hecho a medida
Las normas que rigen el proceso electoral de la FIA están en el centro de la polémica. La actual directiva introdujo cambios que obligan a cada aspirante a presentar una lista cerrada de colaboradores, con representantes únicos por cada región del mundo. Antes, los mismos nombres podían figurar en varias candidaturas; ahora, esa posibilidad está vetada, una modificación que, según muchos observadores, asegura la continuidad del presidente en el cargo.
Desde que asumió el mando en 2021, tras la salida de Jean Todt, Mohammed Ben Sulayem ha ido acumulando poder dentro de la federación. Sus detractores le acusan de estrechar el margen de disidencia y de haber diseñado un sistema donde la renovación se vuelve prácticamente imposible.
La batalla judicial
Antes de acudir a los tribunales, Laura Villars, de 28 años, trató por dos veces de entablar un diálogo con la FIA para discutir las irregularidades que denuncia en el proceso electoral. No obtuvo respuesta. Fue entonces cuando decidió llevar su causa ante la justicia francesa.
Su abogado, Robin Binsard, sostiene que la demanda expone “graves deficiencias democráticas y violaciones de los propios estatutos de la federación”. Para Villars, sin embargo, su lucha no es contra la institución, sino en defensa de sus principios. “La democracia no es una amenaza para la FIA, es su mayor fortaleza”, afirmó en un comunicado.

Si el tribunal de París acepta las medidas cautelares solicitadas por su equipo, las elecciones del próximo diciembre podrían quedar suspendidas temporalmente, abriendo un escenario inédito en la historia reciente del automovilismo internacional.
Liderazgo bajo la lupa
Desde que asumió la presidencia de la FIA en 2021, Mohammed Ben Sulayem no ha estado exento de controversia. En apenas cuatro años, su gestión ha generado choques constantes con Liberty Media, propietaria de los derechos comerciales de la Fórmula 1, y con figuras influyentes del paddock como Stefano Domenicali, director ejecutivo del campeonato.
Sus críticos lo acusan de intentar ampliar su poder más allá del papel regulador que le corresponde a la federación, mientras que sus partidarios defienden que ha modernizado la estructura interna y reforzado la representación de las distintas regiones del mundo del motor.
Más allá de los tribunales, el movimiento de Laura Villars ya ha tenido un efecto inmediato: ha reabierto el debate sobre la transparencia, la democracia interna y el equilibrio de poder dentro del organismo que rige el automovilismo mundial.


