¿Cuánto deberías invertir para vivir de los dividendos de Iberdrola, Telefónica o Repsol?

Vivir de los dividendos no es un mito, pero tampoco magia: los números reales detrás de la estrategia

En el mundo de las finanzas personales, pocas ideas suenan tan atractivas como la de vivir sin trabajar. Ingresos pasivos, libertad financiera, no depender de un jefe ni de una nómina. Suena bien. Y de todas las estrategias que prometen acercarse a ese ideal, una de las más populares y al mismo tiempo más malinterpretadas es la inversión por dividendos.

La teoría es bastante simple. Comprar acciones de empresas que reparten parte de sus beneficios entre los accionistas y, con el tiempo, generar una renta regular simplemente por tenerlas en cartera. Pero una cosa es la teoría y otra muy distinta es la realidad.

Porque vivir de los dividendos es posible, sí. Pero también es muy difícil. No imposible, pero fuera del alcance inmediato de la mayoría. Y es precisamente eso lo que se pretende mostrar aquí: no una promesa de libertad fácil, sino los números reales detrás de esta estrategia. Números que demuestran lo exigente que es. Y, al mismo tiempo, lo válida que puede ser si se usa con inteligencia y expectativas realistas.

Para aterrizar la idea, se han elegido tres compañías españolas con una larga trayectoria de pagos estables: Iberdrola, Repsol y Telefónica. Tres gigantes del Ibex 35 que podrían, en teoría, sostener una renta mensual si se invirtiera en ellas lo suficiente. La pregunta es: ¿cuánto sería “lo suficiente”?

Las cuentas, una por una

El caso de Iberdrola es un buen punto de partida. La eléctrica reparte actualmente 0,52 euros por acción al año. Su rentabilidad por dividendo es del 3,21%. Esto quiere decir que, por cada 1.000 euros invertidos, se reciben 32,10 euros al año. Para ingresar 1.500 euros al mes y 18.000 euros al año únicamente con acciones de Iberdrola, habría que calcular cuántas de esas acciones serían necesarias. Si se divide 18.000 entre 0,52, el resultado es de aproximadamente 34.615 acciones. Eso, al precio actual, representa una inversión cercana a los 560.750 euros. Una cantidad nada desdeñable. De hecho, inalcanzable para muchas personas.

Repsol, por su parte, ofrece mejores cifras en cuanto a rentabilidad. La empresa reparte 0,79 euros anuales por acción, y su rentabilidad por dividendo se sitúa en el 6,48%. Por lo tanto, por cada 1.000 euros invertidos se obtienen 64,80 euros al año. Para alcanzar los 18.000 euros, la operación es similar. Dividir esa cifra entre el dividendo por acción, es decir 18.000 entre 0,79. El resultado es de unas 22.785 acciones, lo que supone una inversión aproximada de 277.800 euros. Mucho más accesible que en el caso anterior, aunque el sector del petróleo también implica asumir una mayor exposición a los ciclos de precios de materias primas.

Con Telefónica, el dividendo anual está en 0,24 euros por acción y la rentabilidad se sitúa en torno al 5,27%. Para alcanzar los ingresos deseados se necesitarían unas 75.000 acciones, es decir, una inversión total cercana a los 341.300 euros.

A estas alturas, el mensaje ya está bien definido. Vivir exclusivamente de los dividendos exige un patrimonio de partida muy elevado. No se trata de una promesa vacía, pero sí de un objetivo que, salvo casos excepcionales, requiere décadas de ahorro, inversión y paciencia. No es algo que se consiga en cinco años con una cuenta en un bróker y un par de buenas decisiones.

¿Y si se reparten las inversiones entre las tres?

Ahora bien, también existe la posibilidad de no apostar todo a una sola empresa. Diversificar, repartir el capital entre las tres compañías, y buscar que cada una aporte una parte del ingreso anual puede ser una estrategia más equilibrada. Si se asignaran 6.000 euros anuales a cada una, es decir, un tercio de los 18.000 euros totales, los números serían algo más amables.

Con Iberdrola, bastarían unas 11.538 acciones, equivalentes a 186.900 euros. En el caso de Repsol, harían falta 7.595 acciones, lo que supondría unos 92.600 euros. Y en el caso de Telefónica, requeriría unas 25.000 acciones, lo que equivale a unos 113.800 euros. Sumando todo, la inversión total necesaria para generar esos 1.500 euros mensuales en dividendos repartidos entre las tres sería de unos 393.300 euros.

¿Por qué Iberdrola, Repsol y Telefónica?

La elección de estas tres compañías no ha sido al azar. Se han seleccionado precisamente por su historial estable de dividendos, un factor crucial en este tipo de estrategia. La estabilidad no solo da tranquilidad, también permite hacer planes a largo plazo. Apostar por empresas con rentabilidades deslumbrantes, pero sin una trayectoria sólida, puede terminar mal. Un ejemplo habitual es el de una empresa cualquiera que ofrece una rentabilidad del 15% durante uno o dos años. Todo parece ir bien, hasta que el negocio no aguanta, los beneficios caen y el dividendo desaparece. En cuestión de meses, lo que parecía una inversión rentable se convierte en una pérdida de valor y una fuente de frustración.

Eso no significa que Iberdrola, Repsol o Telefónica sean las únicas opciones válidas. Se podrían haber utilizado otras con buen comportamiento histórico. Pero el punto no es tanto cuál se elige, sino por qué. Porque los dividendos no solo deben ser altos, deben ser sostenibles.

Otras vías para obtener dividendos

Más allá de las acciones individuales, existen otras vías para acercarse al mundo del dividendo. Una de las más conocidas es la inversión en ETF (fondos cotizados) especializados. Algunos de ellos agrupan empresas que han aumentado sus dividendos durante al menos 25 años consecutivos. También están los fondos inmobiliarios conocidos como REITs. Estos reparten rentas mensuales procedentes del alquiler de propiedades y suelen ofrecer ingresos más frecuentes que los dividendos tradicionales.

Estas alternativas permiten mayor diversificación y, en muchos casos, requieren menos análisis individual. Aunque, por supuesto, también tienen sus propios riesgos, costes y particularidades fiscales.

Al final, lo que muestran estos datos es que no todo el mundo puede vivir de los dividendos como a veces se pregona en las redes sociales. Pero eso no significa que esta estrategia no tenga sentido. Bien utilizada, puede complementar otros ingresos, reforzar un plan de jubilación o simplemente generar un pequeño colchón recurrente. Lo importante es entender qué es y qué no es el dividendo. Y sobre todo, evitar construir castillos en el aire con promesas que no se sostienen.

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