Escándalos sexuales

De Laurent Freixe a Mary Cunningham: cuando el machismo castigaba antes a la ‘subordinada’ que al CEO

La que fuera directiva de Bendix Corporation se vio obligada a dejar su carrera profesional. Ahora son ellos los que dimiten: un histórico de escándalos sexuales corporativos más allá de Laurent Freixe, el ex-CEO de Nestlé

Mary Cunningham inspiró un caso de la Universidad de Stanford sobre relaciones laborales en el trabajo.
Kiloycuarto.

Los CEO tienen últimamente mala prensa. La enorme pantalla de un concierto de Coldplay en Boston, EEUU, cazó a Andy Byron, consejero delegado de una startup tecnológica llamada Astronomer, disfrutando de la banda con una amante. El vídeo se volvió viral: cuando la cámara del concierto pilla a Byron, este se lanza al suelo para tratar de esconder su rostro, pero las redes hicieron el resto. El estadounidense acabó dimitiendo este verano tras haber sido la comidilla de todo internet durante el mes de julio.

Ahora se habla del ‘efecto Coldplay’, después de que el CEO de Nestlé, Laurent Freixe, fuese cesado a principios de semana tras una investigación interna de la compañía suiza. Esta reveló que el ejecutivo mantenía una relación no comunicada con una subordinada a la que además estaría beneficiando en el ámbito laboral, lo que vulnera criterios éticos y de gobernanza de la multinacional. La investigación la condujo el presidente de la compañía, Paul Bulcke, y su futuro relevo y consejero independiente, el expresidente de Inditex Pablo Isla.

Laurent Freixe, exCEO de Nestlé.
Nestlé.

Pero ni Byron ni Freixe son los primeros CEO en dimitir o ser cesados por escándalos relacionados con sus relaciones íntimas. Ni siquiera Freixe es el primero en sufrir un enorme golpe en su carrera profesional por relaciones románticas con otras personas de la compañía. Eso sí, los tiempos van cambiando: son más ellos que ellas los que acaban protagonizando estos escándalos y en consecuencia asumiendo su responsabilidad.

Mary Cunningham, el reverso del pasado

Ahora que se vuelve a hablar de los affaires en el trabajo y las conductas inapropiadas en la oficina, muchos manuales corporativos tratan de recordar que no está prohibido enamorarse, pero sí no comunicarlo. Si no, las consecuencias pueden ser graves. Tanto, como una carrera interrumpida. Eso sí, no hace tanto era distinto y quienes pagaban los platos rotos ni siquiera era el ejecutivo que había vulnerado la confianza del resto de la compañía, sino las subordinadas que habían sido parte de la historia.

Es lo que le sucedió a Mary Cunningham, una estadounidense de 74 años que se graduó en la Harvard Business School a finales de los años 70 y ya llamó entonces la atención de sus profesores. El entonces decano de la prestigiosa escuela de negocios adujo que Cunningham tenía “la mejor oportunidad de ser la primera mujer graduada en el centro en convertirse en presidenta de una empresa no cosmética”. Por entonces, los grandes puestos de responsabilidad corporativa de las mujeres se circunscribían a sectores muy concretos.

En la imagen, Mary Cunningham Agee.

Cunningham lo pudo haber conseguido, pero su carrera se vio truncada cuando apenas unos meses después de graduarse aceptó un puesto de trabajo como asesora del CEO en Bendix Corporation. En cuestión de meses, malas lenguas y el sexismo imperante en los medios de comunicación de la época señalaron que el fulgurante ascenso de Cunningham se debió a una supuesta relación romántica que esta estaría manteniendo con su jefe y a la postre CEO, William Agee.

Un #MeToo décadas antes del #MeToo

En cuestión de meses, a las órdenes de Agee, Cunningham fue ascendiendo hasta convertirse en vicepresidenta de Planificación Estratégica de Bendix. De esta forma, llegó a ser una de las primeras mujeres ejecutivas en una empresa del Fortune 100. Pero los artículos periodísticos de la época siguieron presionando y cuestionando la valía de la profesional, la directiva acabó viéndose obligada a dimitir apenas meses después de recalar en la firma, como ella misma contaría en su biografía. El escándalo llamó tanto la atención que se acabó convirtiendo en un caso de estudio sobre poder y género para la escuela de negocios de Stanford.

Mary Cunningham terminó casándose con William Agee.

Por suerte, el mundo corporativo no le dio la espalda. Mary Cunningham recaló en la incipiente Seagrams, donde reportaba directamente al presidente y al CEO. Allí lideró la internacionalización de la compañía de bebidas espirituosas hoy conocida en todo el planeta. Cunningham acabó divorciándose de su marido y casándose con el CEO de Bendix con quien inicialmente la relacionaron para destruir su carrera. Lo más interesante es que su forzada dimisión despertó una ola de solidaridad de muchas mujeres que sufrían este tipo de violencia en el ámbito corporativo. Décadas antes del #MeToo, Cunningham, tras dimitir, recibió una oleada de cartas de compañeras solidarizándose con sus circunstancias y contando experiencias similares.

La historia de los ‘corporate sex scandal’

El caso de Freixe es el último y el más mediático. Sin embargo, no es el único CEO, ejecutivo o directivo que se ha visto obligado a dimitir por un escándalo relacionado con su vida íntima. Considerando que el penúltimo caso fue el viralísimo ejemplo de Andy Byron en Astronomer, la historia de hombres que han protagonizado historias de esta naturaleza no para de crecer. De hecho, el de William Agee con Mary Cunningham se considera el primer caso de corporate sex scandal registrado en EEUU, aunque eso sí: él no dimitió, fue ella la quien lo hizo.

Este tipo de casos comenzaron a proliferar en los 70 y 80 con la aparición de los primeros códigos éticos corporativos. Muchas dimisiones que se han visto en las últimas décadas se han tapado por “razones personales”, pero en los últimos lustros también se han visto luz y taquígrafos con casos como el de Harry Stonecipher, CEO de Boeing hasta 2005: protagonizó una aventura con una vicepresidenta de la compañía incumpliendo el código de conducta. El consejo de administración consideró que había tenido un “grave error de juicio”.

Los otros Laurent Freixe

En el ámbito de las dimisiones o ceses por mantener relaciones con otras profesionales de la compañía, también destacan, junto a Stonecipher, casos como el de Christopher Kubasik. Quien fuera jefe de Operaciones y presidente de la manufacturera militar Lockheed Martin mantenía una relación de larga duración con una empleada sin haberlo comunicado. Kubasik dejó la compañía en 2012, aunque continuó trabajando en puestos ejecutivos del sector. Desde noviembre del año pasado, es el presidente de la Asociación de la Industria Aeroespacial, la patronal estadounidense del sector.

Darren Huston (Booking) y Brian Krzanich (Intel).
A14

Estos escándalos no solo se producen al otro lado del Atlántico. Darren Huston, CEO de Booking.com, dimitió en 2016 como consejero delegado de la firma de reservas hoteleras tras confirmarse que mantenía una relación con una empleada de la sede en Ámsterdam. Tampoco se libran grandes tecnológicas. Brian Krzanich dejó su puesto como CEO de Intel en 2018. La razón, una investigación descubrió que mantuvo una relación en el pasado con una subordinada.

Otros casos

Ni la comida rápida se libra. Steve Easterbrook abandonó su puesto como consejero delegado de McDonald’s por una relación con una empleada. La compañía le demandó. En 2021, Easterbrook aceptó un acuerdo para devolver a la multinacional 105 millones de dólares en acciones y efectivo que cobró sin que le correspondiese de la indemnización por su despido. La cosa no quedó ahí. Dos años después, el regulador estadounidense de los mercados impuso una multa de 400.000 dólares y la prohibición de asumir un puesto ejecutivo durante cinco años a Easterbrook por haber difundido información engañosa sobre su despido a los inversores.

También en 2019 Mark Wiseman, responsable de Renta Variable de BlackRock, dejó su puesto por no haber informado de una relación consensuada con una subordinada. Wiseman estaba llamado a suceder a Larry Fink, consejero delegado del enorme fondo de inversión estadounidense que todavía busca su relevo. Una concatenación de ejemplos que demuestran algo: las mujeres ya no son las únicas en ser escrutadas con escándalos de este tipo.

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