Amazon sube y el dólar también, pero el beneficio no aparece por ninguna parte en la cuenta corriente. Microsoft se dispara en Wall Street, pero la cuenta en euros apenas se mueve. Coca-Cola reparte dividendos en dólares, pero al convertirlos a euros parece que falta algo.
Este tipo de situaciones es frecuente entre quienes compran acciones estadounidenses desde Europa sin considerar el efecto del tipo de cambio. Cada vez más inversores particulares en España acceden a títulos como estos desde sus brókers online. Si la compra se realiza directamente en el mercado estadounidense (NYSE o Nasdaq), la operación se hace en dólares y, por tanto, el valor de esa inversión en euros depende de cómo evolucione la relación entre ambas monedas.
Cuando el dólar se fortalece frente al euro, una inversión en dólares aumenta su valor al convertirla a euros. Si el dólar se debilita, ocurre lo contrario. Por ejemplo, una compra de acciones estadounidenses por valor de 1.000 dólares, realizada con un tipo de cambio de 1,10 dólares por euro, implica un desembolso aproximado de 909 euros. Si posteriormente el tipo de cambio se ajusta a 1,00, es decir el dólar vale más frente al euro, esas mismas acciones siguen valiendo 1.000 dólares. O lo que es lo mismo: 1.000 euros.

El inversor habrá ganado aproximadamente 91 euros solo por el efecto del tipo de cambio, aunque la acción no se haya movido en dólares. Por tanto, cuando el dólar sube, el valor en euros de la inversión aumenta. Y cuando el dólar baja, se pierde valor en euros, aunque la acción mantenga su precio en dólares.
Algunos brókers también permiten adquirir versiones de estas acciones en euros, cotizadas en bolsas europeas. Sin embargo, aunque la operación se haga en euros, el activo sigue vinculado a su cotización en dólares. En ambos casos, no existe una cobertura automática de la divisa como sucede en algunos fondos. El riesgo y la posible ganancia por tipo de cambio recaen por completo en el inversor.
Una misma inversión, dos resultados distintos
Desde septiembre de 2010 hasta hoy, el ETF del S&P 500 sin cobertura de divisa ha ofrecido una rentabilidad acumulada superior al 350%. En ese mismo periodo, su versión cubierta en euros ha rendido apenas un 66%. La diferencia supera los 280 puntos porcentuales, según datos de Morningstar.
Esa diferencia se explica por lo ocurrido en los últimos quince años. Durante la mayor parte de ese periodo, el dólar se fortaleció frente al euro, lo que amplificó la rentabilidad de los productos sin cobertura. Sin embargo, en 2025 el escenario se ha invertido. El euro ha recuperado terreno frente al dólar, y eso ha cambiado el impacto del tipo de cambio en las carteras.
La explicación se encuentra también en la cobertura de divisa. Cubrir la divisa significa que el fondo toma medidas financieras para anular el efecto que las fluctuaciones entre monedas puedan tener sobre la inversión.
En la práctica, cuando un fondo europeo cubre el dólar, lo que hace es aislar la inversión del movimiento entre monedas. Por ejemplo, si una acción estadounidense sube un 10% y al mismo tiempo el dólar pierde valor frente al euro, el fondo cubierto aplica una estrategia financiera para que el inversor reciba ese 10% limpio, como si toda la operación se hubiera realizado directamente en euros. Es decir, se elimina cualquier ganancia o pérdida adicional provocada por el tipo de cambio.
No cubrir la divisa implica asumir el impacto directo de esas fluctuaciones. Si el dólar se aprecia frente al euro, el valor de la inversión en euros sube, además de lo que lo haya hecho el activo. Si el dólar cae, la rentabilidad se ve penalizada. Es decir, la exposición al tipo de cambio puede actuar como un multiplicador, tanto al alza como a la baja.
A primera vista, contratar un producto con divisa cubierta puede parecer una decisión prudente. Evitar la volatilidad de las divisas. Protegerse de posibles depreciaciones. Asegurar que el resultado refleje únicamente el comportamiento de las acciones. En teoría, suena lógico. En la práctica, esa protección ha tenido un precio alto.
¿Y entonces, cuándo conviene cubrir la divisa?
Cubrir la divisa consiste en neutralizar el impacto que los movimientos entre monedas pueden tener sobre una inversión. En un contexto como el de la última década, en el que el dólar se ha apreciado frente al euro, no cubrir ha permitido a los inversores europeos beneficiarse de esa evolución. Pero esta estrategia tiene un coste cuando la situación se revierte.
Según Consulae EAF, el coste de cubrir la divisa puede erosionar buena parte de la rentabilidad, especialmente si el diferencial de tipos es amplio. En 2025, por ejemplo, el euro ha ganado un 13% frente al dólar. Eso ha penalizado las inversiones en productos no cubiertos, ya que el tipo de cambio ha restado rentabilidad a los activos estadounidenses. En cambio, quienes optaron por fondos con cobertura han logrado evitar ese efecto. El resultado: una diferencia relevante en el comportamiento de ambos enfoques.
Firmas como Amundi y BlackRock han advertido que el coste medio anual de cobertura del dólar frente al euro ha oscilado entre el 1,5% y el 3% en distintos periodos recientes. Cubrir puede ser útil para proteger el capital en inversiones a corto plazo o productos sensibles a la volatilidad de las divisas, como la renta fija. No cubrir suele tener más sentido en estrategias bursátiles a largo plazo, donde los movimientos de las divisas pueden añadir valor, siempre que se asuma el riesgo. En ambos casos, el contexto monetario marca la diferencia.